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-Ignoro en qué momento la tripulación se amotinará, me degollará y se apoderará del<br />

barco -añadió.<br />

A la mañana siguiente, cuando se disponían a embarcar en el crucero, Tarzán aventuró<br />

una sugerencia a Jane Porter.<br />

-Se da por supuesto que las fieras salvajes carecen de sentimientos dijo-, pero, no<br />

obstante, me gustaría casarme en la cabaña donde nací, junto a las tumbas de mis padres<br />

y rodeado por la selva virgen que siempre fue mi hogar.<br />

-¿Será eso legal, cariño? -preguntó Jane-. Porque, en tal caso, no conozco sitio mejor<br />

y más apropiado para casarme con mi dios de la selva que a la som<br />

bra de su floresta primitiva.<br />

Cuando se lo expusieron a los demás, todos estuvieron de acuerdo en que sería<br />

perfectamente legal, aparte de constituir espléndido remate a un noviazgo<br />

extraordinario. Así que la partida en pleno se reunió en el interior de la pequeña cabaña<br />

y ante la puerta de la misma para asistir a la segunda ceremonia<br />

que el profesor Porter iba a solemnizar en el espacio de tres días.<br />

D'Arnot iba a actuar de padrino y Hazel Strong de dama de honor de la novia, pero<br />

entonces intervino Tennington y trastocó los planes con otra de sus geniales «ideas».<br />

-Si la señora Strong no tiene inconveniente -dijo, al tiempo que tomaba entre las suyas<br />

la mano de la dama de honor-, Hazel y yo hemos pensado que sería sensacional celebrar<br />

una doble boda.<br />

Zarparon al día siguiente y cuando el crucero surcaba despacio las aguas, proa a alta<br />

mar, un caballero alto, con impecable traje de franela blanca y una grácil y preciosa<br />

muchacha se apoyaron en la barandilla para contemplar cómo se alejaba la linea de la<br />

costa, donde veinte guerreros negros waziris bailaban desnudos, enarbolaban los<br />

venablos de guerra por encima de sus cabezas y lanzaban al aire sus gritos de despedida,<br />

dando su adiós al rey que partía.<br />

-Me fastidiaría pensar que veo la jungla por última vez, amor mío -dijo el hombre-, si<br />

no fuera porque sé que voy a un mundo nuevo en el que disfrutaré a tu lado de una<br />

felicidad perpetua.<br />

Y Tarzán de los Monos inclinó la cabeza y besó en los labios a su compañera.<br />

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