El relojero ciego - Fieras, alimañas y sabandijas
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de ellos están destinados, de todas maneras, a abortar espontáneamente)<br />
puede originar más interés moral y más justa indignación<br />
que la vivisección de un número cualquiera de inteligentes<br />
chimpancés adultos. He oído a científicos honestos, liberales,<br />
que realmente no tenían intención de diseccionar chimpancés<br />
vivos, defender, sin embargo, de manera apasionada, su derecho<br />
a hacerlo, sin interferencia de la ley. Estas personas suelen ser<br />
las primeras en montar en cólera a la menor violación de los<br />
derechos humanos. La única razón por la que podemos sentirnos<br />
a gusto con este doble estándar es que los estadios intermedios<br />
entre el hombre y el chimpancé están todos muertos.<br />
<strong>El</strong> último antepasado común de los hombres y de los chimpancés<br />
vivió, tal vez, hace unos cinco millones de años, por supuesto<br />
más recientemente que el antepasado común de los chimpancés<br />
y los orangutanes, y quizá treinta millones de años más<br />
recientemente que el antepasado común de los chimpancés y<br />
los monos. Los chimpancés y nosotros compartimos más del 99<br />
por ciento de nuestros genes. Si se descubrieran, en varias islas<br />
perdidas alrededor del mundo, supervivientes de todos los estadios<br />
intermedios hasta el antepasado común chimpancé/hombre,<br />
¿quién podría dudar de que nuestras leyes y nuestras conveniencias<br />
morales resultarían profundamente afectadas, en especial<br />
si hubiera, como presumiblemente lo habría, cruzamientos<br />
entre especies a lo largo del espectro? Habría que garantizar unos<br />
derechos humanos a todo el espectro (votos para los chimpancés),<br />
o habría que tener un sistema de leyes discriminatorias similar<br />
al apartheid, con el que los tribunales decidieran si un individuo<br />
determinado sería legalmente un «chimpancé» o un<br />
«hombre»; y la gente se preocuparía por los deseos de sus hijas<br />
de casarse con uno de «ellos». Supongo que el mundo está ya<br />
explorado lo suficiente para no creer que esta fantasía atormentadora<br />
llegue a ser cierta algún día. Pero cualquiera que piense<br />
que hay algo obvio y evidente sobre los «derechos» humanos,<br />
debería reflejar que es una gran suerte el que estos embarazosos<br />
animales intermedios no hayan sobrevivido. De manera alternativa,<br />
puede ser que si los chimpancés no hubiesen sido descubiertos<br />
hasta hoy serían ahora contemplados como los embarazosos<br />
animales intermedios.<br />
Los lectores del capítulo anterior podrían subrayar que todo<br />
el argumento de que las categorías se difuminan si no nos limitamos<br />
a los animales contemporáneos asume que la evolución<br />
transcurre a una velocidad constante, en lugar de hacerlo en períodos<br />
interrumpidos. Cuanto más se aproxime nuestra visión<br />
de la evolución al extremo de un cambio suave, continuo, más<br />
pesimista se tomará sobre la posibilidad de aplicar palabras como<br />
pájaro o no pájaro, humano o no humano, a todos los animales<br />
que vivieron en algún momento. Un saltacionista extremo podría<br />
creer que allí estaba realmente el primer hombre, cuyo cerebro<br />
mulante sería dos veces el tamaño del de su padre y del<br />
de su hermano, con forma de chimpancé.<br />
. Los abogados del equilibrio interrumpido no son, como hemos<br />
visto, verdaderos saltacionistas. Sin embargo, para ellos el problema<br />
de la ambigüedad de los nombres está destinado a parecer<br />
menos grave que con una visión más continua. <strong>El</strong> problema<br />
de las denominaciones se originaría para los puntuacionistas sí,<br />
literalmente, cada animal que ha vivido en cualquier momento<br />
estuviese preservado como un fósil, porque los puntacionistas<br />
son, en realidad, gradualistas si los consideramos en detalle. Pero,<br />
ya que asumen que no es muy probable que encontremos fósiles<br />
que documenten los cortos períodos de transición rápida<br />
mientras que es particularmente probable encontrar fósiles que<br />
documenten los largos períodos de estasis, el «problema de los<br />
nombres» será menos grave desde una visión puntuacionista que<br />
desde una visión no puntuacionista de la evolución.<br />
Por eso, los puntuacionistas, en especial Niles <strong>El</strong>dredge, dan<br />
mucha importancia al tratamiento de «la especie» como una «entidad»<br />
real. Para un no puntuacionista, las «especies» sólo pueden<br />
definirse porque los estadios intermedios raros están muertos.<br />
Un antipuntuacionista extremo, desde una visión panorámica de<br />
toda la historia evolutiva entera, no podría ver «las especies»<br />
como una entidad discontinua. Sólo vería una mancha continua.<br />
Desde su punto de vista, una especie nunca tiene un comienzo<br />
definido con claridad, y a veces sólo tiene definido claramente<br />
su final «extinción»; con frecuencia, una especie no acaba de<br />
una manera terminante sino que evoluciona gradualmente hacia<br />
una nueva especie. Un puntuacionista, por otra parte, ve que<br />
una especie comienza a existir en un momento determinado (en<br />
realidad, hay un período de transición con una duración de decenas<br />
de miles de años, pero esta duración es corta para estándares<br />
geológicos). Por otra parte, ve que una especie tiene un<br />
final definido o, por lo menos, consumado rápidamente, no un<br />
desvanecimiento gradual hacia una nueva especie. Como la mayor<br />
parte de la vida de una especie, desde un punto de vista puntuacionista,<br />
transcurre en un estasis sin cambios, y como las especies<br />
tienen un comienzo y un final separados, para un puntuacionista,<br />
podría decirse que una especie tiene un «periodo<br />
vital» definido, que puede medirse. Un no puntuacionista no ve<br />
que una especie tenga un «período vital» como un organismo<br />
individual. Un puntuacionista extremo ve «las especies» como<br />
entidades discretas que realmente merecen su propio nombre.