LAS MAQUINARIAS DE LA ALEGRÍA - La Pollera
LAS MAQUINARIAS DE LA ALEGRÍA - La Pollera
LAS MAQUINARIAS DE LA ALEGRÍA - La Pollera
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
casaremos este otoño.<br />
—Eso no me da mucho tiempo —dijo Roger.<br />
—Es demasiado tarde —dije—. Ya me he comprometido.<br />
—¡Qué comprometido ni qué diablos! ¡Tú no lo quieres!<br />
—Yo creo que sí.<br />
—¡Al demonio con lo que crees! Creer es una cosa, saber es otra cosa. ¡Tú sabes que<br />
me quieres a mí!<br />
—¿Sí, Roger?<br />
—¡Deja de darle vueltas al maldito asunto! ¡Tú sabes que sí! ¡Anna, serás desdichada!<br />
—Soy desdichada ahora —dije.<br />
—¡Anna, Anna, espera!<br />
—He esperado casi toda mi vida. Pero ahora sé lo que vendrá.<br />
—¡Anna! —Se le escapó como si se le hubiera ocurrido de pronto.— ¿Qué pasa si... si<br />
se muere este verano?<br />
—No se morirá.<br />
—Pero si se muriera, si se empeorara, quiero decir, en los dos próximos meses ... —<br />
Roger buscó mi cara. Abrevió.— El mes próximo, Anna, dos semanas, escucha, si se<br />
muriera dentro de dos semanas, ¿esperarías, te casarías conmigo?<br />
Me eché a llorar.<br />
—Roger, nunca nos hemos besado siquiera. Es ridículo.<br />
—Contéstame, si se muriera dentro de una semana, dentro de siete días... —Me apretó<br />
los brazos.<br />
—¿Pero cómo puedes estar seguro?<br />
—¡Haré lo necesario! ¡Juro que dentro de una semana estará muerta, o nunca volveré<br />
a molestarte!<br />
Y salió por las puertas de alambre abiertas de par en par y corrió a la luz que era de<br />
pronto demasiado intensa.<br />
—Roger, no... —gemí.<br />
Pero para mí pensé, hazlo Roger, haz algo, cualquier cosa, para empezar o para<br />
terminar de una vez.<br />
Esa noche en la cama yo pensaba: ¿qué maneras hay de asesinar que nadie conozca?<br />
Roger, a cien metros de distancia en este momento, ¿está pensando lo mismo? ¿Buscará<br />
mañana en el bosque hongos venenosos que parezcan comestibles, o irá en el coche<br />
demasiado rápido y la empujará por la portezuela abierta en una curva? Vi a la bruja<br />
como un fantoche de cera volando por el aire, planeando en un arco encantador, para<br />
hacerse pedazos como una cáscara de maní en una encina, un olmo, un arce. Me senté<br />
en la cama. Me reí hasta llorar. Lloré hasta reírme de nuevo. No, no, pensé, él encontrará<br />
una manera mejor. Un ladrón nocturno que le suba el corazón a la garganta y que una vez<br />
allí no lo deje bajar y ella se ahogue en su propio pánico.<br />
Y después el pensamiento más viejo, el más oscuro, el más infantil de todos. Hay una<br />
sola manera de terminar con una mujer cuya boca tiene el color de la sangre. Siendo<br />
quien es, ni madre, ni tía, ni abuela, sorprenderla y atravesarle el corazón con una estaca.<br />
Oí el chillido. Era tan fuerte que todos los pájaros nocturnos saltaron de los árboles y<br />
ocultaron las estrellas.<br />
Me estiré en la cama. Querida Christian Anna Marie, pensé, ¿qué es esto? ¿Quieres<br />
matar? Sí, ¿pues por qué no matar al que mata, a una mujer que ha estrangulado a su<br />
hijo en la cuna y desde entonces no ha aflojado la cuerda? El es tan pálido, pobre<br />
hombre, porque no ha respirado aire libre en toda su vida.<br />
Y entonces, espontáneamente, recordé los versos de un viejo poema. Dónde los había<br />
leído o quién los había depositado allí, o si los había escrito yo misma, dentro de mi<br />
cabeza a lo largo de los años, yo no podía decirlo. Pero los versos estaban allí y los leí en<br />
la oscuridad: