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para entrar. Todo lo que entraba por allí, por allí tenía que salir, de modo que lo único<br />

que les quedaba por hacer era esperar arriba a que intentase escapar.<br />

Mientras tanto, Tarzán de los Monos, cargado con la inconsciente Jane Porter,<br />

atravesaba los pozos de Opar por debajo del templo del Dios Flamígero sin que que<br />

nadie le persiguiera. Sin embargo, cuando los hom-<br />

bres de Opar hubiesen profundizado más en el asunto recordarían que aquel hombre<br />

ya se había escapado una vez de los pozos y, como ellos vigilaban la entrada, sabían que<br />

no huyó por allí. No obstante, luego apareció procedente del exterior. Enviarían otra vez<br />

cincuenta hombres al valle para que encontraran y apresaran a aquel profanador del<br />

templo.<br />

Cuando Tarzán llegó al pozo del otro lado de la pared de la mazmorra, confiaba de tal<br />

modo en el éxito de la fuga, que se entretuvo en poner de nuevo los bloques de granito<br />

en su sitio, ya que no le hacía mucha gracia que los individuos del templo se enterasen<br />

de la existencia de aquel paso olvidado, a través del cual se llegaba a la cámara del<br />

tesoro. Tenía intención de volver a Opar y llevarse de allí una fortuna todavía mayor de<br />

la que ya había enterrado en el anfiteatro de los monos.<br />

Recorrió los pasadizos a paso ligero, franqueó la primera puerta y atravesó la cámara<br />

del tesoro. Dejó atrás la segunda puerta y prosiguió a lo largo del túnel que conducía a<br />

la salida oculta situada fuera de la ciudad. Jane Porter continuaba sin sentido.<br />

Se detuvo en lo alto del gran peñón para lanzar un vistazo hacia la ciudad. Vio una<br />

cuadrilla de espantosos hombres de Opar que avanzaba a través del valle. Vaciló unos<br />

segundos. ¿Sería mejor descender y lanzarse a la carrera hacia los lejanos riscos o<br />

quedarse donde estaba hasta que anocheciese? Una ojeada al blanco semblante de la<br />

joven le decidió. No podía dejarla allí y permitir que los enemigos se interpusieran entre<br />

ellos y la libertad. No ignoraba que era posible que les hubiesen seguido por los túneles,<br />

en cuyo caso tendrían enemigos al frente y por la espalda, lo que significaba que<br />

acabarían indefectiblemente por captu<br />

rarlos, puesto que, cargado como iba con la inconsciente muchacha, no podría abrirse<br />

paso luchando.<br />

Descender por la cara vertical del peñón cargado con Jane Porter no era tarea fácil,<br />

pero utilizó la cuerda de hierba para atarse a la muchacha cruzada sobre los hombros y<br />

consiguió llegar abajo antes de que los hombres de Opar alcanzasen el risco. Como<br />

había descendido por la cara opuesta a la ciudad, la patrulla de búsqueda no pudo verle,<br />

ni a ninguno de sus integrantes se le pasó por la cabeza que su presa se encontrara tan<br />

cerca por delante de ellos.<br />

A base de mantener el kopje entre él y los perseguidores, Tarzán de los Monos se las<br />

arregló para recorrer un kilómetro y medio antes de que los hombres de Opar rodeasen<br />

el centinela de granito y divisaran al fugitivo delante de ellos. Entre salvajes alaridos de<br />

júbilo, emprendieron una carrera frenética, con la idea, sin duda, de que alcanzarían en<br />

seguida a aquel hombre, cargado como iba. Pero subestimaban la fortaleza úsica del<br />

hombre-mono y sobrestimaban las posibilidades de sus cortas y arqueadas piernas.<br />

Al ritmo de su paso ligero, Tarzán mantuvo la distancia entre ellos. De vez en cuando<br />

lanzaba una mirada al rostro que tan cerca tenía del suyo. De no ser por los débiles<br />

latidos del corazón que se oprimía contra su piel, no habría sabido que la muchacha<br />

continuaba viva, tan pálido y ojeroso aparecía el cansado semblante de Jane.<br />

Llegaron a lo alto de la montaña coronada por la altiplanicie y la barrera de<br />

acantilados. Durante el último kilómetro y medio, Tarzán había acelerado el ritmo,<br />

corriendo como un gamo, para sacar a los perseguido<br />

res la máxima ventaja y descender por la vertiente contraria antes de que los oparianos<br />

llegasen a la cum-

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