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LAS MAQUINARIAS DE LA ALEGRÍA - La Pollera

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Timulty me miró de muy cerca. —Señor Douglas, observo su incredulidad. Los detalles<br />

del deporte lo han desconcertado. ¿Cómo es, se pregunta usted, que hombres grandes<br />

tengan tiempo para cosas como esta? Bueno, tiempo es la única cosa que los irlandeses<br />

tienen en abundancia. Sin empleo disponible, lo que es secundario en su país tiene que<br />

parecer importante en el nuestro. Nunca hemos visto al elefante, pero hemos aprendido<br />

que una chinche mirada por el microscopio es la bestia más grande de la tierra. De modo<br />

que si bien no ha pasado la frontera, la Carrera del Himno es un deporte de gran<br />

categoría para todos nosotros. ¡Déjeme que le explique las reglas!<br />

—Primero —dijo Hoolihan—, ahora que sabe lo que hay que saber, veamos si el<br />

hombre quiere apostar.<br />

Todos me miraron para ver si el razonamiento había sido inútil.<br />

—Sí —dije.<br />

Todos convinieron en que yo era más que un ser humano.<br />

—<strong>La</strong>s presentaciones en orden —dijo Timulty—. Este es Fogarty, el guardián supremo<br />

de la salida. Nolan y Clannery, jueces superintendentes del pasillo. Clancy, cronometrista.<br />

Y espectadores generales, O'Neill, Bannion y los muchachos Kelly, ¡cuéntelos! ¡Vamos!<br />

Me sentí como si una enorme barredora, uno de esos monstruos de púas, todo bigote y<br />

cepillos de limpieza, se hubiera apoderado de mí. <strong>La</strong> amistosa banda me llevó flotando<br />

colina abajo hacia la multiplicidad de lucecitas parpadeantes donde el cine nos hacía<br />

señales. Empujando, Timulty explicó a voces los fundamentos:<br />

—¡Mucho depende del carácter de la sala, desde luego!<br />

—¡Desde luego! —le grité a mi vez.<br />

—Hay salas liberales y librepensadoras, de grandes pasillos, grandes salidas y letrinas<br />

aún más grandes, más espaciosas. Algunas con tanta porcelana que basta el eco para<br />

hacerlo temblar a uno. Después están los cines parsimoniosos, tipo ratonera, con pasillos<br />

que quitan el aliento, asientos que aprietan las rodillas y puertas que se escabullen<br />

cuando usted va al retrete de hombres de la confitería de enfrente. Cada teatro es<br />

cuidadosamente evaluado; antes, durante y después de una carrera, se establecen sus<br />

características. Sólo entonces se juzga al hombre y su tiempo es considerado bueno o<br />

deshonroso según que haya tenido que abrirse paso entre hombres y mujeres en masse o<br />

sobre todo hombres, sobre todo mujeres, o, lo peor, niños en las mortales matines. <strong>La</strong><br />

tentación con los niños, desde luego, es arremeter como si se estuviera cosechando<br />

heno, cortando con la guadaña a izquierda y derecha; hemos dejado eso. ¡Ahora es casi<br />

siempre aquí en el Grafton, por las noches!<br />

<strong>La</strong> banda se detuvo. <strong>La</strong>s luces parpadeantes del cine nos centelleaban en los ojos y<br />

nos encendían las mejillas.<br />

—El cine ideal —dijo Fogarty.<br />

—¿Por qué? —pregunté.<br />

—Los pasillos —dijo Clannery— no son ni demasiado anchos ni demasiado estrechos,<br />

las salidas están bien situadas, los goznes de las puertas aceitados, el público es una<br />

mezcla adecuada de aficionados y de fulanos que no tienen inconveniente en saltar a un<br />

lado si un corredor, desplegando energías, se precipita por el pasillo.<br />

Tuve un súbito pensamiento. —¿<strong>La</strong>s carreras son con handicap?<br />

—¡Claro! A veces cambiamos las salidas cuando las viejas son demasiado conocidas.<br />

O le ponemos a un corredor un abrigo de verano y al otro uno de invierno. O sentamos a<br />

uno de los hombres en la fila seis, mientras el otro está en la tres. Y si alguien llega a<br />

tener una velocidad terrible, le añadimos la carga más grande de todas...<br />

—¿Bebida? —pregunté.<br />

—¿Y qué otra cosa podría ser? Como Doone es veloz, tiene dos handicaps. ¡Nolan! —<br />

Timulty tendió un frasco.— Toma esto. Hazle beber a Doone dos buenos tragos.<br />

Nolan corrió.<br />

Timulty señaló. —Porque Hoolihan, aquí, como ha recorrido esta noche las Cuatro

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