Edición 141 – 06 Dic 2012 - Sociedad de Fomento de Carilo

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Hasta Hasta la la próxima próxima quincena
quincena
La La droga, droga, esa esa asignatura asignatura pendiente
pendiente
Hace pocas semanas detuvieron en la Argentina a Jesús
López Londoño, alias «Mi Sangre», uno de los narcos más
buscados e importante del mundo. Esto, que de alguna manera
muestra un avance en el país sobre la lucha contra el narcotráfico
también nos da elementos para reflexionar sobre nuestra Justicia.
Este colombiano de 41 años está acusado de ser «el
narcocriminal más importante del mundo», afirmó el secretario
de Seguridad de la Nación, Sergio Berni, a pocas horas de su
detención, marcando la relevancia que tenía haber podido dar
con el delincuente.
6 de diciembre de 2012 24
«Mi Sangre» está acusado, entre otras cosas, de ser el jefe
del cartel «Los Urabeños», una banda conformada por ex
paramilitares desmovilizados que hoy domina el norte de Colombia
y distribuye toneladas de droga a Estados Unidos. «Los
Urabeños» cuenta con un ejército de dos mil hombres armados,
y es el cartel responsable de proveer de cocaína al
peligrosísimo cartel mejicano de Los Zetas. Casi nada.
Este delincuente era buscado en otros países del mundo,
como Colombia y Estados Unidos, lugares con fuerzas de seguridad
más duras y Justicia que busca, primero, asegurar las
garantías de los que andan de a pie, trabajando día a día, y
después de quienes cometieron ilícitos como para estar tras las
rejas.
¿Está muy alejado de la realidad pensar que una policía
que no logra detener un delincuente de barrio puede aprehender
al narco más buscado? Si en un destino costero como es
Pinamar los vecinos tuvieron que reunirse para dar una respuesta
a los hechos delictivos ante la ineficacia de las fuerzas
de seguridad, parece difícil creer que «Mi sangre» estaba evitando
la Justicia argentina.
Imaginen esta situación: «Mi Sangre» dice que no quiere
ser extraditado sino que desea ser juzgado en Argentina porque
aquí tiene garantías. Realmente fue muy inteligente la elec-
ción de nuestro país para radicarse y eventualmente ser detenido
aquí porque tendrá las garantías de ser juzgado por un
tribunal que le permitirá múltiples beneficios y aún en el caso de
que fuere condenado sabe que jamás llegará a cumplir la condena
completa porque podrá salir muchísimo antes utilizando
los numerosos «beneficios» que se les otorgan a los convictos.
Podrá dirigir su organización mafiosa desde la cárcel e incluso
salir en forma transitoria cuantas veces quiera para operar
desde afuera.
A veces la realidad supera a la imaginación, lamentablemente.
Así, algo que podría ser de un relato de ficción, en un
País como Argentina es parte de lo que vemos día a día con
ladrones que «escruchan» casas una, dos, tres, decenas de
veces y entran y salen para seguir delinquiendo. Donde la
policía detiene al «dealer» de barrio pero no hace nada con
quienes llevan la droga a nuestro pueblo. Las casas son robadas,
los objetos son comercializados –dentro o fuera del partido-;
la droga llega y se consume pero nadie logra develar
como es ese circuito para cortarlo.
Por otro lado, muchas veces se habla como ven al país en
el exterior en lo que hace a seguridad jurídica y financiera, o
sea, en cuestiones económicas. Pero ¿Cómo verán a la Justicia
local? ¿Pensarán «mejor que nos atrapen en Argentina que
en otro país» con leyes duras?
Tal vez ninguna de estas reflexiones son ciertas y «Mi
sangre» fue detenido por un excelente accionar de las fuerzas
de seguridad en el marco de políticas en lucha contra el
narcotráfico que avanzan para dar muestras claras que la Argentina
no juega con la droga. Ojala sea así.
Pero es de dudarlo, pues tras haberse despenalizado el
cultivo de marihuana, y abogar desde el Estado nacional para
que nuestras leyes sean mucho más blandas, no se observa
una mejora en la lucha contra este flagelo.
Parándonos en otro punto de la problemática podemos
observar como los paquetes de cigarrillos vienen con una ad-
Por Por Por Raúl Raúl Coronel
Coronel
vertencia cruda en su marquilla acerca de los peligros que
corren quienes tienen el hábito de fumar tabaco. Allí se puede
ver a un enfermo en sus últimos momentos de vida o la comparación
entre un pulmón sano y otro enfermo. O leer severas
advertencias sobre la disminución del apetito sexual o la posibilidad
de padecer cáncer de pulmón. Asimismo, el territorio de
los que fuman queda cada vez más acotado y se circunscribe a
los espacios abiertos o al ámbito privado.
En reiteradas oportunidades, los medios publican detalles
acerca del índice de mortalidad producto de la nicotina, dejando
entrever una cantidad asombrosa de personas que pierden la
vida por este hábito.
Sin embargo, las encuestas y mediciones que circulan son
engañosas con relación al tema de las adicciones. Cabe preguntarse
en este punto, si son solamente víctimas aquellos que
perecen por las diferentes drogas o no habría que superponer
las estadísticas de los asesinados en robos y situaciones similares
a manos de quienes intentan robar un auto, una cantidad
de dinero, joyas u otros bienes ajenos con el fin de poder
comprar un gramo de cocaína, paco u otra de las variedades
de alucinógenos que hacen estragos en nuestra población, y
de manera especial en nuestros jóvenes.
Timídamente algún estudioso del tema se atreve a decir
que nuestro país dejó de ser de tránsito para convertirse en un
espacio de consumo. Ni hablar de los programas que de manera
insuficiente poco pueden hacer ante la falta de una legislación
un tanto más rígida. Mucho menos se puede decir de los
Centros Provincial de Atención en Adicciones (CPA), donde el
esfuerzo de profesionales comprometidos con su tarea de luchar
contra esta problemática nada en el desamparo casi total y
sólo son tenidos en cuenta a partir de alguna visita ilustre que
con motivo de dar a conocer un fantástico plan de lucha los
hace concurrir, para que avalen con su presencia honorable,
lo que en realidad no es ni más ni menos que una maniobra
política.
Lo cierto es que el mayor traficante fue apresado en nuestro
país, a sabiendas de la blandura de nuestras leyes, flaco
orgullo a la luz de la realidad.