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continuemos acosándoos en vuestro camino hacia el norte, tal como hemos hecho<br />

durante los tres últimos días?<br />

El recuerdo de aquellas tres espantosas jornadas que acababan de vivir fue lo que<br />

finalmente decidió a los manyuemas, y así, tras una breve conferencia volvieron a<br />

cargarse el marfil y empezaron a desandar lo andado, rumbo a la aldea de los waziris.<br />

Al concluir el tercer día franquearon la puerta del poblado, donde recibieron una<br />

calurosa bienvenida por parte de los supervivientes de la reciente carnicería, a los que<br />

Tarzán había enviado un mensajero al campamento provisional del sur, el día en que los<br />

saqueadores se marcharon, para informarles de que podían regresar a la aldea.<br />

Tarzán tuvo que recurrir a toda su maestría y a todo su poder de persuasión para evitar<br />

que los waziris cayeran con uñas y dientes sobre los manyuemas y los despedazaran en<br />

el acto, pero cuando explicó que había empeñado su palabra, asegurándoles que no se<br />

meterían con ellos si devolvían el marfil al lugar del que lo robaron, y cuando hizo<br />

hincapié en la circunstancia de que los waziris le debían a él aquella victoria en toda la<br />

línea, los waziris accedieron a sus demandas y permitieron que los antropófagos<br />

descansaran en paz dentro del recinto de la empalizada.<br />

Aquella noche, los guerreros convocaron una sesión plenaria para celebrar sus<br />

victorias y elegir un nuevo jefe. Desde la muerte del anciano Waziri, Tarzán había<br />

venido capitaneando a los guerreros en las batallas y se le había concedido tácitamente<br />

el mando provisional de las huestes. No habían dispuesto de tiempo para nombrar un<br />

nuevo jefe entre los guerreros de la tribu y, en realidad, el caudillaje del hombre mono<br />

había sido tan notablemente triunfal que tampoco tuvieron el menor deseo de delegar la<br />

autoridad suprema en otra persona por temor a perder lo que<br />

tenían ganado. Habían sufrido las desastrosas consecuencias de actuar en contra de las<br />

indicaciones de aquel salvaje blanco, como ocurrió en el caso de Waziri, que ordenó un<br />

ataque desaconsejado por Tarzán y murió en el curso del mismo, y al recordarlo no se<br />

les hizo cuesta arriba aceptar que Tarzán tomase el mando definitivamente.<br />

Los guerreros de mayor importancia se sentaron en círculo alrededor de una pequeña<br />

fogata para debatir los méritos objetivos de cualquier candidato que se propusiera como<br />

sucesor del anciano Waziri. Busuli fue el primero en hacer uso de la palabra.<br />

-Puesto que Waziri ha muerto sin dejar ningún hijo, entre nosotros sólo hay uno que<br />

sabemos posee la experiencia adecuada para ser un gran rey. Sólo hay uno que ha<br />

demostrado que puede acaudillarnos con éxito frente a las armas de fuego del hombre<br />

blanco y llevarnos a una victoria fácil sin sufrir por nuestra parte la pérdida de una sola<br />

vida. Sólo hay uno: el hombre blanco que nos ha dirigido durante los últimos días.<br />

Busuli se puso en pie y, enarbolado el venablo y doblado el cuerpo, inició lentamente<br />

una danza alrededor de Tarzán, al tiempo que entonaba, al ritmo de los pasos:<br />

-Waziri, rey de los waziris. Waziri, exterminador de árabes. Waziri, rey de los<br />

waziris...<br />

Uno tras otro los demás guerreros manifestaron su aquiescencia a la designación de<br />

Tarzán como rey de los waziris incorporándose a la solemne danza. Las mujeres<br />

acudieron al borde del círculo, donde se pusieron en cuclillas y empezaron a golpear el<br />

tam tam y a batir palmas al compás de los danzarines, al tiempo que hacían coro a la<br />

cantinela de los guerre-<br />

ros. En el centro del corro estaba sentado Tarzán de los Monos... Waziri, rey de los<br />

waziris, puesto que, al igual que su antecesor en el trono, tomaría como propio el<br />

nombre de su tribu.<br />

El ritmo de los bailarines fue adquiriendo cada vez mayor rapidez, mientras el<br />

volumen de sus gritos salvajes aumentaba también paulatinamente. Las mujeres se

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