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El relojero ciego - Fieras, alimañas y sabandijas

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tros, ni la selección natural, podemos verla. Una mutación neutra<br />

no es una mutación de ningún tipo ¡cuando estamos pensando<br />

en piernas, brazos, alas, ojos o conducta! Para usar de<br />

nuevo la analogía de la receta, el plato sabrá lo mismo aunque<br />

ésta se haya «mutado» hacia un tipo de impresión diferente. En<br />

cuanto a lo que estamos tratando ahora, el resultado final del<br />

plato sigue siendo todavía la misma receta, esté impresa así, así<br />

o así. Los genetistas moleculares son como impresores quisquillosos.<br />

Les preocupa la forma real de las palabras con las que<br />

están escritas las recelas. A la selección natural no le preocupa,<br />

ni tampoco debería preocuparnos a nosotros, al hablar de la evolución<br />

de la adaptación. Cuando nos preocupen otros aspectos<br />

de la evolución, como por ejemplo el ritmo de evolución en distintas<br />

descendencias, las mutaciones neutras tendrán un gran interés.<br />

Incluso el neutralista más ardiente está de acuerdo en admitir<br />

que la selección natural es la responsable de todas las adap¬<br />

taciones. Todo lo que dice es que la mayor parte de los cambios<br />

evolutivos no son adaptaciones. Puede que esté en lo cierto,<br />

aunque una de las escuelas de genética no lo estaría. Tengo<br />

la esperanza de que ganen los neutralistas, porque esto facilitaría<br />

mucho la resolución de las relaciones evolutivas y de los ritmos<br />

de evolución. Todo el mundo en los dos bandos está de<br />

acuerdo en que la evolución neutra no puede conducir a una<br />

mejora en la adaptación, por la simple razón de que la evolución<br />

neutra es, por definición, casual; y un cambio que conduce<br />

a una adaptación es, por definición, no casual. Una vez más, no<br />

hemos conseguido encontrar una alternativa a la selección dar¬<br />

winista, como explicación de la característica de la vida que la<br />

distingue de la no existencia de vida, la denominada adaptación<br />

de la complejidad.<br />

Llegamos ahora a otro rival histórico del darwinismo: la teoría<br />

«mutacionista». Nos resulta difícil comprenderla ahora pero,<br />

a principios de siglo, cuando se describió por primera vez el fenómeno<br />

de la mutación, no se contempló como una parte ne¬<br />

cesaría de la teoría de Darwin, sino como ¡una teoría alternativa<br />

para explicar la evolución! Había una escuela de genetistas, llamados<br />

mutacionistas, que incluía nombres tan famosos como<br />

Hugo de Vries y William Bateson, que estaban entre los primeros<br />

que volvieron a descubrir los principios de Mendel, Wilhelm<br />

Johannsen, el inventor de la palabra gen, y Thomas Hunt Morgan,<br />

el padre de la teoría cromosómica de la herencia. De Vries<br />

en particular estaba impresionado por la magnitud del cambio<br />

que podía infligir una mutación, y pensó que las nuevas especies<br />

se originaban siempre a partir de una mutación única im­<br />

portante, él y Johannsen creían que la mayoría de las variaciones<br />

dentro de una especie no eran de tipo genético. Todos los<br />

mutacionistas creían que la selección tenía, como mucho, un pequeño<br />

papel erradicador que jugar en la evolución. La fuerza<br />

crealiva, en realidad, era la propia mutación. La genética men¬<br />

deliana se ideó no como la base del darwinismo que es hoy día,<br />

sino como una antítesis del mismo.<br />

Es extremadamente difícil para una mente moderna responder<br />

a esta idea con algo que no sea la hilaridad, pero debemos<br />

tener cuidado para no repetirlo con el tono condescendiente del<br />

propio Bateson: «Acudimos a Darwin por su incomparable recolección<br />

de hechos [pero...l para nosotros ya no habla con autoridad<br />

filosófica. Leemos su esquema de la Evolución como podríamos<br />

leer los de Lucrecio o los de Lamarck.» Y, de nuevo,<br />

«la transformación de masas de poblaciones mediante etapas imperceptibles<br />

guiadas por la selección es, como lo vemos la mayoría<br />

de nosotros, tan inaplicable a los hechos que sólo podemos<br />

maravillarnos frente al deseo de penetración mostrado por<br />

los defensores de tales proposiciones, y a la habilidad forense<br />

gracias a la cual fue posible que pareciese aceptable incluso durante<br />

un tiempo». Fue en especial R. A. Fisher quien dio la vuelta<br />

a las cosas y demostró que, lejos de ser una antítesis del darwinismo,<br />

la herencia individual mendeliana era esencial para el<br />

mismo.<br />

Las mutaciones son necesarias para la evolución, pero ¿cómo<br />

pudo alguien pensar que esto era suficiente? Los cambios evolutivos<br />

producen mejoras, en mucha mayor medida de lo que se<br />

pudiera esperar sólo con la intervención del azar. <strong>El</strong> problema<br />

con las mutaciones como única tuerza evolutiva se formula como<br />

sigue: ¿cómo es posible suponer que cada mutación sepa qué<br />

es bueno para un animal y qué no? De todos los cambios posibles<br />

que pudieran producirse en un mecanismo complejo existente<br />

como un órgano, la inmensa mayoría lo empeorarían. Sólo<br />

una pequeñísima minoría de cambios lo mejorarían. Cualquiera<br />

que quiera discutir que las mutaciones, sin selección, son la fuerza<br />

motora de la evolución, debe explicar cómo resulta que las<br />

mutaciones tienden a mejorar. ¿Qué misteriosa sabiduría inherente<br />

escoge que el cuerpo se mute en un sentido que mejora<br />

en lugar de empeorar? Se observará que ésta es la misma pregunta,<br />

con otro disfraz, que formulamos al hablar de lamarckis¬<br />

mo. Los mutacionistas, huelga decirlo, no la contestaron nunca.<br />

Lo extraño es que no parece que se les haya ocurrido.<br />

Hoy día, de una manera injusta, todo nos parece más absurdo<br />

porque crecimos creyendo que las mutaciones se producen<br />

«al azar». Si las mutaciones se producen al azar, entonces, por

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