El relojero ciego - Fieras, alimañas y sabandijas
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lejos como para dejar a su padre el DNA (y a su abuelo, la arcilla,<br />
si Cairns-Smith está en lo cierto) mucho más atrás. Si es<br />
así, podemos estar seguros de que los ordenadores estarán en<br />
el furgón.<br />
¿Podría ocurrir que un día lejano unos ordenadores inteligentes<br />
especulen sobre sus propios orígenes perdidos? ¿Caerá<br />
alguno de ellos en la verdad herética de que provienen de una<br />
forma de vida remota, anterior, arraigada en la química orgánica<br />
del carbono, en lugar de en los principios electrónicos basados<br />
en el silicio de sus propios cuerpos? ¿Escribirá un Cairns-Smith<br />
robot un libro ululado la Sustitución electrónica? ¿Volverá a descubrir<br />
el equivalente electrónico de la metáfora del arco, y a comprender<br />
que los ordenadores no han comenzado a existir de manera<br />
espontánea, sino a partir de algún proceso anterior de selección<br />
cumulativa? ¿Entrará en detalles y reconstruirá el DNA<br />
como un duplicador anterior plausible, víctima de la usurpación<br />
electrónica? Y ¿tendrá la suficiente visión como para suponer<br />
que incluso el mismo DNA ha sido un usurpador de duplicadores<br />
primitivos aún más remotos y primitivos, los cristales de silicatos<br />
inorgánicos? Si tiene una mente poética, ¿verá una cierta<br />
justicia en el retorno eventual a la vida basada en el silicio, habiendo<br />
sido el DNA nada más que un interludio, aunque un<br />
interludio que duró más de tres eones?<br />
Esto es ciencia ficción, y es posible que suene forzado. No<br />
importa. De momento, lo más inmediato es que la propia teoría<br />
de Cairns-Smith y, por supuesto, todas las otras teorías sobre el<br />
origen de la vida, pueden sonar forzadas y difíciles de creer. ¿Es<br />
posible encontrar la teoría de la arcilla de Cairns-Smith, y la teoría<br />
más ortodoxa del caldo orgánico primitivo, salvajemente improbables?<br />
¿Suena como si se necesitara un milagro para hacer<br />
que los átomos que están chocando al azar se junten para formar<br />
una molécula que se autoduplique? Bien, a veces también<br />
me suena a mí. Pero miremos más profundamente en este asunto<br />
de los milagros y de la improbabilidad. Así, demostraré un<br />
punto paradójico pero, por ello, más interesante. Nosotros, como<br />
científicos, deberíamos sentirnos un poco preocupados sí el origen<br />
de la vida no nos pareciese milagroso. Una teoría aparentemente<br />
milagrosa (para la conciencia humana ordinaria) es exactamente<br />
la clase de teoría que deberíamos estar buscando en este<br />
asunto concreto del origen de la vida. Este argumento, que equivale<br />
a una discusión sobre lo que quiero decir por «milagro»,<br />
ocupará el resto del capítulo. En cierto sentido, es una extensión<br />
del argumento que esgrimimos antes, sobre los miles de<br />
millones de planetas.<br />
Así pues, ¿qué queremos decir con un milagro? Un milagro<br />
es algo que ocurre, pero que resulta extraordinariamente sorprendente.<br />
Si una estatua de mármol de la Virgen María de repente<br />
agitara su mano hacia nosotros, lo consideraríamos un milagro,<br />
porque toda nuestra experiencia y conocimiento nos dice<br />
que el mármol no se comporta así. Acabo de pronunciar las palabras<br />
«Que me fulmine un rayo en este instante». Si sucediese<br />
en este mismo instante, se consideraría un milagro. Pero ninguno<br />
de estos dos incidentes seria clasificado por la ciencia como<br />
absolutamente imposible. Serían juzgados como muy improbables,<br />
la estatua agitando su mano menos probable que lo del<br />
rayo. La gente es fulminada por los rayos. Cualquiera de nosotros<br />
puede ser fulminado por un rayo, aunque la probabilidad<br />
es muy pequeña en un momento dado (a pesar de que el Guin¬<br />
ness Book of Records muestra una fotografía cautivadora de un<br />
hombre de Virginia, apodado el Conductor de rayos humano,<br />
recobrándose en el hospital de su séptima herida causada por<br />
un rayo, con una expresión de temor y desconcierto en su cara).<br />
Lo único milagroso acerca de mi hipotética historia es la coincidencia<br />
entre el hecho de que yo sea fulminado por un rayo y<br />
mi invocación verbal del desastre.<br />
La coincidencia significa multiplicar la improbabilidad. La probabilidad<br />
de que yo sea fulminado por un rayo en cualquier minuto<br />
de mi vida es quizá de uno en 10 millones, como estimación<br />
conservadora. La probabilidad de que yo invoque el ser fulminado<br />
por un rayo en cualquier minuto en particular es también<br />
muy pequeña. Lo he hecho sólo una vez en los 23 400 000 minutos<br />
que llevo de vida, y dudo que lo haga otra vez, de manera<br />
que cifraremos esta probabilidad en uno en 25 millones. Para<br />
calcular la probabilidad conjunta de que se produzca la coincidencia<br />
de ambas en un minuto cualquiera multiplicaremos las<br />
dos probabilidades por separado. Por mis cálculos aproximados,<br />
viene a ser alrededor de uno en 250 billones. Si me sucediese<br />
una coincidencia de esta magnitud, lo llamaría un milagro y cuidaría<br />
mi lenguaje en el futuro. Pero aunque las probabilidades<br />
en contra de que se produzca esta coincidencia son harto elevadas,<br />
todavía podemos calcularlas. No son literalmente cero.<br />
En el caso de la estatua de mármol, las moléculas en el mármol<br />
sólido están chocando entre sí en direcciones aleatorias. Los<br />
choques de las diferentes moléculas se anulan entre sí, de forma<br />
que la mano de la estatua permanece inmóvil. Pero si ocurriese,<br />
por pura coincidencia, que todas las moléculas se moviesen<br />
en la misma dirección y al mismo tiempo, la mano se movería.<br />
Si invirtieran entonces su dirección en el mismo momento, la<br />
mano se movería hacia atrás. De esta manera, es posible que<br />
una estatua de mármol agite su mano hacia nosotros. Podría su¬