El relojero ciego - Fieras, alimañas y sabandijas
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nes con los números 64489, 64490 y 64491, juntas, muestran<br />
un patrón con un contenido particular —de unos y ceros— que<br />
cuando se interpretan como instrucciones, dan como resultado<br />
que el pequeño altavoz del ordenador emita un pitido. La combinación<br />
de hits es 10101101 00110000 11000000. No hay nada<br />
inherente en ella que pite o haga ruido. Nada que indique que<br />
va a tener este efecto sobre el altavoz. Ejerce su acción sólo por<br />
la forma en que está conectado del resto del ordenador. De igual<br />
manera, las combinaciones del código de cuatro letras del DNA<br />
ejercen efectos, por ejemplo, sobre el color de los ojos o sobre<br />
el comportamiento, pero sin que sean inherentes a las propias<br />
combinaciones del DNA. Ejercen estos efectos sólo como resultado<br />
de la manera en que se desarrolla el resto del embrión,<br />
que, a su vez, está influenciado por los efectos combinados de<br />
otras partes del DNA. Esta interacción entre genes será el lema<br />
principal del capítulo 7.<br />
Antes de que puedan estar implicados en algún tipo de acción,<br />
los símbolos del código del DNA tienen que ser traducidos<br />
a otro medio. Primero se traducen a los símbolos correspondientes<br />
del RNA. <strong>El</strong> RNA tiene también un alfabeto de cuatro<br />
letras. A partir de aquí, se traducen a diferentes clases de<br />
polímeros, llamados polipéptidos o proteínas. Podrían denominarse<br />
pol¡aminoácidos, porque sus unidades básicas son aminoácidos.<br />
Hay 20 tipos de aminoácidos en las células vivas. Todas<br />
las proteínas biológicas son cadenas formadas por estos 20 bloques<br />
básicos. Aunque sean cadenas de aminoácidos, la mayoría<br />
no adoptan una forma larga y filamentosa. Cada uno se transforma<br />
en un complicado ovillo, cuya forma viene determinada<br />
por el orden en que se encuentran los aminoácidos. Por tanto,<br />
la forma de este ovillo no varía nunca para una secuencia de<br />
aminoácidos determinada. La secuencia, a su vez, viene determinada<br />
por los símbolos del código de un segmento de DNA<br />
(a través del RNA como intermediario). Existe, por tanto, la sensación<br />
de que la forma de enrollarse una proteína en tres dimensiones<br />
viene determinada por la secuencia de los símbolos<br />
del código de DNA en una dimensión.<br />
<strong>El</strong> procedimiento de traducción incluye el célebre «código<br />
genético» de tres letras. Es un diccionario, en el que cada uno<br />
de los 64 (4 x 4 x 4) trípletes posibles de símbolos de DNA (o<br />
RNA) se traducen en uno de los 20 aminoácidos, o en un símbolo<br />
de «punto final». Hay tres símbolos de puntuación equivalentes<br />
al «punto final». Muchos de los aminoácidos están codificados<br />
por más de un triplete (como puede suponerse por el<br />
hecho de que hay 64 tripletes y sólo 20 aminoácidos). Todo el<br />
proceso de traducción desde el DNA ROM estrictamente secuen¬<br />
cial hasta la estructura tridimensional meticulosamente invariable<br />
de las proteínas, es una proeza remarcable de tecnología informática<br />
digital. Los pasos siguientes a través de los cuales los<br />
genes ejercen su influencia sobre el cuerpo tienen una similitud<br />
menos obvia con los ordenadores.<br />
Cada célula viva, incluso una bacteria, puede imaginarse como<br />
una gigantesca factoría química. Los patrones de DNA, o genes,<br />
ejercen sus efectos influenciando el curso de los hechos en esta<br />
factoría, a través de sus efectos sobre la estructura tridimensional<br />
de las moléculas de proteínas. La palabra gigantesca puede<br />
parecer sorprendente para una célula, más si recordamos que<br />
podemos acomodar 10 millones de bacterias en la superficie de<br />
la cabeza de un alfiler. Pero recordemos también que cada una<br />
de estas células es capaz de contener el Nuevo Testamento completo<br />
y, además, es gigantesca, si se mide el número de máquinas<br />
sofisticadas que contiene. Cada máquina es una gran molécula<br />
de proteína, ensamblada bajo la influencia de un segmento<br />
determinado de DNA. Las moléculas proteicas denominadas enzimas<br />
son máquinas, en el sentido de que cada una hace que se<br />
produzca una reacción química determinada. Cada tipo de proteína-máquina<br />
fabrica su producto químico particular. Para hacerlo,<br />
utiliza las materias primas que están flotando alrededor<br />
de la célula, y que son, probablemente, producto de otras proteínas-máquinas.<br />
Para tener una idea del tamaño de estas proteínas-máquinas,<br />
cada una está compuesta de 6000 átomos, lo que<br />
es muy grande para estándares moleculares. Hay cerca de un<br />
millón de estas máquinas en una célula, y más de 2 000 tipos<br />
distintos, cada uno especializado en realizar una operación concreta<br />
dentro de la factoría química, la célula. Son los productos<br />
químicos característicos de estas enzimas los que dan a la célula<br />
su forma y comportamiento individuales.<br />
Dado que todas las células somáticas contienen los mismos<br />
genes, puede parecer sorprendente que no sean todas iguales.<br />
<strong>El</strong> motivo es que se leen distintos subgrupos de genes en diferentes<br />
tipos de células, ignorándose el resto. En las células hepáticas,<br />
no se leen aquellas partes del DNA ROM específicamente<br />
relevantes para la formación de un riñon, y viceversa. La<br />
forma y el comportamiento de una célula depende de qué genes<br />
están siendo leídos y traducidos en productos proteicos, en su<br />
interior. Esto, a su vez, depende de las sustancias químicas que<br />
hay ya en la célula, lo que depende, en parte, de los genes que<br />
han sido leídos previamente, y en parte de los que han sido leídos<br />
en las células vecinas. Cuando una célula se divide en dos,<br />
las dos células hijas no son necesariamente iguales. En el óvulo<br />
original fertilizado, por ejemplo, ciertas sustancias químicas se