documento: 03. historia de la iglesia en américa - icergua

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Por otra parte, las aldeias misionales organizadas en la zona de Sao Paulo por los jesuitas alcanzaron una considerable prosperidad, pero los problemas con los blancos, que exigían de los indios reducidos un trabajo durante una parte del año, fueron continuos. Y tantas eran las protestas de los jesuitas, que de 1640 a 1653 fueron expulsados de Sao Paulo, y también de Río, de manera que la mayor parte de la población indígena, tan laboriosamente reunida, volvió a dispersarse. 7. El centro Durante muchos años, los portugueses de Espíritu Santo (1535), Salvador de Bahía (1549), Río de Janeiro (1555), o de Porto Seguro e Ilhéus, constreñidos al oeste por la selva, por las cordilleras costeras, y sobre todo por la hostilidad de los aimoré, se limitaron a vivir del comercio en la costa. A pesar de esto, los primeros jesuitas, entre ellos Nóbrega y Anchieta, lograron reunir a partir de 1550 varios miles de indios en poblaciones próximas a Bahía. Pero cuando el primer obispo de Bahía, Pedro Fernandes Sardinha, naufragó en 1556 al norte de ese puerto y fue comido por los indios caeté, Mem de Sá autorizó una gran expedición punitiva y esclavizadora. Y en 1560 otro desastre, una terrible epidemia de disentería, acabó de aniquilar las poblaciones misionales. Por lo demás, Luís de Brito de Almeida, el gobernador que sucedió en Bahía a Mem de Sá, no tenía escrúpulos en luchar contra los indios y tomarlos como esclavos. Bajo su gobierno, Antonio Dias Adorno apresó 7.000 tupiguenes y Luís Alvares Espinha volvió de otras expediciones con innumerables indios capturados. Así las cosas, las epidemias y las expediciones despoblaron de indios casi completamente el interior de la zona de Bahía. Y aún fue más adelante la extinción de la población indígena cuando por esos años vino a descubrirse que el sertâo, la pampa del nordeste brasileño, tenía notables posibilidades para la cría de ganado. Se formaron inmensos ranchos, fazendas al frente de las cuales estaban los poderosos do sertâo. Y como los pocos indios que quedaban no podían superar la tentación de cazar parte de aquellos ganados innumerables, los portugueses de Bahía llamaron a los paulistas, dándoles el encargo de asolar a los indios por todos los medios. En la década de 1660 los tapuya todavía se resistían, y el gobernador general Afonso Furtado de Castro (1670-1675) importó más refuerzos paulistas, para atajar los problemas en su misma raíz, destruyendo y extinguiendo totalmente los poblados de los indios. Finalmente, en 1699 el gobernador general Joâo de Lancastro pudo escribir con satisfacción que los paulistas «en pocos años habían dejado su capitanía libre de todas las tribus de bárbaros que la oprimían, extinguiéndolas tan eficazmente, que desde entonces hasta el presente no se diría que haya algún pagano vivo en las tierras vírgenes que conquistaron» (+AV, Hª América latina 205). Las tribus que se rendían a los blancos se ponían a su servicio, se alistaban a veces en los ejércitos particulares de los poderosos ganaderos, o bien aceptaban reducirse a poblaciones misionales, regidas principalmente por franciscanos, jesuitas y capuchinos. Así quedaron todavía de las tribus ge y tupí algunas aldeias misionales, como Pancararú en el San Francisco, algunas tribus tupina y amoipia más arriba, varios grupos de indios mezclados en algunas aldeias jesuitas situadas en la desembocadura del río, y otros restos, como los carirí, de varias tribus. 8. El nordeste La situación de la frontera al interior de Pernambuco (1536, Recife) o Ceará (1612, Fortaleza) era semejante a la de Bahía y el valle del San Francisco; pero había aquí algunas etnias indígenas, como los tobajaras, los potiguar y los tarairyu, más numerosas y organizadas. Pernambuco, ya desde los años 40, fue una capitanía próspera, aliada con los tobajara. Los territorios que tenía al sur habían sido despejados de indios en una terrible expedición que en 1575 partió de Bahía, dirigida personalmente por el gobernador Luís de Brito de Almeida. Otra expedición conducida por Cristovâo Cardoso de Barros, en 1590, mató 1.500 indios, capturó otros 4.000 y fundó allí, en la costa, una población, a la que dio el nombre de Sâo Cristovâo. Los potiguar, en cambio, al norte de Pernambuco, repelieron durante años los avances portugueses, pero en 1601 fueron derrotados y se sometieron. Un joven oficial portugués, Martim Soares Moreno, ocupó y logró colonizar pacíficamente Ceará, con solo cinco soldados y un capellán, confiando en el afecto y la amistad que había trabado con todos los jefes indios en ambas márgenes del Jaguaribe. Por lo que se refiere a la región de Maranhâo (Marañón), más al noroeste, una expedición de tobajaras y potiguar, conducida en 1604 por Pedro Coelho de Sousa, sometió a algunos grupos de tupinambá. Por esos años, los franceses, que rondaban la zona en sus barcos, lograron ciertas alianzas con grupos indígenas, a pesar de que cualquier francés que fuera atrapado en tierra era ejecutado. Su presencia, sin embargo, no fue duradera, pues en 1614 una expedición portuguesa venció en esa zona a franceses y tupinambá, y acabó para siempre con la intrusión de Francia en la región. Las tierras potiguar de Río Grande, sujetadas en 1599 con un tratado de paz, fueron divididas en grandes ranchos ganaderos. Pero la expansión portuguesa se vió en esta zona retrasada por la intrusión de otra potencia europea, Holanda, con la que se mantuvo guerra desde los años 1624 hasta 1654, fecha en la que los holandeses hubieron de abandonar definitivamente sus fortines del Brasil. Más al interior, los tarairyu del jefe Jandui estuvieron en paz hasta 1660, pero en esa fecha, hartos de ver sus tierras invadidas por los ganaderos, se aliaron con los paiacú, y atacaron a los tupí que estaban reducidos por los jesuitas en poblaciones de la ribera de Río Grande y del Paraíba. En 1687 estalló un gran levantamiento de los carirí, que ocasionó grandes daños. También la zona del actual estado de Piauí, al norte del curso medio del San Francisco, fue campo de muchas luchas, libradas con los indios por pioneros aguerridos. Th 6 – DOCUMENTO 03. 80

