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-¡Ah, vamos, no! -protestó la dama-. No es tan terrible como todo eso. Permítame<br />
explicarle antes el moti-<br />
vo por el que el conde no emprende ninguna acción judicial contra esos hombres.<br />
Después, si consigo hacer acopio del valor suficiente, le contaré la verdadera razón por<br />
la que no me atrevo a presentar mi denuncia. Lo primero es que Nicolás Rokoff es<br />
hermano mío. Somos rusos. Que yo recuerde, Nicolás siempre ha sido una mala<br />
persona. Lo expulsaron del ejército ruso, en el que tenía la graduación de capitán. El<br />
escándalo duró cierto tiempo, pero poco a poco se fue olvidando y mi padre consiguió<br />
un empleo para él en el servicio secreto.<br />
»A Nicolás se le han atribuido crímenes terribles, pero siempre se las arregló para<br />
eludir el castigo. Últimamente salió bien librado de dos o tres asuntos turbios a base de<br />
falsificar pruebas que acusaban a sus víctimas de traición al zar, y la policía rusa, que<br />
siempre está dispuesta a aprovechar toda evidencia susceptible de incriminar a<br />
cualquiera de un delito de esa naturaleza, aceptaba la versión de Rokoff y le eximía de<br />
culpa.<br />
-Y todos esos intentos criminales que ha puesto en práctica contra usted y su esposo,<br />
¿no le han desposeído de los derechos que los lazos de parentesco pudieran otorgarle? -<br />
preguntó Tarzán-. El hecho de ser usted su hermana no le ha detenido a la hora de<br />
arrastrar por el fango su virtud de usted. No le debe lealtad ninguna, madame.<br />
-¡Ah, pero hay otra razón! Aunque no le deba la menor lealtad porque sea mi<br />
hermano, tampoco puedo desembarazarme sin más ni más del temor que me inspira, por<br />
culpa de cierto episodio de mi vida del que él está enterado.<br />
»También puedo contárselo todo -prosiguió tras una pausa-, porque algo en el fondo<br />
de mi corazón<br />
me dice que, tarde o temprano, acabaré por confesárselo. Me eduqué en un convento y<br />
allí conocí a un hombre que supuse era un caballero. Por aquel entonces no sabía<br />
prácticamente nada de los hombres y todavía menos del amor. Tenía la cabeza a pájaros<br />
y se me metió en ella la idea de que estaba enamorada de aquel hombre. Y cuando me<br />
apremiópara que me escapara con él no tuve reparo en hacerlo. Íbamos a casarnos.<br />
»Estuve con él tres horas justas. Siempre de día y en lugares públicos, en estaciones<br />
de ferrocarril y en un tren. Cuando llegamos a nuestro punto de destino, donde<br />
pensábamos contraer matrimonio, dos funcionarios de la policía se acercaron a mi<br />
acompañante en cuanto nos apeamos y le detuvieron. También se me llevaron a mí, pero<br />
cuando les contémi historia, en vez de arrestarme me enviaron de vuelta al convento,<br />
custodiada por una matrona. Al parecer, mi galán no era un caballero, sino un desertor<br />
del ejército y un fugitivo de la justicia civil. Tenía antecedentes delictivos en casi todos<br />
los países de Europa.<br />
»Los rectores del convento echaron tierra sobre el asunto. Ni siquiera se enteraron mis<br />
padres. Pero Nicolás se tropezó con mi pretendiente poco después y se enteró de todo el<br />
episodio a través de él. Ahora me amenaza con contárselo al conde si no accedo a sus<br />
deseos.<br />
Tarzán se echó a reír.<br />
-Sigue siendo una niña. Lo que acaba de contarme de ninguna manera puede afectar<br />
negativamente su reputación y si no fuese usted una candorosa chiquilla se daría cuenta<br />
de ello. Preséntese esta noche ante su marido y cuéntele toda la historia exactamente<br />
igual a como me la ha contado a mí. O mucho<br />
me equivoco o el conde se reirá de sus temores y adoptará de inmediato las medidas<br />
pertinentes para que hospeden a su hermano de usted en la cárcel, tal como le<br />
corresponde.