09.05.2013 Views

descargar libro

descargar libro

descargar libro

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

-Entonces, ¿no estaba usted comprometida en matrimonio con él? -se exaltó lord<br />

Tennington, reanimado.<br />

-¡Cielos, no! -exclamó la joven-. Nada de nada, en ese sentido.<br />

Había algo que lord Tennington deseaba decirle a Hazel Strong... se perecía por<br />

decírselo y por decír-<br />

selo inmediatamente, pero sin saber cómo ni por qué, las palabras se le quedaban<br />

atascadas en la garganta. Empezó un par de veces, se le quebró la voz, carraspeó, se le<br />

puso como la grana el semblante y, por último... acabó diciendo que las cabañas estarían<br />

terminadas antes de que llegase la estación de las lluvias.<br />

Pero, aunque Tennington no tuvo conciencia de ello, lo cierto era que había<br />

transmitido a la joven el mensaje que deseaba transmitirle, cosa que hizo feliz a Hazel...<br />

más feliz de lo que jamás había sido en toda su vida.<br />

En ese preciso instante interrumpió el diálogo la aparición de una figura de aspecto<br />

tan extraño como terrible, que surgió de la selva al sur del campamento. Tennington y la<br />

muchacha lo vieron simultáneamente. El inglés tiró de revólver, pero cuando aquel ser<br />

medio desnudo, de barbado rostro, pronunció su nombre en voz alta y corrió hacia ellos,<br />

lord Tennington bajó el arma y acudió al encuentro del recién llegado.<br />

En aquel hombre sucio y demacrado, vestido sólo con una especie de sayo hecho de<br />

pequeñas pieles, nadie hubiese reconocido al atildado y elegante monsieur Thuran que<br />

los pasajeros del Lady Alice habían visto por última vez en la cubierta del yate.<br />

Antes de informar a los demás miembros del grupo de la presencia del ruso,<br />

Tennington y la señorita Strong interrogaron a monsieur Thuran acerca de la suerte de<br />

los otros ocupantes del bote perdido.<br />

-Han muerto todos -respondió Thuran-. Los tres marineros, antes de que<br />

desembarcáramos. A la señorita Porter se la llevó al interior de la selva alguna fiera<br />

salvaje mientras la fiebre me tenía a mí hundido y delirante. Clayton falleció de esa<br />

misma fiebre, pero<br />

unos pocos días después. ¡Y pensar que sólo nos separaban unos cuantos kilómetros...<br />

apenas un día de marcha! ¡Es terrible!<br />

Jane Porter ignoraba cuánto tiempo permaneció tendida a oscuras en el suelo de<br />

aquella mazmorra del antiguo templo de Opar. Aquejada por la fiebre estuvo unos días<br />

delirando, pero cuando superó el estado febril empezó a recobrar lentamente sus<br />

energías. La mujer que a diario le llevaba comida le indicaba por señas que se<br />

incorporase, pero durante bastantes fechas Jane sólo pudo menear la cabeza para<br />

comunicarle así que estaba demasiado débil para poder levantarse.<br />

Pero llegó un momento en que estuvo en condiciones de ponerse en pie y, luego, de<br />

dar unos pasos vacilantes, apoyándose con una mano en la pared. Los seres que la<br />

habían apresado la observaban ahora con creciente interés. Se acercaba el día del<br />

sacrificio y la víctima tenía cada vez más fuerzas.<br />

Amaneció por fin el día en cuestión y una joven a la que Jane Porter veía por primera<br />

vez se presentó en el calabozo subterráneo acompañada de otras mujeres. Llevaron a<br />

cabo allí una especie de ceremonia, de naturaleza religiosa, Jane estuvo segura de eso,<br />

lo que le hizo cobrar nuevos ánimos, alegrada por la idea de que había caído entre<br />

personas a quienes la influencia formativa de la religión había cultivado y depurado. La<br />

tratarían humanitariamente... de eso tenía ahora el convencimiento absoluto.<br />

De modo que cuando la sacaron de aquel calabozo, la condujeron a lo largo de<br />

oscuros pasillos y, tras ascender una escalera con peldaños de cemento, a un patio<br />

inundado de brillante claridad, la mucha-<br />

cha avanzó de buen grado e incluso contenta, porque, ¿no se encontraba entre<br />

servidoras de Dios? Cabía la posibilidad, naturalmente, de que la concepción que

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!