Domingos Afonso, Sertâo, ganó allí luchando extensos territorios, y al morir deen la zona treinta enormes ranchos a los jesuitas. En esta región, algo más al oeste, otro pionero portugués, Domingos Jorge Velho, con su ejército particular, ganó también muchas tierras. A juicio del obispo de Pernambuco, era éste «uno de los mayores salvajes que he conocido... No obstante haberse casado hace poco, le asisten siete concubinas indias... Hasta el presente, anda metido en los matos a la caza de indios y de indias, éstas para ejercitar su lujuria y aquéllos para los campos de su interés» (+AV, Hª América latina 212). A este hombre, y a su tosco ejército, recurrieron en 1687 las autoridades al estallar la guerra contra los tarairyu, confiando en su reconocida eficiencia. En 1692 se firmó en Bahía un tratado de paz con estos indios, en el cual el rey de Portugal les concedía grandes territorios y una relativa autonomía, bajo su jefe propio; pero pronto las invasiones de ganaderos y las agresiones paulistas violaron el tratado. 9. El Amazonas Según el Tratado de Tordesillas, toda la región del Amazonas era dominio español, y de hecho, aparte de un par de expediciones portuguesas sin éxito, el gran río durante el siglo XVI sólo recibió exploraciones hispanas: Vicente Yáñez Pinzón (1500), Américo Vespucio (1502), Diego de Ordaz (1531), Francisco de Orellana (1542) y Pedro de Ursúa (1559-1560). La importante empresa de éste se vio fracasada por la traición de Lope de Aguirre. Después de eso, durante medio siglo quedaron los indios amazónicos libres de incursiones extrañas. Pero en 1616 los portugueses fundaron el fuerte de Belém a orillas del Pará, que es la desembocadura meridional del Amazonas, en zona de los tupinambá. Terribles luchas y epidemias despoblaron casi de indios esta zona de Belém, y puede decirse que la mayor parte de los primeros gobernadores de Marañón y Pará hicieron incursiones para capturar esclavos. Bento Maciel Parente, el peor exterminador de los tupinambá, que en sus engenhos sometía a los indios a un trato terrible, fue nombrado en 1626 capitán general de Ceará. Autorizado por el rey, dirigió expediciones ascendiendo por el Amazonas, y en 1637 recibió una capitanía hereditaria en una inmensa región, situada en el territorio actual de Amapá, sobre la desembocadura del Amazonas. Por cierto que ésta fue la primera vez que un rey español de Portugal concedía a un portugués tierras claramente situadas al oeste de la línea trazada en Tordesillas. Por esos años hubo españoles que, desde el Perú, atravesaron los Andes, y situaron enclaves bien adentro del Amazonas. Más aún, en 1636 dos legos franciscanos, con algunos soldados, bajaron por el gran río hasta donde se inicia su enorme delta, hasta la fortaleza lusitana de Gurupá, con gran sorpresa y alarma de los portugueses. Esto decidió al gobernador Jacomé Raimundo de Noronha a reivindicar la zona entera del Amazonas para Portugal. Con este fin, en 1637, envió a Pedro Teixeira al frente de una importante expedición de soldados y de indios de las misiones. La expedición, formidable en su audacia y coraje, logró poner mojones