El relojero ciego - Fieras, alimañas y sabandijas
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pecial Gould, incluso vieron analogías entre sus propias ideas y<br />
las de las viejas escuelas de «catastrofismo» y «saltacionismo».<br />
<strong>El</strong> saltacionismo ya lo hemos explicado. <strong>El</strong> catastrofismo fue un<br />
intento, en los siglos xviii y xix de reconciliar algunas formas<br />
de creacionismo con los hechos desazonadores de la historia de<br />
los fósiles. Los catastrofistas creían que la aparente progresión<br />
en la historia de los fósiles reflejaba, en realidad, una serie de<br />
creaciones discretas, cada una de las cuales terminó con una extinción<br />
masiva catastrófica. La última de estas catástrofes fue el<br />
diluvio de Noé.<br />
Las comparaciones entre el interrupcionismo moderno, por<br />
una parte, y el catastrofismo o el saltacionismo, por la otra, tienen<br />
una fuerza puramente poética. Son, si puedo acuñar una<br />
paradoja, profundamente superficiales. Suenan muy impresionantes<br />
en un sentido artístico, literario, pero no hacen nada para<br />
ayudar a una comprensión seria, y hasta pueden suministrar una<br />
falsa ayuda y un consuelo a los modernos creación istas, en su<br />
lucha con inquietantes buenos resultados para trastocar la educación<br />
americana y la publicación de libros de texto. <strong>El</strong> hecho<br />
es que, en su sentido más completo y serio, <strong>El</strong>dredge y Gould<br />
son tan gradu alistas como Darwin o cualquiera de sus seguidores.<br />
Comprimieron todos los cambios graduales en breves estallidos,<br />
en lugar de dejar que se fueran produciendo según pasara<br />
el tiempo; y recalcaron que la mayoría de los cambios graduales<br />
transcurren en áreas geográficas lejos de las áreas de<br />
donde son extraídos la mayoría de los fósiles.<br />
Así pues, los intenupcionistas no se oponen, en realidad, al<br />
gradua/ismo de Darwin; gradualismo significa que cada generación<br />
es ligeramente diferente de las generaciones previas; uno<br />
tendría que ser un saltacionista para oponerse a esta idea, y <strong>El</strong>dredge<br />
y Gould no lo son. En lugar de esto, resulta que es la<br />
pretendida creencia de Darwin en la constancia del ritmo de la<br />
evolución, la que ellos y otros pretendidos interrupción istas objetan.<br />
Porque piensan que la evolución (una evolución innegablemente<br />
gradualista aún) se produce con rapidez durante estallidos<br />
de actividad relativamente breves (sucesos de especiación,<br />
que facilitan una clase de atmósfera de crisis, en los que se<br />
rompe la supuesta resistencia normal a los cambios evolutivos);<br />
y que la evolución tiene lugar muy lentamente o no tiene lugar<br />
durante los largos periodos estáticos intermedios. Cuando decimos<br />
«relativamente» breves queremos decir, por supuesto, breves<br />
con relación a la escala de tiempo geológica. Incluso los saltos<br />
evolutivos de los interrupcionistas, aunque puedan ser instantáneos<br />
para estándares geológicos, tienen una duración que<br />
se mide en decenas o centenas de miles de años.<br />
Un pensamiento de un famoso evolucionista americano, G.<br />
Ledyard Stebbins, resulta revelador. Stebbins no se preocupa específicamente<br />
por la evolución desigual, sino que busca dramatizar<br />
la velocidad a la que pueden producirse los cambios evolutivos,<br />
cuando se observan frente a la escala del tiempo geológico<br />
disponible. Se imagina una especie de animal de un tamaño<br />
aproximado al de un ratón. Supone entonces que la selección<br />
natural comienza a favorecer un aumento del tamaño corporal,<br />
pero muy leve. Quizá los machos más grandes gocen de una<br />
ligera ventaja en la competición por las hembras. En cualquier<br />
momento, los machos de un tamaño medio tendrían un éxito<br />
menor que los machos que son un poquito más grandes que la<br />
media. Slebbins adjudicó una cifra exacta a la ventaja matemática<br />
de que disfrutaban los grandes animales en su ejemplo hipotético.<br />
Le dio un valor tan pequeño que no podría ser medido<br />
por observadores humanos. <strong>El</strong> ritmo de cambio evolutivo originado<br />
sería también tan pequeño que no se notaría durante un<br />
período de tiempo equivalente a una vida humana. Por tanto,<br />
en lo que respecta a los científicos que estudian la evolución<br />
sobre el terreno, estos animales no estarían evolucionando. Sin<br />
embargo, sí lo hacen, de forma muy lenta, a un ritmo que viene<br />
dado por el supuesto matemático de Slebbins, e incluso con ese<br />
ritmo tan lento, alcanzarían, eventualmente, el tamaño de un<br />
elefante. ¿Cuánto tardaría en ocurrir? Mucho tiempo para estándares<br />
humanos, pero éstos no son relevantes. Estamos hablando<br />
de tiempo geológico. Stebbins calcula que con este supuesto<br />
ritmo, los animales tardarían unas 12000 generaciones<br />
en evolucionar desde un peso medio de 40 gramos (tamaño de<br />
un ratón) hasta un peso medio de más de 6000000 de gramos<br />
(tamaño de un elefante). Asumiendo un tiempo de cinco años<br />
para cada generación, más largo que el de un ratón, pero más<br />
corto que el de un elefante, 12000 generaciones ocuparían unos<br />
60000 años. Es un período demasiado corto para ser medido<br />
por los métodos geológicos ordinarios, los que localizan las fechas<br />
de la historia de los fósiles. Como dice Stebbins: «<strong>El</strong> origen de<br />
un nuevo tipo de animal en 100000 años, o menos, es contemplado<br />
por los paleontólogos como "súbito" o "instantáneo".»<br />
Los interrupcionistas no hablan de saltos en la evolución, sino<br />
de episodios en los que la evolución marcha con relativa rapidez.<br />
E incluso estos episodios no tienen que ser rápidos para<br />
estándares humanos, para que parezcan instantáneos a los estándares<br />
geológicos. Cualquier cosa que podamos pensar de la<br />
teoría de los equilibrios interrumpidos, es demasiado fácil confundir<br />
el gradualismo (la creencia mantenida por los inlerrupcionistas<br />
modernos y por Darwin, de que no hay saltos súbitos