El relojero ciego - Fieras, alimañas y sabandijas
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RNA: lo que hacen es sólo un producto secundario de su configuración.<br />
Y las propias moléculas de RNA no siguen una estrategia<br />
para conseguir ser duplicadas. Incluso, si pudieran pensar,<br />
no existe una razón obvia por la que una entidad pensante<br />
debiera estar motivada a hacer copias de si misma. Si yo supiera<br />
cómo hacer copias de mi mismo, no estoy seguro de que diera<br />
una mayor prioridad a este proyecto en relación con el resto de<br />
cosas que quiero hacer: ¿por qué debería hacerlo? Pero la motivación<br />
es irrelevante para las moléculas. Resulta que la estructura<br />
del RNA viral es tal que hace que la maquinaria celular<br />
produzca masivamente copias de sí mismo. Y si cualquier entidad,<br />
en cualquier lugar del universo, tuviese la propiedad de ser<br />
eficiente haciendo más copias de sí misma, llegaría a haber más<br />
y más copias de esta entidad. Además, como se formarían linajes<br />
de un manera automática y, ocasionalmente, se copiarían con<br />
errores, las versiones posteriores mostrarían una tendencia a ser<br />
mejores haciendo copias de sí mismas que las anteriores, debido<br />
a la potencia del proceso de selección cumulativa. Todo es<br />
simple y automático. Es tan previsible que resulta casi inevitable.<br />
Una molécula de RNA «que tenga éxito» en un tubo de ensayo<br />
lo tendrá a causa de alguna propiedad directa, intrínseca,<br />
algo análogo a la «adhesividad» de mi hipotético ejemplo. Pero<br />
las propiedades como la «adhesividad» son bastante aburridas.<br />
Son propiedades elementales del propio duplicador, propiedades<br />
que tienen un efecto directo sobre su probabilidad de ser duplicado.<br />
¿Qué pasa si el duplicador tiene algún efecto sobre algo<br />
más, que afecte a algo más. que... eventualmente, afecte de manera<br />
indirecta a la probabilidad de que el duplicador sea duplicado?<br />
Puede verse que, aunque existiesen largas cadenas causales<br />
como ésta, todavía se mantendría la verdad fundamental. Los<br />
duplicadores que tuviesen lo necesario para ser duplicados llegarían<br />
a predominar en el mundo, no importa lo larga e indirecta<br />
que fuese la cadena de eslabones causales que influenciase su<br />
probabilidad de ser duplicados. Y, por la misma razón, el mundo<br />
se llenaría de eslabones de esta cadena causal. Vamos a ver estos<br />
eslabones y a maravillarnos ante ellos.<br />
Los vemos todo el tiempo en los organismos modernos. Son<br />
los ojos, la piel, los huesos, los dedos, el cerebro y los instintos.<br />
Estos elementos son las herramientas para la duplicación del<br />
DNA. Están producidos por él, en el sentido de que las diferencias<br />
en los ojos, huesos, instintos, etc., están producidas por diferencias<br />
en el DNA. Ejercen una influencia sobre la duplicación<br />
del DNA que las produjo, en el sentido de que afectan a<br />
la supervivencia y reproducción de los cuerpos, que contienen<br />
el mismo DNA, y cuyo destino es, por tanto, compartido por el<br />
DNA. Así, el propio DNA ejerce una influencia sobre su propia<br />
duplicación, a través de los atributos de los cuerpos. Puede decirse<br />
que el DNA ejerce influencia sobre su propio futuro, y los<br />
cuerpos, sus órganos y los patrones de conducta son sus instrumentos.<br />
Cuando hablamos de poder, estamos hablando de los resultados<br />
de los duplicadores que afectan a su propio futuro, no importa<br />
lo indirectos que puedan ser. Tampoco importa cuántos<br />
eslabones haya en la cadena entre causa y efecto. Si la causa es<br />
una entidad autoduplicativa, el efecto, aunque sea muy distante<br />
e indirecto, podría estar sujeto a la selección natural. Resumiré<br />
esta idea general contando una historia peculiar sobre los castores.<br />
Los detalles son hipotéticos, pero no pueden estar lejos de<br />
la verdad. Aunque nadie haya investigado el desarrollo de las<br />
conexiones cerebrales en el castor, esta clase de investigaciones<br />
se han hecho en otros animales, como los gusanos. Tomo prestadas<br />
sus conclusiones y las aplico a los castores, porque los castores<br />
son más interesantes y congenian mejor con más gente<br />
que los gusanos.<br />
Un gen mutante en un castor es sólo un cambio en una letra<br />
de un texto de mil millones de letras; un cambio en un gen<br />
determinado G. Según va creciendo el joven castor, el cambio<br />
se copia, junto con el resto de las letras del texto, en todas sus<br />
células. En muchas de ellas no se lee el gen G; se leen otros<br />
genes relevantes para su funcionamiento. G se lee, sin embargo,<br />
en algunas células durante el desarrollo del cerebro. Se lee<br />
y se transcribe a copias de RNA. Las copias de trabajo del RNA<br />
flotan en el interior de las células, y, eventualmente, algunas se<br />
encuentran con máquinas de hacer proteínas llamadas ribosomas.<br />
Las máquinas leen los planes de trabajo del RNA, y originan<br />
nuevas moléculas de proteínas siguiendo sus especificaciones.<br />
Las moléculas de proteínas se pliegan de una manera concreta,<br />
determinada por la secuencia de sus aminoácidos, que a<br />
su vez está gobernada por la secuencia del código de DNA para<br />
el gen G. Cuando el gen G se muta, el cambio constituye una<br />
diferencia crucial para la secuencia de aminoácidos especificada<br />
normalmente por el gen G y, en consecuencia, también para la<br />
forma de plegarse la molécula proteica.<br />
Las moléculas proteicas ligeramente alteradas son producidas<br />
masivamente por las máquinas que fabrican proteínas en las<br />
células del cerebro en desarrollo. Estas moléculas actúan, a su<br />
vez, como enzimas, máquinas que fabrican otros compuestos en<br />
la célula, los productos de los genes. Los productos del gen G<br />
encuentran su camino hacia la membrana que rodea la célula, y<br />
se imbrican en los procesos mediante los cuales la célula esta¬