portugueses casi 2.500 kilómetros al oeste de la línea de Tordesillas. Dos jesuitas españoles, Cristóbal de Acuña y Andrés de Artieda, acompañaron la expedición, y el primero escribió una excelente crónica, en la que describe la prosperidad de muchas tribus, especialmente los omagua, con estanques llenos de miles de tortugas junto a sus poblados, los curucirari, que tenían una delicada alfarería polícroma... Pero a medida que en la crónica del descenso por el Amazonas se va llegando a la zona de Pará, sujeta a las depredaciones crónicas de Belém, Acuña describe miserias, abusos increíbles, y una despoblación siempre creciente. El vicario general de Marañón, Manoel Teixeira, hermano de Pedro, calculaba que desde su llegada al Amazonas, en tres decenios, los escasos cientos de colonizadores de Marañón y Pará fueron responsables de la muerte de cerca de dos millones de indios por el «trabajo violento, sus descubrimientos agotadores y sus guerras injustas» (+AV, Hª América latina 215). Los jesuitas intentaron en 1643 misionar el Pará, pero una docena de religiosos expedicionarios naufragó a la vista de Belém, y fueron muertos por los indios aruanos. La Compañía quedaría ausente del Pará, hasta que en 1653 llegó el padre Vieira. CAPÍTULO VII: EL EVANGELIO EN EL NORTE DE AMÉRICA 1. SIGLO XVI El descubrimiento inicial del Nordeste de América fue realizado por Sebastián Cabot en 1497 y Juan de Verrazano en 1522. Pero su colonización, al inicio francesa, tardó aún unos años en comenzar. En efecto, cuando Alejandro VI en 1493 repartió en sus Bulas las tierras americanas por descubrir entre España y Portugal, tal decisión no fue aceptada en Europa por todos, y concretamente por Francia. Se dice que Francisco I se quejaba con ironía: «Quisiera ver la cláusula del testamento de nuestro padre Adán, según la cual quedo yo excluido de la repartición del mundo». Así las cosas, es enviado a América del Norte con fines comerciales Jacques Cartier, que en 1534-1543 levanta cartas del golfo del San Lorenzo y establece algunos contactos con los indios. En su tercer viaje, Cartier llevó seis misioneros y 266 colonos. De todos modos, a finales del XVI apenas hay en el Nordeste de América unos pocos asentamientos de colonos, dedicados principalmente al comercio de pieles, y en todo el siglo la acción evangelizadora es mínima. En la región de los grandes Lagos y del San Lorenzo, viven los hurones y los iroqueses, duramente enemistados entre sí. Se trata de indios más o menos sedentarios, conocedores de una agricultura elemental, y tanto unos como otros federan cinco tribus. Los algonquinos, indios nómadas, pueblan el norte del San Lorenzo y del valle del Ottawa. Todos estos pueblos, en el siglo XVI, apenas reciben evangelización alguna. En el sur, sin embargo, los españoles desarrollaron, en medio de grandes dificultades, alguna actividad misionera. Los Obispos de los Estados Unidos, en su carta pastoral Herencia y esperanza: la evangelización de América («Ecclesia» 1991, 522-538), tras afirmar que, entre las naciones europeas, «España superó a todas las demás por sus intensos Th 6 – DOCUMENTO 03. 81

