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El relojero ciego - Fieras, alimañas y sabandijas

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fructuosas hermanas. Así pues, el dibujo muestra, básicamente,<br />

sólo la linca principal de evolución, guiada por mi selección estética.<br />

Aquí se exhiben todos los estadios de la linea principal.<br />

Vayamos brevemente a través de las primeras generaciones<br />

de la línea principal de evolución en la figura 4. <strong>El</strong> punto se<br />

convierte en una Y en la generación 2. En las dos generaciones<br />

siguientes, la Y se hace más grande. Luego las ramas se tornan<br />

ligeramente curvas, como un tirachinas bien hecho. En la generación<br />

7, la curva es tan acentuada, que las dos ramas casi se<br />

tocan. Las ramas curvadas se hacen más grandes, y cada una<br />

adquiere un par de pequeños apéndices en la generación 8. En<br />

la generación 9 estos apéndices se pierden de nuevo, y el tronco<br />

del tirachinas se hace más largo. La generación 10 parece una<br />

sección a través de una flor; las ramas laterales curvadas parecen<br />

pétalos formando un cáliz alrededor de un apéndice central<br />

o «estigma». En la generación 11, la misma forma de «flor» se<br />

ha hecho más grande y ligeramente más compleja.<br />

No seguiré con la narración. <strong>El</strong> dibujo habla por sí mismo,<br />

en cada una de las 29 generaciones. Obsérvese cómo cada generación<br />

se diferencia sólo un poco de su progenitor y de sus<br />

hermanas. Al ser cada una sólo un poco diferente de sus padres,<br />

se espera que sólo se diferencie un poco más de sus abuelos<br />

(y sus nietos) y algo más de sus bisabuelos (y biznietos). En<br />

esto consiste la evolución cumulativa, aunque, debido a nuestra<br />

elevada tasa de mutación, la hemos acelerado hasta alcanzar un<br />

ritmo irreal. Por eso, la figura 4 parece más un árbol genealógico<br />

de especies que de individuos, pero el principio es el mismo.<br />

Cuando escribí el programa, nunca pensé que evolucionaría<br />

hacía algo más que una variedad de dibujos arboriformes. Yo<br />

esperaba encontrar sauces llorones, cedros del Líbano, álamos<br />

de Lombardía, algas marinas, quizá cuernos de venado. Nada<br />

relacionado con mi intuición de biólogo, nada en mis veinte años<br />

de experiencia programando ordenadores, y nada en mis sueños<br />

más salvajes, me había preparado para ver lo que surgió en<br />

realidad de la pantalla. No puedo recordar exactamente en qué<br />

punto de la secuencia comencé a ver que era posible la evolución<br />

de algo parecido a un insecto. Bajo esta presunción incontrolada,<br />

comencé a seguir el desarrollo, generación tras generación,<br />

de cualquier cría que se pareciese a un insecto. Mi incredulidad<br />

creció paralelamente con la evolución del parecido. Los<br />

resultados finales se observan en la parte inferior de la figura 4.<br />

Hay que admitir que tienen ocho palas como una araña, en lugar<br />

de seis, como un insecto, ¡pero aun así! No puedo ocultar el<br />

alborozo que sentí cuando descubrí estas criaturas exquisitas surgiendo<br />

ante mis ojos. Oí claramente los violines triunfales de la

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