El relojero ciego - Fieras, alimañas y sabandijas
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sica de ramificación es muy simple. Debido a que ésta se aplica<br />
de manera repetitiva a las puntas en crecimiento de todo el árbol<br />
—las ramas dan lugar a sub-ramas; después, cada sub-rama origina<br />
sub-sub-ramas, y asi sucesivamente— es por lo que lodo el<br />
árbol termina siendo grande y frondoso.<br />
La ramificación repetitiva es también una buena metáfora<br />
para el desarrollo embrionario de las plantas y los animales, en<br />
general. No quiero decir que los embriones animales parezcan<br />
árboles con ramas. No lo parecen. Pero todos los embriones crecen<br />
por división celular. Las células se dividen siempre en dos<br />
células hijas. Y los genes ejercen siempre sus efectos finales<br />
sobre el cuerpo por medio de influencias locales sobre las células,<br />
y sobre los patrones de ramificación bidireccional de la diferenciación<br />
celular. Los genes de un animal no son nunca un<br />
gran diseño, una fotografía del cuerpo entero. Los genes, como<br />
veremos, son más una receta que una fotografía; y una receta,<br />
por otra parte, que es seguida no sólo por el embrión en desarrollo<br />
en su totalidad, sino también por cada célula o cada grupo<br />
local de células en división. No estoy negando que el embrión,<br />
y más tarde el adulto, tenga una forma a gran escala. Pero esta<br />
forma emerge debido a la influencia de muchos efectos pequeños<br />
a nivel celular local por todo el cuerpo en desarrollo, y estos<br />
efectos locales consisten, básicamente, en ramificaciones bidireccionales,<br />
en forma de divisiones celulares. Gracias a la influencia<br />
sobre estos hechos locales, los genes ejercen influencias en<br />
último extremo sobre el cuerpo adulto.<br />
Esta simple regla de ramificación para dibujar árboles parece,<br />
pues, un modelo análogo prometedor del desarrollo embrionario.<br />
La introduje en un pequeño protocolo informatizado, denominado<br />
DESARROLLO, que estaba preparado para ser incluido<br />
en un programa más grande, llamado EVOLUCIÓN. Como primer<br />
paso para escribir este último programa, dirigimos nuestra atención<br />
hacia los genes. ¿Cómo deberíamos representar los «genes»<br />
en nuestro modelo informatizado? Los genes en la vida real<br />
hacen dos cosas. Influencian el desarrollo y se transmiten a las<br />
futuras generaciones. En los animales y plantas reales hay miles<br />
y miles de genes, pero nosotros limitaremos modestamente el<br />
programa de nuestro modelo a nueve. Cada uno de los nueve<br />
genes estará representado por un número en el ordenador, que<br />
llamaremos su valor. <strong>El</strong> valor de un gen determinado podría ser,<br />
por ejemplo, 4, o —7.<br />
¿Como haremos que estos genes tengan influencia sobre el<br />
desarrollo? Hay muchas cosas que podrían hacer. La idea básica<br />
es que deberían ejercer alguna influencia cuantitativa sobre las<br />
reglas de dibujo que constituyen el programa DESARROLLO. Por<br />
ejemplo, un gen podría influenciar el ángulo de ramificación, otro<br />
podría influenciar la longitud de una rama determinada. Otra<br />
cosa que hace un gen es influenciar la profundidad de la repetición,<br />
o sea, el número de ramificaciones sucesivas. Yo hice que<br />
el gen 9 tuviese este efecto. Puede observarse la figura 2, por<br />
lanío, como un cuadro de siete organismos relacionados, idénticos<br />
entre sí, excepto el gen 9. No diré en detalle lo que hace<br />
cada uno de los ocho genes restantes. Se puede tener una idea<br />
general del tipo de efectos que tienen si se observa la figura 3.<br />
En el centro del dibujo está el árbol básico, uno de los de la<br />
figura 2. Rodeando esle árbol hay otros ocho. Todos son iguales<br />
al árbol central, excepto en uno de sus genes, un gen distinto<br />
en cada árbol, que se ha cambiado: ha «mutado». Por ejemplo,<br />
el dibujo a la derecha del árbol central muestra qué sucede<br />
cuando el gen 5 se muta añadiéndole +1 a su valor. Si hubiese<br />
habido sitio, me habría gustado imprimir un círculo de 18 mulantes<br />
alrededor del árbol central. La razón para desear 18 es<br />
que hay 9 genes, y así cada uno podría mutarse en dirección<br />
«hacia arriba» (añadiendo 1 a su valor) o en dirección «hacia<br />
abajo» (restando 1 a su valor). Así pues, un círculo de 18 árboles<br />
sería suficiente para representar todos los mutantes unitarios<br />
posibles que pueden derivarse de un árbol central<br />
Cada uno de estos árboles tiene su propia «fórmula genética»,<br />
el valor numérico de sus nueve genes. No he escrito las<br />
fórmulas genéticas debajo porque, por sí solas, no tendrían ningún<br />
significado para el lector. Sucede lo mismo con los genes<br />
reales. Los genes sólo comienzan a significar algo cuando son<br />
traducidos, mediante la síntesis de proteínas, en reglas de crecimiento<br />
para el embrión en desarrollo. También en el modelo<br />
del ordenador, el valor numérico de los nueve genes sólo significa<br />
algo cuando son traducidos en reglas de crecimiento del patrón<br />
de arborización. Pero se puede tener una idea de lo que<br />
hace cada gen comparando los cuerpos de dos organismos que<br />
se sabe que difieren respecto a un gen determinado. Compárese,<br />
por ejemplo, el árbol básico en el centro del dibujo con los<br />
dos árboles situados a cada lado, y se tendrá una idea de lo que<br />
hace el gen 5.<br />
Esto es exactamente lo que hacen los genetistas en la vida<br />
real. No saben cómo ejercen sus efectos los genes sobre los embriones.<br />
Tampoco conocen la fórmula genética completa de cualquier<br />
animal. Pero comparando los cuerpos de dos animales<br />
adultos que se sabe que difieren en un gen, pueden ver qué efectos<br />
tiene ese gen único. En realidad, es más complicado, puesto<br />
que los efectos de los genes interaccionan entre sí de forma que<br />
es algo más complejo que una simple adición. Lo mismo es exac¬