Por otra parte, <strong>la</strong>s al<strong>de</strong>ias misionales organizadas <strong>en</strong> <strong>la</strong> zona <strong>de</strong> Sao Paulo por los jesuitas alcanzaron una<br />

consi<strong>de</strong>rable prosperidad, pero los problemas con los b<strong>la</strong>ncos, que exigían <strong>de</strong> los indios reducidos un trabajo durante<br />

una parte <strong>de</strong>l año, fueron continuos. Y tantas eran <strong>la</strong>s protestas <strong>de</strong> los jesuitas, que <strong>de</strong> 1640 a 1653 fueron expulsados<br />

<strong>de</strong> Sao Paulo, y también <strong>de</strong> Río, <strong>de</strong> manera que <strong>la</strong> mayor parte <strong>de</strong> <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción indíg<strong>en</strong>a, tan <strong>la</strong>boriosam<strong>en</strong>te reunida,<br />

volvió a dispersarse.<br />

7. El c<strong>en</strong>tro<br />

Durante muchos años, los portugueses <strong>de</strong> Espíritu Santo (1535), Salvador <strong>de</strong> Bahía (1549), Río <strong>de</strong> Janeiro (1555), o<br />

<strong>de</strong> Porto Seguro e Ilhéus, constreñidos al oeste por <strong>la</strong> selva, por <strong>la</strong>s cordilleras costeras, y sobre todo por <strong>la</strong> hostilidad<br />

<strong>de</strong> los aimoré, se limitaron a vivir <strong>de</strong>l comercio <strong>en</strong> <strong>la</strong> costa.<br />

A pesar <strong>de</strong> esto, los primeros jesuitas, <strong>en</strong>tre ellos Nóbrega y Anchieta, lograron reunir a partir <strong>de</strong> 1550 varios miles <strong>de</strong><br />

indios <strong>en</strong> pob<strong>la</strong>ciones próximas a Bahía. Pero cuando el primer obispo <strong>de</strong> Bahía, Pedro Fernan<strong>de</strong>s Sardinha, naufragó<br />

<strong>en</strong> 1556 al norte <strong>de</strong> ese puerto y fue comido por los indios caeté, Mem <strong>de</strong> Sá autorizó una gran expedición punitiva y esc<strong>la</strong>vizadora.<br />

Y <strong>en</strong> 1560 otro <strong>de</strong>sastre, una terrible epi<strong>de</strong>mia <strong>de</strong> dis<strong>en</strong>tería, acabó <strong>de</strong> aniqui<strong>la</strong>r <strong>la</strong>s pob<strong>la</strong>ciones misionales. Por lo<br />

<strong>de</strong>más, Luís <strong>de</strong> Brito <strong>de</strong> Almeida, el gobernador que sucedió <strong>en</strong> Bahía a Mem <strong>de</strong> Sá, no t<strong>en</strong>ía escrúpulos <strong>en</strong> luchar<br />

contra los indios y tomarlos como esc<strong>la</strong>vos. Bajo su gobierno, Antonio Dias Adorno apresó 7.000 tupigu<strong>en</strong>es y Luís<br />

Alvares Espinha volvió <strong>de</strong> otras expediciones con innumerables indios capturados.<br />

Así <strong>la</strong>s cosas, <strong>la</strong>s epi<strong>de</strong>mias y <strong>la</strong>s expediciones <strong>de</strong>spob<strong>la</strong>ron <strong>de</strong> indios casi completam<strong>en</strong>te el interior <strong>de</strong> <strong>la</strong> zona <strong>de</strong><br />

