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El relojero ciego - Fieras, alimañas y sabandijas

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ella misma. <strong>El</strong> creacionista, sea un inocente lector de la Biblia o<br />

un obispo culto, postula la existencia de un ser con una inteligencia<br />

y complejidad prodigiosas. Si vamos a permitirnos el lujo<br />

de postular la existencia de una entidad compleja organizada sin<br />

ofrecer una explicación, podríamos también reducirlo a un solo<br />

trabajo y postular la existencia de la vida tal y como la conocemos.<br />

Resumiendo, la creación divina, sea instantánea o en forma<br />

de evolución guiada, se une a la lista de las otras teorías que<br />

hemos considerado en este capítulo. Todas muestran alguna apariencia<br />

superficial de ser alternativas al darwinismo, cuyos méritos<br />

podrían comprobarse acudiendo a la evidencia. Todas resultan,<br />

cuando se las inspecciona en detalle, no ser rivales del darwinismo,<br />

después de todo. La teoría de la evolución mediante<br />

una selección natural cumulativa es la única teoría Que conocemos,<br />

en principio, capaz de explicar la existencia de una entidad<br />

compleja organizada. Incluso si la evidencia no la favoreciese,<br />

¡sería todavía la mejor teoría disponible! De hecho, la evidencia<br />

la favorece. Pero es otra historia-<br />

Digamos la conclusión de toda la historia. La esencia de la<br />

vida es la improbabilidad estadística a una escala colosal. Cualquiera<br />

que sea la explicación de la vida, por lo tanto, no puede<br />

ser el azar. La verdadera explicación de la existencia de la vida<br />

debe incorporar la verdadera antítesis del azar. La antítesis del<br />

azar es la supervivencia no aleatoria, correctamente entendida.<br />

La supervivencia no aleatoria impropiamente entendida, no es<br />

la antitesis del azar, sino el propio azar. Existe un espectro continuo<br />

que conecta estos dos extremos, y es este espectro continuo<br />

entre la selección en una sola etapa y la selección cumulativa.<br />

La selección en una sola etapa es otra manera de etiquetar<br />

el puro azar. Esto es lo que quiero dar a entender por supervivencia<br />

no aleatoria impropiamente entendida. La selección cu¬<br />

mulativa, mediante una gradación lenta y gradual, es la explicación,<br />

la única, sobre la que se puede trabajar, de las que se han<br />

propuesto en algún momento, para explicar la existencia de la<br />

vida con un diseño complejo.<br />

Todo el libro ha estado dominado por la idea del azar, por<br />

las probabilidades astronómicamente grandes en contra del origen<br />

espontáneo del orden, la complejidad y el diseño aparente.<br />

Hemos buscado una forma de domar al azar, de extraer sus colmillos.<br />

<strong>El</strong> «azar salvaje», el azar puro y desnudo, significa un<br />

diseño ordenado que comienza a existir a partir de la nada, de<br />

un solo salto. Sería el azar salvaje, si no hubiese ojos en un<br />

momento dado, y, de repente, apareciese un ojo, en el transcurso<br />

de una generación, totalmente diseñado, perfecto y completo.<br />

<strong>El</strong>lo es posible, pero las probabilidades en contra nos man­<br />

tendrían ocupados escribiendo ceros hasta el final de los tiempos.<br />

Lo mismo se aplica a las probabilidades en contra de la<br />

existencia espontánea de cualquier ser totalmente diseñado, perfecto<br />

y completo, incluyendo -no veo la forma de evitar esta<br />

conclusión- las deidades.<br />

«Domesticar» el azar significa descomponer lo muy improbable<br />

en componentes menos improbables, ordenados en series.<br />

No importa lo improbable que sea el que una X se haya originado<br />

a partir de una Y en una sola etapa, siempre es posible<br />

concebir una serie infinita de gradaciones de intermediarios entre<br />

ellas. No importa lo improbable que pueda ser un cambio a gran<br />

escala, los cambios más pequeños son menos improbables. Y<br />

siempre que postulemos una serie suficientemente larga de intermediarios<br />

con una fina gradación, seremos capaces de derivar<br />

cualquier cosa de cualquier otra, sin invocar improbabilidades<br />

astronómicas. Sólo podemos hacerlo si hay suficiente tiempo<br />

para acomodar dentro a todos estos intermediarios. Y también<br />

sólo si hay un mecanismo para guiar cada paso en una dirección<br />

determinada, ya que, de otra manera, esta secuencia correría<br />

alocadamente en un paseo sin fin al azar.<br />

<strong>El</strong> argumento del punto de vista darvinista del mundo es<br />

que ambas previsiones se dan, y que la selección natural cumulativa,<br />

lenta, gradual, es, en último término, la explicación a nuestra<br />

existencia. Si existen versiones de la teoría de la evolución<br />

que nieguen el lento gradualismo, y el papel central de la selección<br />

natural, pueden ser ciertas en casos concretos. Pero no pueden<br />

constituir toda la verdad, porque niegan el verdadero centro<br />

de la teoría de la evolución, que les da el poder para disolver<br />

las improbabilidades astronómicas y explicar los prodigios<br />

de un milagro aparente.

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