LAS MAQUINARIAS DE LA ALEGRÍA - La Pollera

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09.05.2013 Views

—Tom ... —dijo Fortnum. —No importa —dijo Tom—. Todos piensan lo mismo, que las hazañas del niño de la casa los arruinará para siempre. ¡Maldita sea! Fortnum entró en la casa justo cuando Tom llevaba los hongos, con semillero y todo, escaleras abajo. Tom cerró de golpe la puerta del sótano. Fortnum volvió al porche y miró a su mujer, que apartó los ojos. —Lo siento —dijo ella—. No sé por qué, tuve que decirle eso a Tommy. No... Sonó el teléfono. Fortnum llevó el aparato afuera, extendiendo el cable. —¿Hugh? —Era la voz de Dorothy Willis. De pronto parecía muy vieja y muy fatigada.— Hugh, ¿Roger no está ahí, no es cierto? —¿Dorothy? No. —¡Ha desaparecido! —dijo Dorothy—. Se llevaron todas las ropas del armario. La mujer se echó a llorar. —Dorothy, tranquilízate, estaré ahí en un minuto. —Tienes que ayudarme, oh, tienes que hacerlo. Algo le pasó a Roger, lo sé —lloriqueó Dorothy—. Si no haces algo, no lo veremos vivo nunca más. Fortnum puso el tubo en la horquilla muy lentamente, sintiendo la voz de Dorothy que lloraba allí dentro. Los grillos nocturnos cantaban de pronto muy alto. Fortnum sintió que se le ponían de punta los pelos de la nuca, uno por uno. El pelo no puede hacer eso, pensó. Qué tontería. No puede hacer eso, no en la vida real, ¡no puede! Pero, uno a uno, lentamente, los pelos se le ponían de punta. Las perchas estaban realmente vacías. Fortnum las corrió a un lado a lo largo de la barra, y luego se volvió y miró a Dorothy Willis y Joe Willis. —Pasaba por aquí —dijo Joe— y vi el armario vacío, ¡todas las ropas de papá habían desaparecido! —Todo iba tan bien —dijo Dorothy—. Teníamos una vida maravillosa. No entiendo, ¡no, no! Dorothy se echó a llorar otra vez, llevándose las manos a laxara. Fortnum salió del ropero. —¿No lo oyeron irse de la casa? —Estábamos jugando en la acera —explicó Joe—. Papá dijo que tenía que entrar un minuto. Al rato fui a buscarlo, ¡y papá había desaparecido! —Tiene que haber empacado rápidamente y luego irse caminando, pues si no hubiésemos oído el ruido de un taxi frente a la casa. Ahora iban por el pasillo. —Preguntaré en la estación del tren y en el aeropuerto. —Fortnum titubeó.— Dorothy, ¿sabes si Roger tenía algún antecedente ...? —No se volvió loco. —Cynthia calló un rato.— Siento, de algún modo, que lo raptaron. Fortnum meneó la cabeza. —No parece razonable que haya hecho las valijas, y se fuera caminando de la casa a encontrarse con los raptores. Dorothy abrió la puerta como para dejar que la noche o el viento de la noche entrara en el pasillo y se volvió a mirar los cuartos, hablando distraídamente. —No. Entraron de algún modo en la casa. Aquí, delante de nuestros ojos, se lo llevaron con ellos. —Al cabo de un momento Dorothy añadió:— Ha pasado algo terrible. Fortnum salió a la noche de grillos y árboles susurrantes. Los anunciadores de calamidades, pensó, hablando de calamidades. La señora Goodbody, Roger, y ahora la mujer de Roger. Ha pasado algo terrible. ¿Pero qué, en nombre de Dios? ¿Y cómo? Miró a Dorothy y luego a Joe. El niño, secándose las lágrimas de los ojos, parpadeando, se dio vuelta muy lentamente, caminó a lo largo del pasillo, y se detuvo apoyando los dedos en