Bahía. Y aún fue más a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>la</strong> extinción <strong>de</strong> <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción indíg<strong>en</strong>a cuando por esos años vino a <strong>de</strong>scubrirse que el<br />

sertâo, <strong>la</strong> pampa <strong>de</strong>l nor<strong>de</strong>ste brasileño, t<strong>en</strong>ía notables posibilida<strong>de</strong>s para <strong>la</strong> cría <strong>de</strong> ganado. Se formaron inm<strong>en</strong>sos<br />

ranchos, faz<strong>en</strong>das al fr<strong>en</strong>te <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cuales estaban los po<strong>de</strong>rosos do sertâo. Y como los pocos indios que quedaban no<br />

podían superar <strong>la</strong> t<strong>en</strong>tación <strong>de</strong> cazar parte <strong>de</strong> aquellos ganados innumerables, los portugueses <strong>de</strong> Bahía l<strong>la</strong>maron a<br />

los paulistas, dándoles el <strong>en</strong>cargo <strong>de</strong> aso<strong>la</strong>r a los indios por todos los medios.<br />

En <strong>la</strong> década <strong>de</strong> 1660 los tapuya todavía se resistían, y el gobernador g<strong>en</strong>eral Afonso Furtado <strong>de</strong> Castro (1670-1675)<br />

importó más refuerzos paulistas, para atajar los problemas <strong>en</strong> su misma raíz, <strong>de</strong>struy<strong>en</strong>do y extingui<strong>en</strong>do totalm<strong>en</strong>te<br />

los pob<strong>la</strong>dos <strong>de</strong> los indios. Finalm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> 1699 el gobernador g<strong>en</strong>eral Joâo <strong>de</strong> Lancastro pudo escribir con<br />

satisfacción que los paulistas «<strong>en</strong> pocos años habían <strong>de</strong>jado su capitanía libre <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s tribus <strong>de</strong> bárbaros que <strong>la</strong><br />

oprimían, extinguiéndo<strong>la</strong>s tan eficazm<strong>en</strong>te, que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>en</strong>tonces hasta el pres<strong>en</strong>te no se diría que haya algún pagano<br />

vivo <strong>en</strong> <strong>la</strong>s tierras vírg<strong>en</strong>es que conquistaron» (+AV, Hª América <strong>la</strong>tina 205).<br />

Las tribus que se r<strong>en</strong>dían a los b<strong>la</strong>ncos se ponían a su servicio, se alistaban a veces <strong>en</strong> los ejércitos particu<strong>la</strong>res <strong>de</strong><br />

los po<strong>de</strong>rosos gana<strong>de</strong>ros, o bi<strong>en</strong> aceptaban reducirse a pob<strong>la</strong>ciones misionales, regidas principalm<strong>en</strong>te por<br />

franciscanos, jesuitas y capuchinos. Así quedaron todavía <strong>de</strong> <strong>la</strong>s tribus ge y tupí algunas al<strong>de</strong>ias misionales, como<br />

Pancararú <strong>en</strong> el San Francisco, algunas tribus tupina y amoipia más arriba, varios grupos <strong>de</strong> indios mezc<strong>la</strong>dos <strong>en</strong><br />

algunas al<strong>de</strong>ias jesuitas situadas <strong>en</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>sembocadura <strong>de</strong>l río, y otros restos, como los carirí, <strong>de</strong> varias tribus.<br />

8. El nor<strong>de</strong>ste<br />

La situación <strong>de</strong> <strong>la</strong> frontera al interior <strong>de</strong> Pernambuco (1536, Recife) o Ceará (1612, Fortaleza) era semejante a <strong>la</strong> <strong>de</strong><br />

Bahía y el valle <strong>de</strong>l San Francisco; pero había aquí algunas etnias indíg<strong>en</strong>as, como los tobajaras, los potiguar y los<br />

tarairyu, más numerosas y organizadas. Pernambuco, ya <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los años 40, fue una capitanía próspera, aliada con<br />

los tobajara. Los territorios que t<strong>en</strong>ía al sur habían sido <strong>de</strong>spejados <strong>de</strong> indios <strong>en</strong> una terrible expedición que <strong>en</strong> 1575<br />

partió <strong>de</strong> Bahía, dirigida personalm<strong>en</strong>te por el gobernador Luís <strong>de</strong> Brito <strong>de</strong> Almeida. Otra expedición conducida por<br />

