LAS MAQUINARIAS DE LA ALEGRÍA - La Pollera
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Cynthia encendió la luz del vestíbulo mientras abría el telegrama y lo alisaba para<br />
leerlo.<br />
Viajando a nueva orleans. telegrama posible por momento de descuido.<br />
tienes que rechazar, repito rechazar, todos los paquetes expresos certificados.<br />
roger<br />
Cynthia alzó los ojos del papel. —No entiendo. ¿Qué significa?<br />
Pero Fortnum ya estaba en el teléfono, llamando rápidamente.<br />
—¿Operadora? ¡<strong>La</strong> policía, y rápido!<br />
A las diez y cuarto de la noche el teléfono sonó por sexta vez. Fortnum atendió y<br />
exclamó inmediatamente:<br />
—¡Roger! ¿Dónde estás?<br />
—¿Dónde diablos voy a estar? —dijo Roger animado, casi divertido—. Sabes muy bien<br />
donde estoy, y tú eres el responsable. ¡Tendría que estar furioso contigo!<br />
Fortnum le hizo una seña a Cynthia con la cabeza, y la mujer corrió a escuchar en el<br />
teléfono de la cocina. Cuando Fortnum oyó el leve clic, continuó hablando.<br />
—Roger, juro que no sé. Recibí ese telegrama tuyo...<br />
—¿Qué telegrama? —dijo Roger jovialmente—. No envié ningún telegrama. Ahora, de<br />
pronto, la policía se precipitó en el expreso del sur, me metieron en un tren local, y estoy<br />
llamándote para que me suelten. Hugh, si esto es una broma...<br />
—Pero, Roger, ¡desapareciste!<br />
—En un viaje de negocios, si a eso lo llamas desaparecer. Le avisé a Dorothy y a Joe.<br />
—Todo esto es muy confuso, Roger. ¿No estás en peligro? ¿Nadie está<br />
amenazándote, obligándote a hablar?<br />
—Me siento bien, sano, libre y sin miedo.<br />
—Pero, Roger, ¿y tus premoniciones?<br />
—¡Tonterías! Bueno, oye, tú me conoces bien, ¿no es cierto?<br />
—Claro, Roger...<br />
—Entonces muéstrate como un buen padre y dame permiso para ir. Llama a Dorothy y<br />
dile que volveré en cinco días. ¿Cómo pudo haberlo olvidado?<br />
—Lo olvidó, Roger. ¿Entonces te veré dentro de cinco días?<br />
—Cinco días, lo juro.<br />
<strong>La</strong> voz era realmente persuasiva y cálida, el viejo Roger de nuevo. Fortnum meneó la<br />
cabeza.<br />
—Roger —dijo—, este ha sido el día más enloquecido de mi vida. ¿No te estás<br />
escapando de Dorothy? Dios, puedes decírmelo a mi.<br />
—<strong>La</strong> quiero con todo mi corazón. Bueno, aquí está el teniente Parker de la policía de<br />
Ridgetown. Adiós, Hugh.<br />
—Adiós...<br />
Pero el teniente ya estaba en la línea, hablando, hablando agriamente. ¿Qué se había<br />
propuesto Fortnum poniéndolos en estas dificultades? ¿Quién se pensaba que era?<br />
¿Quería o no quería que dejaran en libertad a este supuesto amigo?<br />
—Déjelo en libertad —llegó a decir Fortnum de algún modo, y colgó el tubo e imaginó<br />
una voz que llamaba a todos al tren y el trueno pesado de la locomotora que dejaba la<br />
estación a trescientos kilómetros al sur en la noche que de alguna manera era cada vez<br />
más oscura.<br />
Cynthia entró muy lentamente en el vestíbulo.<br />
—Me siento tan tonta —dijo.<br />
—¿Cómo crees que me siento yo?<br />
—¿Quién pudo haber enviado ese telegrama, y por qué?<br />
Fortnum se sirvió un poco de scotch y se quedó en medio del cuarto mirando el vaso.