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El relojero ciego - Fieras, alimañas y sabandijas

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10. Puede trazarse un gráfico con las diferencias entre idiomas,<br />

medidas en número de palabras divergentes, frente a la distancia<br />

entre islas, medidas en kilómetros, y el resultado son unos<br />

puntos que caen dentro de una curva cuya forma matemática<br />

nos dice algo sobre el ritmo de difusión entre las islas. Las palabras<br />

viajaron en canoas, saltando de isla a isla en intervalos proporcionales<br />

al grado de situación de las islas afectadas. Dentro<br />

de una isla, las palabras cambian a un ritmo constante, de la<br />

misma manera que se producen mutaciones ocasionales en los<br />

genes. Cualquier isla, aunque estuviese aislada, exhibiría, con el<br />

tiempo, algún cambio evolutivo en su lenguaje, lo que haría que<br />

se produjesen algunas divergencias con los idiomas de otras islas.<br />

Las islas más cercanas tendrían un intercambio de palabras más<br />

elevado, a través de las canoas, que las islas más lejanas. Sus<br />

idiomas habrían tenido también un antepasado común más reciente<br />

que el de las islas más alejadas. Estos fenómenos, que<br />

explican los patrones de similitud observados entre islas cercanas<br />

y lejanas, son bastante análogos a los hechos sobre los pinzones<br />

en las diferentes islas del archipiélago de las Galápagos<br />

que inspiraron originalmente a Charles Darwin. Los genes saltaron<br />

entre las islas en los cuerpos de los pájaros, de la misma<br />

forma que las palabras saltaron en las canoas.<br />

Los idiomas, entonces, evolucionan. Pero aunque el inglés<br />

moderno ha evolucionado a partir del inglés de Chaucer, no creo<br />

que mucha gente estuviese dispuesta a proclamar que el inglés<br />

moderno representa una mejora sobre el inglés de Chaucer. Las<br />

ideas de mejora o calidad no entran, por lo común, en nuestras<br />

cabezas cuando hablamos del lenguaje. Por el contrario, en la<br />

medida en que lo hacen, vemos con frecuencia los cambios<br />

como un deterioro, una degeneración. Tenemos tendencia a ver<br />

los usos antiguos como correctos, y los cambios recientes como<br />

corrupciones. Pero podemos detectar tendencias similares a la<br />

evolución que son progresivas en un sentido puramente abstracto,<br />

sin valor. Y podemos, incluso, encontrar pruebas de la existencia<br />

de mecanismos de retroalimentación positiva, en forma<br />

de escalada (o, mirándolo desde otro punto de vista, degeneraciones)<br />

de los significados. Por ejemplo, la palabra «estrella» se<br />

utilizó para designar a un actor de cine de celebridad bastante<br />

excepcional. Luego degeneró, para pasar a significar cualquier<br />

actor ordinario que representase uno de los papeles principales<br />

en una película. Por ello, para volver a capturar el sentido original<br />

de celebridad excepcional, la palabra tuvo que escalar a «superestrella»<br />

(superstar). Más tarde, los estudios de publicidad comenzaron<br />

a utilizar esta palabra para designar actores de los que<br />

mucha gente no había oído hablar nunca, de forma que tuvo<br />

que producirse una nueva escalada hasta «megaestrella» (megas¬<br />

tar). En la actualidad, hay unas pocas «megaestrellas» anunciadas,<br />

de las que yo, al menos, nunca había oído hablar, de manera<br />

que quizá nos estemos preparando para otra escalada. ¿Oiremos<br />

hablar de «hiperestrellas» (hyperstars)? Un mecanismo de<br />

retroalimentación positiva similar ha reducido el valor de la palabra<br />

chef. Procede, por supuesto, del francés chef de cuisine, que<br />

quiere significar el jefe o director de una cocina. Este es el significado<br />

que tiene en el Oxford Dictionary. Entonces, por definición,<br />

sólo puede haber un chef por cocina. Pero, tal vez para<br />

satisfacer su dignidad, los cocineros ordinarios, incluso los mozos<br />

jóvenes que hacen hamburguesas, comenzaron a llamarse a si<br />

mismos chefs. <strong>El</strong> resultado es que con frecuencia se oye la frase<br />

tautológica de ¡chef director!<br />

Pero si ésta es una analogía de la selección sexual, lo es,<br />

como mucho, sólo en lo que he llamado el sentido «ligero». Permítaseme<br />

saltar al enfoque siguiente, que imagino como una analogía<br />

marcada: el mundo de los discos de música pop. Si se escucha<br />

una discusión entre aficionados a los discos de música<br />

pop, o se conecta en la radio las voces de los disc-jockeys de la<br />

otra mitad del Atlántico, se descubrirá algo muy curioso. Mientras<br />

otros géneros de crítica artística revelan alguna preocupación<br />

por el estilo o la habilidad en la realización, el humor, el impacto<br />

emocional, las cualidades y propiedades de la forma de arte, la<br />

subcultura de la música pop está interesada casi exclusivamente<br />

en la popularidad por sí misma. Está bastante claro que lo importante<br />

de un disco no es cómo suena, sino cuánta gente lo<br />

compra. La subcultura está obsesionada con una jerarquía de<br />

orden de los discos, denominada los 20 principales o los 40 principales,<br />

basada únicamente en las cifras de ventas. Lo que de<br />

verdad importa de un disco es dónde está situado en la lista de<br />

los 40 principales. Cuando se piensa en ello, es un hecho bastante<br />

singular, e interesante si pensamos en la teoría de R. A.<br />

Fisher sobre la evolución incontrolada. Probablemente, es también<br />

significativo que un disc-jockey mencione la posición actual<br />

de un disco en las listas, sin decirnos, al mismo tiempo, su posición<br />

durante la semana anterior. Esto le permite a la audiencia<br />

evaluar no sólo la popularidad actual del disco, sino también<br />

su ritmo y dirección de cambio en popularidad.<br />

Parece que mucha gente compra un disco sólo porque un<br />

elevado número de personas lo están haciendo, o es probable<br />

que lo hagan. Una prueba sorprendente procede del conocido<br />

hecho de que hay compañías de grabación que envían representantes<br />

a los principales establecimientos para comprar grandes<br />

cantidades de sus propios discos, y empujar así las cifras de

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