El relojero ciego - Fieras, alimañas y sabandijas
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dos de una manera no aleatoria, para poder encontrar aquellos<br />
que traten sobre un tema determinado cuando se requiera. La<br />
ciencia, o puede que sea un arte, del ser bibliotecario es un ejercicio<br />
de taxonomía aplicada. Por la misma razón, los biólogos<br />
piensan que su trabajo se facilita si se pueden clasificar los animales<br />
y plantas en categorías acordadas con sus nombres. Pero<br />
decir que esta es la única razón de la taxonomía de animales y<br />
plantas seria no comprender la mayor parte de su verdadero sentido.<br />
Para los biólogos evolucionistas hay algo muy especial sobre<br />
la clasificación de los organismos vivos, algo que no es cierto<br />
en cualquier otra clase de taxonomía. De la idea de la evolución<br />
surge que hay un solo árbol familiar de todas las cosas vivas,<br />
ramificado de una manera correcta y única, y que podemos basar<br />
en él nuestra taxonomía. Además de su singularidad, esta taxonomía<br />
tiene una propiedad especial, que llamaré «el rompecabezas<br />
perfecto» (perfect nesting). Su significado e importancia<br />
constituye uno de los temas principales de este capítulo.<br />
Utilicemos una biblioteca como ejemplo de taxonomía no<br />
biológica. No existe una solución única al problema de cómo<br />
deberían clasificarse los libros en una biblioteca o en una librería.<br />
Un bibliotecario podría dividir su colección en las siguientes<br />
categorías principales: ciencia, historia, literatura, otras artes, trabajos<br />
extranjeros, etc. Cada uno de estos apartados, a su vez, se<br />
subdividiría en otros. La sección de ciencias podría lener subdivisiones<br />
que comprendan: biología, geología, química, física, etc.<br />
Los libros del área de biología podrían subdividirsc en estantes<br />
dedicados a fisiología, anatomía, bioquímica, entomología, y así<br />
sucesivamente. Por último, dentro de cada estante, los libros podrían<br />
colocarse por orden alfabético. Los otros departamentos<br />
de la biblioteca, el de historia, literatura, idiomas extranjeros, etc.,<br />
se subdividirían de manera similar. Una biblioteca está, por tanto,<br />
dividida jerárquicamente de forma que es posible que un lector<br />
pueda ser guiado hasta el libro que quiere. La clasificación jerárquica<br />
es conveniente porque permite al usuario encontrar con<br />
facilidad su camino entre el conjunto de libros. Por eso mismo<br />
en los diccionarios las palabras están ordenadas por orden alfabético.<br />
Pero no hay una jerarquía única por la que se deban ordenar<br />
los libros de una biblioteca. Otro bibliotecario podría organizar<br />
la misma colección de libros de manera distinta, aunque<br />
jerárquica también. Podría, por ejemplo, no tener un apartado<br />
de idiomas extranjeros, sino preferir clasificar los libros, independientemente<br />
de su idioma, en sus áreas temáticas correspondientes:<br />
los libros alemanes de biología en la sección de biología,<br />
los libros de historia alemanes en la sección de historia, y<br />
así sucesivamente. Un tercer bibliotecario podría adoptar la política<br />
radical de clasificar todos los libros, sobre cualquier tema,<br />
por orden cronológico de publicación, dependiendo de ficheros<br />
indexados (o su equivalente ¡nformaüzado).<br />
Estas tres planificaciones de una biblioteca difieren bastante<br />
entre sí, pero es probable que funcionaran todas adecuadamente<br />
y que los lectores las considerasen aceptables, con la excepción<br />
de un colérico anciano, miembro de un club de Londres, a<br />
quien oí una vez por la radio reprendiendo con vehemencia a<br />
la junta directiva de su club por dar empleo a un bibliotecario.<br />
La biblioteca había funcionado durante cien años sin ninguna<br />
organización, y él no veía por qué necesitaba organizarse ahora.<br />
<strong>El</strong> entrevistador le preguntó amablemente cómo pensaba él que<br />
deberían ordenarse los libros. «¡Los más altos a la izquierda y<br />
los más bajos a la derecha!», gritó sin titubear. Las librerías populares<br />
clasifican sus libros en secciones que reflejan la demanda<br />
popular. En lugar de ciencia, historia, literatura, geografía, etc.,<br />
sus principales departamentos son jardinería, cocina, «títulos de<br />
la TV», ocultismo, e incluso una vez vi un estante con un rótulo<br />
prominente que indicaba «RELIGIÓN Y OVNIS».<br />
Así pues, no hay una única solución correcta al problema de<br />
cómo clasificar libros. Los bibliotecarios pueden mostrar diferencias<br />
sensibles sobre la política de clasificación, pero los criterios<br />
por los que se ganaran o perderán los argumentos no incluirán<br />
la «veracidad» o la «corrección» de un sistema de clasificación<br />
respecto a otro. Más bien, los criterios que se esgrimirán<br />
como argumento serán «la conveniencia para los usuarios de la<br />
biblioteca», «la rapidez para encontrar los libros», etc. En este<br />
sentido, puede decirse que la taxonomía de los libros en una<br />
biblioteca es arbitraria. Lo cual no implica que no sea importante<br />
idear un buen sistema de clasificación; nada más lejos de ello.<br />
Lo que significa es que no hay un solo sistema de clasificación<br />
a! que, en un mundo perfecto de información, pudiera llegarse<br />
por acuerdo universal como la única clasificación correcta. La<br />
taxonomía de las criaturas vivas, por otra parte, según veremos,<br />
tiene esta marcada propiedad que le falta a la de los libros; por<br />
lo menos, si lo asumimos desde un punto de vista evolutivo.<br />
Es posible idear un número cualquiera de sistemas para clasificar<br />
a las criaturas vivas, pero demostraré que todas, excepto<br />
una, son tan arbitrarias como la taxonomía de cualquier biblioteca.<br />
Si es simple conveniencia lo que se precisa, un conservador<br />
de museos podría clasificar sus especímenes de acuerdo con<br />
su tamaño y las condiciones necesarias para su almacenamiento:<br />
grandes especímenes disecados; pequeños especímenes disecados<br />
en bandejas, sujetos a tableros de corcho con alfileres; es¬