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El relojero ciego - Fieras, alimañas y sabandijas

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tonces la vida debería haberse originado varias veces en la Tierra,<br />

y muchas veces en los planetas dentro del rango de las ondas<br />

de radio de la Tierra. Por supuesto, todo esto origina importantes<br />

cuestiones sobre si los químicos consiguieron duplicar las<br />

condiciones de la Tierra primitiva pero, incluso así, ya que no<br />

tenemos respuesta a estas preguntas, merece la pena seguir con<br />

nuestro argumento.<br />

Si el origen de la vida fue un suceso probable para estándares<br />

humanos ordinarios, habría entonces un número sustancial<br />

de planetas dentro del rango de las ondas de radio que deberían<br />

haber desarrollado una radiotecnología hace ya tiempo (teniendo<br />

en cuenta que las ondas de radio viajan a 300 000 kilómetros<br />

por segundo) como para que nosotros hubiésemos captado,<br />

por lo menos, una transmisión durante las décadas en las<br />

que hemos estado preparados para hacerlo. Hay, probablemente,<br />

alrededor de 50 estrellas dentro del rango de estas ondas de<br />

radio, si asumimos que han tenido radiotecnología sólo durante<br />

el tiempo que la hemos tenido nosotros. Pero 50 años constituyen<br />

un instante efímero, y seria mucha coincidencia que otra<br />

civilización estuviese en un estadio tan cercano a la nuestra. Si<br />

abarcáramos con nuestros cálculos aquellas civilizaciones que hubiesen<br />

tenido radiotecnología hace 1 000 años, habria algo así<br />

como un millón de estrellas en el rango de las ondas de radio<br />

(junto con la cantidad de planetas que estuvieran girando alrededor<br />

de cada una de ellas). Si incluimos aquellas cuya radiotecnología<br />

se remonte a 100 000 años, la galaxia entera de billones<br />

de estrellas estaría dentro del rango de las ondas de radio.<br />

Por supuesto, las señales emitidas se irían atenuando bastante a<br />

lo largo de estas enormes distancias.<br />

Así pues, hemos llegado a la siguiente paradoja. Si una teoría<br />

sobre el origen de la vida es lo bastante «creíble» como para<br />

satisfacer nuestro juicio subjetivo de credibilidad, entonces seria<br />

demasiado «creíble» para justificar la escasez de vida en el universo<br />

tal como lo observamos. De acuerdo con este argumento,<br />

la teoría que estamos buscando tiene que ser una teoría que parezca<br />

increíble a nuestra imaginación limitada, ligada a la Tierra,<br />

ligada a tas décadas. A la luz de esto, tanto la teoría de<br />

Caírns-Smith como la del caldo primitivo, si en algo parecen peligrar<br />

Íes porque pecan de ser demasiado creíbles! Después de<br />

haber dicho todo esto debo confesar que, debido a que existe<br />

una gran incerlidumbre en los cálculos, si un químico consiguiera<br />

crear vida de forma espontánea, realmente no me sentiría desconcertado.<br />

Aún no silbemos con exactitud cómo empezó la selección<br />

natural en la Tierra. Este capítulo ha tenido la modesta finali­<br />

dad de explicar sólo la manera en la que pudo haber ocurrido.<br />

La falta, en la actualidad, de una explicación sobre el origen<br />

de la vida, que esté definitivamente aceptada, no debería interpretarse<br />

como un escollo para una visión completa del mundo<br />

darwiniano, como ocasionalmente -tal vez con un pensamiento<br />

voluntarioso- lo es. En los capítulos anteriores se han discutido<br />

otros posibles escollos, y en el próximo se abordará uno<br />

mas: la idea de que la selección natural sólo puede destruir,<br />

nunca construir.

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