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-Es posible que tengas más diversión de ese tipo incluso sin necesidad de hacer otra<br />
visita a esa calle -dijo D'Arnot . Ten presente que no has acabado aún con la policía.<br />
Conozco lo suficiente a los policías de París como para asegurarte que no van a olvidar<br />
así como así lo que les hiciste. Tarde o temprano darán contigo, mi querido Tarzán, y en<br />
cuanto te echen el<br />
guante pondrán entre rejas al salvaje hombre de los bosques. ¿Crees que te gustará<br />
eso?<br />
-Nunca encerrarán a Tarzán de los Monos entre rejas -replicó el hombre-mono, hosca<br />
la voz.<br />
En su tono había algo que impulsó a su amigo a alzar vivamente la cabeza para<br />
mirarle. En las apretadas mandíbulas y en los gélidos ojos grises percibió el joven<br />
francés algo que despertó en su ánimo serios temores por aquel niño grande que no<br />
podía reconocer ninguna ley más poderosa que la de las proezas que uno pudiera<br />
realizar mediante su propia fortaleza fisica. Comprendió que había que hacer algo para<br />
arreglar las cosas entre Tarzán y la policía antes de que se produjese otro<br />
enfrentamiento.<br />
-Tienes mucho que aprender, Tarzán -dijo en tono grave-. Tanto si te hacen gracia<br />
como si no, debes respetar las leyes de los hombres. Si tú y tus amigos os empeñáis en<br />
desafiar a la policía no conseguiréis más que disgustos. Puedo explicar el asunto en tu<br />
nombre, estoy dispuesto a hacerlo hoy mismo, pero en adelante has de cumplir la ley. Si<br />
sus representantes te dicen «Ven», tendrás que ir; y si te dicen «Vete», habrás de<br />
marcharte. En fin, ahora mismo iremos a ver a mi gran amigo, le visitaremos en el<br />
departamento y solucionaremos el asunto de la rue Maule. ¡Vamos!<br />
Media hora después entraban juntos en el despacho del funcionario de policía. Se<br />
mostró muy cordial. Se acordaba de Tarzán y de la visita que ambos hombres le habían<br />
hecho varios meses antes, con la cuestión de las huellas dactilares.<br />
Al concluir D'Arnot el relato de los sucesos ocurridos la noche anterior, por los labios<br />
del policía revoloteó una sonrisa más bien torva. Pulsó un timbre<br />
que tenía a mano y mientras esperaba la llegada del subalterno procedió a examinar<br />
los papeles que tenía encima de la mesa hasta localizar el que buscaba.<br />
-Por favor, Joubon -dijo cuando el funcionario entró-. Avisa a estos agentes... diles<br />
que se presenten en mi despacho de inmediato.<br />
Tendió al subalterno el documento que había encontrado. Luego miró a Tarzán.<br />
-Ha cometido usted una falta muy grave, monsieur -manifestó, sin excesiva severidad-<br />
, y a no ser por las explicaciones y disculpas que acaba de expresarme su buen amigo<br />
D'Arnot, me sentiría inclinado a juzgarle con dureza. En cambio, lo que voy a hacer es<br />
algo sin precedentes. He convocado aquí a los policías a quienes maltrató usted anoche.<br />
Escucharán la historia del teniente D'Arnot y luego dejaré que sean ellos mismos<br />
quienes decidan si hemos de procesarle a usted o no. Tiene mucho que aprender acerca<br />
de las reglas en que se desenvuelve la civilización. Cosas que acaso le parezcan extrañas<br />
o innecesarias, pero que no tendrá más remedio que aceptar hasta que esté en<br />
condiciones de hacerse cargo de los motivos que las justifican. Los agentes a los que<br />
atacó estaban cumpliendo con su deber. En el suceso no podían actuar a su capricho.<br />
Arriesgan a diario su vida para proteger la vida y la propiedad de los demás. Harían lo<br />
mismo por usted. Son hombres valerosos y les ha mortificado profundamente el que un<br />
hombre solo y sin armas los superara y los derrotara en toda la linea.<br />
»Procure facilitarles las cosas para que olviden lo que les hizo. A menos que me<br />
equivoque de medio a medio, creo que usted también es hombre valeroso,<br />
y los hombres valerosos son proverbialmente magnánimos.