Cristovâo Cardoso <strong>de</strong> Barros, <strong>en</strong> 1590, mató 1.500 indios, capturó otros 4.000 y fundó allí, <strong>en</strong> <strong>la</strong> costa, una pob<strong>la</strong>ción,<br />

a <strong>la</strong> que dio el nombre <strong>de</strong> Sâo Cristovâo.<br />

Los potiguar, <strong>en</strong> cambio, al norte <strong>de</strong> Pernambuco, repelieron durante años los avances portugueses, pero <strong>en</strong> 1601<br />

fueron <strong>de</strong>rrotados y se sometieron. Un jov<strong>en</strong> oficial portugués, Martim Soares Mor<strong>en</strong>o, ocupó y logró colonizar<br />

pacíficam<strong>en</strong>te Ceará, con solo cinco soldados y un capellán, confiando <strong>en</strong> el afecto y <strong>la</strong> amistad que había trabado<br />

con todos los jefes indios <strong>en</strong> ambas márg<strong>en</strong>es <strong>de</strong>l Jaguaribe.<br />

Por lo que se refiere a <strong>la</strong> región <strong>de</strong> Maranhâo (Marañón), más al noroeste, una expedición <strong>de</strong> tobajaras y potiguar,<br />

conducida <strong>en</strong> 1604 por Pedro Coelho <strong>de</strong> Sousa, sometió a algunos grupos <strong>de</strong> tupinambá. Por esos años, los<br />

franceses, que rondaban <strong>la</strong> zona <strong>en</strong> sus barcos, lograron ciertas alianzas con grupos indíg<strong>en</strong>as, a pesar <strong>de</strong> que<br />

cualquier francés que fuera atrapado <strong>en</strong> tierra era ejecutado.<br />

Su pres<strong>en</strong>cia, sin embargo, no fue dura<strong>de</strong>ra, pues <strong>en</strong> 1614 una expedición portuguesa v<strong>en</strong>ció <strong>en</strong> esa zona a franceses<br />

y tupinambá, y acabó para siempre con <strong>la</strong> intrusión <strong>de</strong> Francia <strong>en</strong> <strong>la</strong> región. Las tierras potiguar <strong>de</strong> Río Gran<strong>de</strong>,<br />

sujetadas <strong>en</strong> 1599 con un tratado <strong>de</strong> paz, fueron divididas <strong>en</strong> gran<strong>de</strong>s ranchos gana<strong>de</strong>ros. Pero <strong>la</strong> expansión<br />

portuguesa se vió <strong>en</strong> esta zona retrasada por <strong>la</strong> intrusión <strong>de</strong> otra pot<strong>en</strong>cia europea, Ho<strong>la</strong>nda, con <strong>la</strong> que se mantuvo<br />

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fortines <strong>de</strong>l Brasil.<br />

Más al interior, los tarairyu <strong>de</strong>l jefe Jandui estuvieron <strong>en</strong> paz hasta 1660, pero <strong>en</strong> esa fecha, hartos <strong>de</strong> ver sus tierras<br />

invadidas por los gana<strong>de</strong>ros, se aliaron con los paiacú, y atacaron a los tupí que estaban reducidos por los jesuitas <strong>en</strong><br />

pob<strong>la</strong>ciones <strong>de</strong> <strong>la</strong> ribera <strong>de</strong> Río Gran<strong>de</strong> y <strong>de</strong>l Paraíba. En 1687 estalló un gran levantami<strong>en</strong>to <strong>de</strong> los carirí, que<br />

ocasionó gran<strong>de</strong>s daños. También <strong>la</strong> zona <strong>de</strong>l actual estado <strong>de</strong> Piauí, al norte <strong>de</strong>l curso medio <strong>de</strong>l San Francisco, fue<br />

campo <strong>de</strong> muchas luchas, libradas con los indios por pioneros aguerridos.<br />

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