El relojero ciego - Fieras, alimañas y sabandijas

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09.05.2013 Views

El relojero ciego Algunas teorías de la ciencia, como el darwinismo, al ser presentadas al resto de la comunidad científica y ai público en general, han despertado controversias y, en algunos casos, oposiciones viscerales que serían impensables en otros aspectos de la cultura humana. Cuando apareció formulada la teoría de la evolución de las especies por selección natural, hace ya casi ciento cincuenta anos, muchas personas, en efecto, reaccionaron airadamente porque creían ver en ella una terrible amenaza para su fe religiosa. La comunidad científica fue más cauta y se dividió entre quienes se adhirieron con entusiasmo a lo que propoma Darwin y quienes mostraron un marcado escepticismo conservador. Los años fueron acumulando pruebas: poco a poco los escépticos cedieron y la Biología experimentó el gran avance que conocemos en la actualidad, pero entre el público no especializado quedaron círculos muy amplios en los que todavía la obra de Darwin, y el evolucionismo que de ella se deriva, es objeto de amplio debate y de ásperas controversias. Este libro deshace una buena parte de esos equívocos que normalmente se proyectan sobre el evolucionismo; y sobre todo es un intento serio de explicar basándose en la teoría de Darwin cómo han podido llegar a existir formas de vida tan increíblemente complejas como nosotros mismos, a partir de los más simples materiales. La complejidad del diseño La inusitada habilidad que han desarrollado los murciélagos en la utilización de los ecos producidos por los ultrasonidos que ellos mismos emiten sirve a Richard Dawkins para ejemplificar el extraordinario grado de sofisticación que han alcanzado los órganos de los seres vivos. Para Dawkins, tal complejidad de diseño no puede explicarse apelando simplemente al azar, ya que éste es sólo un elemento, y ni siquiera central, de la teoría darwiniana. En realidad, lo que fundamenta a ésta es la idea de la selección cumulativa en la que cada mejora, aunque sea mínima constituye la base para una etapa posterior. Sirviéndose de la analogía que le proporcionan las bioformas producidas por un programa informático, el autor analiza la importancia que llegan a adquirir, con el paso de las generaciones, los pequeños cambios acumulados y aclara que la evolución no tiene una finalidad a largo plazo, y es porque la selección natural cumulativa se comporta como «un relojero ciego».

El código genético Uno de los argumentos preferidos por los antievolucionistas es el de que un órgano, por ejemplo un ojo, sólo es útil cuando está totalmente desarrollado, pero representa una desventaja en las fases intermedias de su evolución. Dawkins demuestra que es mejor ver un poco y mal, que no ver nada. De hecho, entre las especies actuales existen numerosos ejemplos de órganos «a medio hacer», o chapuceramente terminados, según el criterio de un diseñador exigente, que sin embargo representan una ventaja evidente para sus poseedores en la lucha por la supervivencia. El análisis detallado de cómo funciona la inscripción, conservación y modificación de la información contenida en las moléculas del ADN de todos los seres vivos proporciona una valiosa información sobre la manera gradual con que se producen los cambios que finalmente conducirán a la apuración de razas y especies nuevas. Las dificultades de la clasificación Los intentos de clasificar las especies vivas son muy antiguos, pero muchos de esos sistemas clasificatorios fueron fracasando a medida que aumentaba la cantidad de las especies conocidas. Los sistemas que no cayeron en desuso se encontraron, no obstante, en serios aprietos al intentar clasificar las numerosas especies extinguidas que han dejado restos fosilizados. No ha ocurrido así con la taxonomía cladística que, basada en las relaciones evolutivas, clasifica las especies según la cercanía de su parentesco, de manera que todos aquellos organismos que tienen un antepasado cercano común se convierten en ramas de un mismo tronco. Descendiendo por el árbol, se encontraría un antepasado común a todos los seres vivos que existen o existieron alguna vez. Dawkins encuentra la prueba de la existencia de dicho antepasado en la universalidad del código genético. La Biología molecular abre así la puerta para confeccionar un sistema taxonómico completo, basado en las similitudes y diferencias entre los genes de todas las especies. Finalmente, Dawkins rebate uno por uno los argumentos de las escuelas biológicas que se oponen al darwinismo, apoyándose fundamentalmente en la Embriología y en la Genética. Otros libros de la colección relacionados con el tema El anillo del rey Salomón de K. Lorenz La vida a prueba de D. Allenborough El mono desnudo de D. Morris Richard Dawkins EL RELOJERO CIEGO

<strong>El</strong> <strong>relojero</strong> <strong>ciego</strong><br />

Algunas teorías de la ciencia, como el darwinismo, al ser presentadas<br />

al resto de la comunidad científica y ai público en general, han despertado<br />

controversias y, en algunos casos, oposiciones viscerales que<br />

serían impensables en otros aspectos de la cultura humana. Cuando<br />

apareció formulada la teoría de la evolución de las especies por selección<br />

natural, hace ya casi ciento cincuenta anos, muchas personas, en<br />

efecto, reaccionaron airadamente porque creían ver en ella una terrible<br />

amenaza para su fe religiosa. La comunidad científica fue más cauta y<br />

se dividió entre quienes se adhirieron con entusiasmo a lo que propoma<br />

Darwin y quienes mostraron un marcado escepticismo conservador.<br />

Los años fueron acumulando pruebas: poco a poco los escépticos<br />

cedieron y la Biología experimentó el gran avance que conocemos<br />

en la actualidad, pero entre el público no especializado quedaron círculos<br />

muy amplios en los que todavía la obra de Darwin, y el evolucionismo<br />

que de ella se deriva, es objeto de amplio debate y de ásperas<br />

controversias.<br />

Este libro deshace una buena parte de esos equívocos que normalmente<br />

se proyectan sobre el evolucionismo; y sobre todo es un intento<br />

serio de explicar basándose en la teoría de Darwin cómo han podido<br />

llegar a existir formas de vida tan increíblemente complejas como nosotros<br />

mismos, a partir de los más simples materiales.<br />

La complejidad del diseño<br />

La inusitada habilidad que han desarrollado los murciélagos en la utilización<br />

de los ecos producidos por los ultrasonidos que ellos mismos<br />

emiten sirve a Richard Dawkins para ejemplificar el extraordinario<br />

grado de sofisticación que han alcanzado los órganos de los seres vivos.<br />

Para Dawkins, tal complejidad de diseño no puede explicarse<br />

apelando simplemente al azar, ya que éste es sólo un elemento, y ni<br />

siquiera central, de la teoría darwiniana. En realidad, lo que fundamenta<br />

a ésta es la idea de la selección cumulativa en la que cada mejora,<br />

aunque sea mínima constituye la base para una etapa posterior.<br />

Sirviéndose de la analogía que le proporcionan las bioformas producidas<br />

por un programa informático, el autor analiza la importancia<br />

que llegan a adquirir, con el paso de las generaciones, los pequeños<br />

cambios acumulados y aclara que la evolución no tiene una finalidad<br />

a largo plazo, y es porque la selección natural cumulativa se comporta<br />

como «un <strong>relojero</strong> <strong>ciego</strong>».

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