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El relojero ciego - Fieras, alimañas y sabandijas

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drían comenzar su vida un paso por delante. <strong>El</strong> progreso evolutivo<br />

podría acelerarse, ya que la habilidad adquirida y la sabiduría<br />

se incorporarían a los genes automáticamente.<br />

Pero lodo esto presupone que los cambios en el comportamiento<br />

que llamamos aprendizaje son, por supuesto, mejoras.<br />

¿Por qué deberían ser mejoras, necesariamente? Los animales<br />

aprenden, de hecho, lo que es bueno para ellos, más que lo que<br />

les perjudica, pero ¿por qué? Los animales tienden a evitar acciones<br />

que en el pasado les han producido dolor. Pero el dolor<br />

no es una sustancia. <strong>El</strong> dolor es sólo aquello que el cerebro trata<br />

como dolor. Es una gran suerte que aquellos sucesos que son<br />

tratados como dolorosos, por ejemplo un pinchazo violento de<br />

la superficie corporal, sean también los que tiendan a poner en<br />

peligro la supervivencia del animal. Podríamos imaginarnos fácilmente<br />

una raza de animales que disfrutasen con las lesiones<br />

y con otros acontecimientos que pusiesen en peligro su supervivencia;<br />

una raza de animales cuyo cerebro estuviese construido<br />

de tal forma que les produjesen placer las lesiones y sintiesen<br />

como dolorosos estímulos como el sabor de una comida nutritiva,<br />

que auguran algo bueno para su supervivencia. La razón<br />

por la que no vemos estos animales masoquistas por el mundo<br />

es la razón darwiniana de que los antepasados masoquistas, por<br />

razones obvias, no habrían sobrevivido lo suficiente como para<br />

dejar descendientes que heredasen su masoquismo. Podríamos<br />

criar una raza de masoquistas hereditarios, mediante una selección<br />

artificial en jaulas almohadilladas, donde su supervivencia<br />

esté asegurada por grupos de veterinarios y de cuidadores. Pero<br />

en la naturaleza estos animales no sobrevivirían, y ésta es la<br />

razón fundamental de por qué los cambios que llamamos aprendizaje<br />

tienden a ser mejoras más que lo contrario. Hemos llegado<br />

de nuevo a la conclusión de que debe haber un respaldo<br />

darwinista para asegurar que las características adquiridas sean<br />

ventajosas.<br />

Volvamos al principio del uso y el desuso. Principio que parece<br />

funcionar bastante bien para algunos aspectos de las mejoras<br />

adquiridas. Es una regla general que no depende de detalles<br />

específicos. La regla dice: «Cualquier parte del cuerpo que se utiliza<br />

debería desarrollarse más; cualquier parte que no se utilice<br />

debería reducirse, o incluso desaparecer.» Ya que podemos esperar<br />

que las partes útiles (y, por tanto, presumiblemente utilizadas)<br />

del cuerpo se beneficiarán desarrollándose más, mientras<br />

que las partes inútiles (que, presumiblemente, no se utilizan) podrían<br />

de igual modo no estar allí, la regla no parece tener ningún<br />

mérito. Sin embargo, hay un gran problema con este principio.<br />

Y es que, incluso si no hubiese ninguna otra objeción, es<br />

una herramienta demasiado cruda como para explicar las adaptaciones<br />

exquisitamente delicadas que vemos en animales y plantas.<br />

<strong>El</strong> ojo ha sido un ejemplo útil anteriormente, asi que ¿por<br />

qué no usarlo otra vez? Piénsese en todas las partes funcionales<br />

cooperando de una manera intrincada: el cristalino con su transparencia<br />

clara, su corrección de color y su corrección de la aberración<br />

esférica; los músculos que pueden enfocar instantáneamente<br />

la lente del cristalino sobre cualquier objetivo situado<br />

entre unas pulgadas y el infinito; el diafragma del iris, o mecanismo<br />

de «reducción de luz», que ajusta finamente la apertura<br />

del ojo de una manera continuada, como una cámara con un<br />

medidor de luz construido en su interior y un ordenador rápido<br />

con un propósito especial; la retina, con sus 125 millones de<br />

fotocélulas codificadas para los colores; la fina red de vasos sanguíneos,<br />

que nutre cada parte de esta máquina; la red aún más<br />

fina de nervios: el equivalente de los cables de conexión y de<br />

los chips electrónicos. Introdúzcase toda esta complejidad cincelada<br />

en la mente, y pregúntese uno si podría haber sido reunida<br />

por el principio del uso y el desuso. La respuesta, me parece<br />

a mí, es un «no» obvio.<br />

<strong>El</strong> cristalino es transparente y está corregido para las aberraciones<br />

cromáticas y esférica. ¿Se podría deber sólo al uso? ¿Puede<br />

aclararse un cristalino por acción del volumen de fotones que lo<br />

atraviesan? ¿Mejorará un cristalino porque se utiliza, porque<br />

lo atraviesa la luz? Por supuesto que no. ¿Por qué razón debería<br />

ser así? ¿Se distribuirían las células de la retina solas en tres<br />

clases sensibles a diferentes colores, sólo porque están siendo<br />

bombardeadas con luz de colores diferentes? De nuevo, ¿por qué<br />

razón? Una vez que existen los músculos utilizados para el enfoque,<br />

es cierto que el ejercicio los hará desarrollarse más y ser<br />

más fuertes, pero esto no hará que las imágenes estén mejor<br />

enfocadas. La verdad es que el principio del uso y el desuso es<br />

incapaz de modelar nada excepto las adaptaciones más crudas y<br />

que impresionan menos.<br />

La selección darwinista, por otra parte, no tiene ninguna dificultad<br />

para explicar cada diminuto detalle. Una buena visión,<br />

precisa y cierta hasta los detalles más delicados, puede ser un<br />

asunto de vida o muerte para un animal. Un cristalino, correctamente<br />

enfocado y corregido contra toda aberración, puede representar<br />

toda la diferencia, para un pájaro que vuela rápido<br />

como el vencejo, entre capturar una mosca y estrellarse contra<br />

un acantilado. Un diafragma de iris bien modulado, que se cierra<br />

rápidamente cuando sale el sol, puede representar toda la<br />

diferencia entre ver a un depredador a tiempo para escapar y<br />

quedar deslumhrado durante un instante fatal. Cualquier mejo¬

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