El relojero ciego - Fieras, alimañas y sabandijas
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termedios. Esto es lo que quiero decir cuando hablo metafóricamente<br />
de «vagar» por la Tierra de las Bioformas.<br />
Quería tratar de representar este espacio genético con un dibujo.<br />
<strong>El</strong> problema es que los dibujos tienen dos dimensiones.<br />
<strong>El</strong> espacio genético en el que se asientan las bioformas no es<br />
un espacio bidimensional. No es, ni siquiera, un espacio tridimensional;<br />
es un espacio que tendría 9 dimensiones. (Lo importante<br />
a recordar sobre las matemáticas es que no hay que<br />
asustarse. No son tan difíciles como pretenden, a veces, sus grandes<br />
sacerdotes. Siempre que me siento intimidado, recuerdo la<br />
frase de Silvanus Thompson en su Calculus Made Easy (<strong>El</strong> cálculo<br />
simplificado): «Lo que puede hacer un loco, lo puede hacer<br />
otro.») Si pudiéramos dibujar un espacio genético con nueve dimensiones,<br />
podríamos hacer que cada una se correspondiera con<br />
uno de los nueve genes. La posición de un animal concreto,<br />
por ejemplo, un escorpión o un murciélago o un insecto, vendría<br />
determinada por el valor numérico de sus nueve genes. Los<br />
cambios evolutivos consistirían en caminar paso a paso a través<br />
de este espacio. La diferencia existente entre dos animales y,<br />
por tanto, el tiempo empleado en evolucionar, y la dificultad para<br />
evolucionar de uno a otro, se mediría como la distancia entre<br />
ambos dentro de este espacio de nueve dimensiones.<br />
¡Ay!, no podemos dibujar en nueve dimensiones. Traté de<br />
arreglarlo, trazando un dibujo en dos dimensiones, que me condujera<br />
hacia algo que pudiera percibirse como un movimiento<br />
punto por punto en el espacio genético de nueve dimensiones<br />
de la Tierra de las Bioformas. Hay varias formas posibles de<br />
hacer esto, y escogí una que llamo el truco del triángulo. Obsérvese<br />
la figura 6. En los tres ángulos del triángulo hay tres<br />
bioformas escogidas de manera arbitraria. La de la parte superior<br />
es el árbol básico; la de la izquierda, uno de «mis» insectos,<br />
y la de la derecha no tiene nombre pero pensé que era muy<br />
bonita. Como todas las bioformas, cada una de estas tres tiene<br />
su propia fórmula genética, que determina su posición única en<br />
el espacio genético de nueve dimensiones.<br />
<strong>El</strong> triángulo descansa en un «plano» bidimensional que corta<br />
el hipervolumen de nueve dimensiones (lo que puede hacer un<br />
loco, lo puede hacer otro). <strong>El</strong> plano sería como un trozo de cristal<br />
clavado en un trozo de gelatina. En el cristal está dibujado el<br />
triángulo, y también algunas de las bioformas cuyas fórmulas genéticas<br />
les da derecho a asentarse sobre este plano en particular.<br />
¿Qué es lo que les da derecho? Aquí es donde entran en<br />
acción las tres bioformas situadas en los ángulos del triángulo.<br />
Son las denominadas bioformas de situación.<br />
Hay que recordar que toda la idea de «distancia» en el «es<br />
pacio» genético descansa en el hecho de que las bioformas genéticamente<br />
similares son vecinas cercanas, y las bioformas<br />
genéticamente diferentes lo son lejanas. En este plano concreto,<br />
todas las distancias están calculadas con referencia a las tres bioformas<br />
de situación. Para cualquier punto situado en la lámina<br />
de cristal, esté dentro o fuera del triángulo, su fórmula genética<br />
se calcula como una «media compensada» de las fórmulas genéticas<br />
de las tres bioformas de situación. Probablemente, el lector<br />
ya habrá adivinado cómo se hace esta compensación: midiendo<br />
en la página la distancia, o más exactamente la cercanía,<br />
que hay desde el punto en cuestión a las tres bioformas de situación.<br />
Así pues, cuanto más cerca nos encontremos del insecto<br />
en el plano, más se parecerán a un insecto las bioformas locales.<br />
Si nos movemos hacia el árbol a lo largo del cristal, los<br />
«insectos» se volverán gradualmente menos parecidos a los insectos<br />
y más a los árboles. Si nos situamos en el centro del triángulo,<br />
los animales que se encuentran allí, por ejemplo, la araña<br />
con un candelabro judío de siete brazos en su cabeza, serán el<br />
resultado de los diferentes «compromisos genéticos» entre las<br />
tres bioformas de situación.<br />
Pero esta explicación da, en conjunto, demasiada importancia<br />
a las tres bioformas de situación. Hay que admitir que el