El relojero ciego - Fieras, alimañas y sabandijas
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los 35 ejemplos del obispo en términos de la teoría de la selección<br />
natural, aunque no todos son tan fáciles como el de<br />
los osos polares. Pero nosotros no estamos poniendo a prueba<br />
la ingenuidad humana. Incluso si encontráramos un ejemplo<br />
que no pudiésemos explicar, deberíamos dudar antes de llegar a<br />
cualquier conclusión grandiosa, partiendo del hecho de nuestra<br />
propia incapacidad. <strong>El</strong> propio Darwin fue muy claro en este<br />
punto.<br />
Hay versiones más serias del Argumento de la Incredulidad<br />
Personal, que no descansan simplemente en la ignorancia o falta<br />
de ingenuidad. Una de las variantes del argumento utiliza el sentimiento<br />
extremo de admiración que todos sentimos cuando nos<br />
enfrentamos con un mecanismo muy complejo, como la perfección<br />
detallada del equipo de ecolocalización de los murciélagos.<br />
La implicación que esto tiene es que resulta evidente que algo<br />
tan maravilloso probablemente no podría haber evolucionado por<br />
selección natural. <strong>El</strong> obispo cita, con autorización, un texto de<br />
G. Bennett sobre las telas de araña:<br />
Es imposible que cualquiera que haya observado este trabajo<br />
durante muchas horas, tenga la menor duda de que tas arañas<br />
modernas de esta especie o sus antepasados hayan sido en algún<br />
momento los arquitectos de la tela de araña, o conciba que ésta<br />
pudiese haber sido producida paso a paso mediante variaciones<br />
aleatorias; sería tan absurdo como suponer que las intrincadas y<br />
exactas proporciones del Partenón se hubiesen producido apilando<br />
trozos de mármol.<br />
No es del todo imposible. Esto es exactamente lo que creo,<br />
y tengo cierta experiencia en arañas y sus telas.<br />
<strong>El</strong> obispo continúa con el ojo humano, preguntando retóricamente,<br />
con la seguridad de que no existe respuesta: «?Cómo<br />
pudo evolucionar un órgano tan complejo?» Esto no es un argumento,<br />
es simplemente una afirmación de incredulidad. <strong>El</strong> motivo<br />
fundamental de la incredulidad intuitiva que todos estamos<br />
tentados a sentir sobre lo que Darwin llamó órganos de extrema<br />
perfección y complejidad, creo que es doble. Primero, no<br />
tenemos un dominio intuitivo de la inmensidad de tiempo disponible<br />
para el cambio evolutivo. La mayoría de los escépticos<br />
sobre la selección natural están dispuestos a aceptar que se pueden<br />
realizar pequeños cambios, como la coloración oscura que<br />
ha evolucionado en varias especies de polillas desde la revolución<br />
industrial. Pero, después de admitirlo, indican lo pequeño<br />
que es el cambio. Como subraya el obispo, la polilla oscura no<br />
es una nueva especie- Estoy de acuerdo en que es un cambio<br />
pequeño, que no tiene parangón con la evolución del ojo, o la<br />
de la ecolocalización. Pero igualmente, las polillas sólo necesitaron<br />
cien años para realizar este cambio. A nosotros nos parece<br />
que cien años es mucho tiempo porque constituye un período<br />
más largo que nuestra vida. Pero para un geólogo es unas mil<br />
veces más corto que lo que él suele medir.<br />
Los ojos no se fosilizan, de manera que no sabemos cuánto<br />
tiempo fue necesario para que nuestro tipo de ojo evolucionase<br />
desde la nada hasta su complejidad y perfección actuales, pero<br />
el tiempo disponible es de varios cientos de millones de años.<br />
Hay que pensar, a modo de comparación, en los cambios que<br />
el hombre ha conseguido en un tiempo más corto con la selección<br />
genética de perros. En unos pocos de cientos o, como<br />
mucho, miles de años hemos ido desde el lobo al pekinés, bull¬<br />
dog, chihuahua y San Bernardo. Ah, pero siguen siendo perros,<br />
¿no? ¿No se han transformado en un tipo de animal diferente?<br />
Sí, si conforta jugar con palabras como ésta, se les puede llamar<br />
perros a todos. Pero hay que pensar en el tiempo invertido. Representemos<br />
todo el tiempo necesario para que evolucionasen<br />
estas razas de perro a partir del lobo, por un modo normal de<br />
andar. A esa misma escala, ¿cuánta distancia tendríamos que andar,<br />
para volver hasta Lucy y sus parientes, los fósiles humanos<br />
más primitivos que caminaron inequívocamente erectos? La<br />
respuesta es alrededor de tres kilómetros. Y ¿qué distancia se<br />
tendría que caminar para volver al comienzo de la evolución<br />
sobre la Tierra? La respuesta es que habría que recorrer todo el<br />
camino desde Londres a Bagdad. Hay que pensar en la cantidad<br />
de cambios producidos en ir desde el lobo hasta el chihuahua,<br />
y multiplicarla luego por el número de pasos entre Londres y<br />
Bagdad. Esto nos dará una idea aproximada del cambio que podemos<br />
esperar en la evolución natural real.<br />
<strong>El</strong> segundo motivo de nuestra incredulidad natural sobre la<br />
evolución de órganos muy complejos, como el ojo humano y<br />
las orejas del murciélago, consiste en una aplicación intuitiva de<br />
la teoría de la probabilidad. <strong>El</strong> obispo Montefiore acola una cita<br />
de C. E. Raven sobre los cuclillos. Estos ponen sus huevos en<br />
el nido de otros pájaros, que actúan como padres adoptivos involuntarios.<br />
Como tantas adaptaciones biológicas, ésta no es<br />
única sino múltiple. Varios hechos diferentes sobre los cuclillos<br />
los hacen adaptarse a su forma de vida parasitaria. Por ejemplo,<br />
la madre tiene la costumbre de poner los huevos en los nidos<br />
de otros pájaros, y la cría la costumbre de lanzar fuera del nido<br />
a los polluelos del anfitrión. Los dos hábitos ayudan al cuclillo<br />
a triunfar en su vida parasitaria. Raven continúa: