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LAS MAQUINARIAS DE LA ALEGRÍA - La Pollera

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Provincias, tiene ya un buen handicap. ¡Todos parejos!<br />

—Vamos, Hoolihan —dijo Fogarty—. Que nuestro dinero sea una carga ligera para ti.<br />

¡Te veremos salir por esa puerta dentro de cinco minutos, victorioso y primero!<br />

—¡Sincronicemos los relojes! —dijo Clancy. —Sincronicemos los traseros —dijo<br />

Timulty—. ¿Quién de nosotros tiene algo más que mirar que su sucia muñeca? Sólo tú,<br />

Clancy, tienes la hora. ¡Hoolihan adentro!<br />

Hoolihan nos dio un apretón de manos a todos, como si se fuera a dar la vuelta al<br />

mundo. Después, haciendo un saludo, desapareció en la oscuridad del cine.<br />

En ese momento, Nolan apareció de pronto, teniendo en alto el frasco casi vacío.<br />

—¡Doone ya tiene su handicap!<br />

—¡Magnífico! Clannery, vé a examinar a los competidores, asegúrate de que estén<br />

sentados en la cuarta fila uno frente al otro, como se ha convenido, las gorras puestas, los<br />

abrigos medio abotonados, las bufandas bien enrolladas. Vuelve a informarme.<br />

Clannery corrió a meterse en la oscuridad.<br />

—¿El acomodador, el que recoge las entradas? —dije.<br />

—Están adentro, mirando la película —dijo Timulty—. Tanto tiempo de pie es duro para<br />

sus extremidades. No se meterán.<br />

—Son las diez y trece —anunció Clancy—. Dos minutos más...<br />

—Se larga.<br />

—Usted es un hombre formidable —admitió Timulty.<br />

Clannery salió corriendo en ese momento.<br />

—¡Todo en orden! ¡Y los asientos que corresponde!<br />

—¡Ha terminado casi! Se puede decir... hacia el final de todas las películas la música<br />

tiene esa manera de escaparse de la mano.<br />

—Es fuerte, de acuerdo —convino Clannery—. <strong>La</strong> orquesta en pleno y el coro detrás<br />

de la chica que canta. Tengo que venir mañana a verla entera. Lindísima.<br />

—¿No es cierto? —dijeron Clancy y los otros.<br />

—¿Qué melodía es?<br />

—¡Ah, basta de melodía! —dijo Timulty—. ¡Falta un minuto y preguntan por la melodía!<br />

Hagamos las apuestas. ¿Quién está por Doone? ¿Quién por Hoolihan? —Hubo una<br />

algarabía multitudinaria y un ir y venir de dinero, casi todos chelines.<br />

Puse cuatro. —Doone —dije. —¿Sin haberlo visto? —Un escondido —murmuré.<br />

—¡Bien dicho! —Timulty giró.— ¡Clannery, Nolan, adentro, como jueces de pasillo!<br />

Vigilen para que no se salteen el FINIS.<br />

Clannery y Nolan entraron, felices como chicos.<br />

—Formen un pasillo ahora. Señor Douglas, venga aquí conmigo.<br />

Los hombres se precipitaron a formar un pasillo de cada lado de las dos puertas<br />

principales de entrada y salida.<br />

—¡Fogarty, aplica la oreja a la puerta!<br />

El tal Fogarty acercó la cabeza. Se le agrandaron los ojos.<br />

—¡<strong>La</strong> maldita música es extrafuerte!<br />

Uno de los Kelly le dio un codazo a su hermano. —Pronto terminará. El que tenga que<br />

morir se está muriendo en este momento. El que quede vivo está inclinado sobre el otro.<br />

—¡Todavía más fuerte! —anunció Fogarty, la cabeza apoyada contra la puerta, las<br />

manos moviéndose como si sintonizaran una radio—, ¡Ya está! ¡El gran ta-ta-ta que viene<br />

justo cuando salta a la pantalla el FINIS o FIN.<br />

—¡Ahí salen! —murmuré.<br />

—¡Atentos! —dijo Timulty. Todos mirábamos fijo la puerta.<br />

—¡Ahí está el Himno!<br />

—¡Atención!<br />

Todos nos erguimos. Alguien hizo la venia.<br />

Pero seguíamos mirando fijo la puerta.

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