—Tom ... —dijo Fortnum.<br />

—No importa —dijo Tom—. Todos piensan lo mismo, que las hazañas del niño de la<br />

casa los arruinará para siempre.<br />

¡Maldita sea!<br />

Fortnum entró en la casa justo cuando Tom llevaba los hongos, con semillero y todo,<br />

escaleras abajo. Tom cerró de golpe la puerta del sótano.<br />

Fortnum volvió al porche y miró a su mujer, que apartó los ojos.<br />

—Lo siento —dijo ella—. No sé por qué, tuve que decirle eso a Tommy. No...<br />

Sonó el teléfono. Fortnum llevó el aparato afuera, extendiendo el cable.<br />

—¿Hugh? —Era la voz de Dorothy Willis. De pronto parecía muy vieja y muy<br />

fatigada.— Hugh, ¿Roger no está ahí, no es cierto?<br />

—¿Dorothy? No.<br />

—¡Ha desaparecido! —dijo Dorothy—. Se llevaron todas las ropas del armario.<br />

<strong>La</strong> mujer se echó a llorar.<br />

—Dorothy, tranquilízate, estaré ahí en un minuto.<br />

—Tienes que ayudarme, oh, tienes que hacerlo. Algo le pasó a Roger, lo sé —lloriqueó<br />

Dorothy—. Si no haces algo, no lo veremos vivo nunca más.<br />

Fortnum puso el tubo en la horquilla muy lentamente, sintiendo la voz de Dorothy que<br />

lloraba allí dentro. Los grillos nocturnos cantaban de pronto muy alto. Fortnum sintió que<br />

se le ponían de punta los pelos de la nuca, uno por uno.<br />

El pelo no puede hacer eso, pensó. Qué tontería. No puede hacer eso, no en la vida<br />

real, ¡no puede!<br />

Pero, uno a uno, lentamente, los pelos se le ponían de punta.<br />

<strong>La</strong>s perchas estaban realmente vacías. Fortnum las corrió a un lado a lo largo de la<br />

barra, y luego se volvió y miró a Dorothy Willis y Joe Willis.<br />

—Pasaba por aquí —dijo Joe— y vi el armario vacío, ¡todas las ropas de papá habían<br />

desaparecido!<br />

—Todo iba tan bien —dijo Dorothy—. Teníamos una vida maravillosa. No entiendo, ¡no,<br />

no!<br />

Dorothy se echó a llorar otra vez, llevándose las manos a laxara. Fortnum salió del<br />

ropero.<br />

—¿No lo oyeron irse de la casa?<br />

—Estábamos jugando en la acera —explicó Joe—. Papá dijo que tenía que entrar un<br />

minuto. Al rato fui a buscarlo, ¡y papá había desaparecido!<br />

—Tiene que haber empacado rápidamente y luego irse caminando, pues si no<br />

hubiésemos oído el ruido de un taxi frente a la casa.<br />

Ahora iban por el pasillo.<br />

—Preguntaré en la estación del tren y en el aeropuerto. —Fortnum titubeó.— Dorothy,<br />

¿sabes si Roger tenía algún antecedente ...?<br />

—No se volvió loco. —Cynthia calló un rato.— Siento, de algún modo, que lo raptaron.<br />

Fortnum meneó la cabeza.<br />

—No parece razonable que haya hecho las valijas, y se fuera caminando de la casa a<br />

encontrarse con los raptores.<br />

Dorothy abrió la puerta como para dejar que la noche o el viento de la noche entrara en<br />

el pasillo y se volvió a mirar los cuartos, hablando distraídamente.<br />

—No. Entraron de algún modo en la casa. Aquí, delante de nuestros ojos, se lo llevaron<br />

con ellos. —Al cabo de un momento Dorothy añadió:— Ha pasado algo terrible.<br />

Fortnum salió a la noche de grillos y árboles susurrantes. Los anunciadores de<br />

calamidades, pensó, hablando de calamidades. <strong>La</strong> señora Goodbody, Roger, y ahora la<br />

mujer de Roger. Ha pasado algo terrible. ¿Pero qué, en nombre de Dios? ¿Y cómo? Miró<br />

a Dorothy y luego a Joe. El niño, secándose las lágrimas de los ojos, parpadeando, se dio<br />

vuelta muy lentamente, caminó a lo largo del pasillo, y se detuvo apoyando los dedos en

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