documento: 03. historia de la iglesia en américa - icergua

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09.05.2013 Views

enciclopédicas personas del conde de Aranda y de don José Moñino. Éste fue recompensado con el título de conde de Floridablanca por haber conseguido el gran triunfo político de arrancar en 1773 al papa Clemente XIV no ya la expulsión de los jesuitas del Reino de España, sino su completa extinción (Breve Dominus ac Redemptor). A causa de ese decreto, 68 misioneros hubieron de abandonar para siempre a los 93.181 indios que vivían en 32 reducciones: 13 en el Paraná, 17 en el Uruguay y 2 en el Taruma. La expulsión de los jesuitas suprimió bruscamente de la América hispana la preciosa acción misionera de 2.700 religiosos, ocasionando daños gravísimos en la Iglesia. Todos los padres debían ser desembarcados en Cádiz, pero 420 murieron en la travesía, a causa de los malos tratos sufridos en la prisión y de las privaciones que soportaron en el barco. Reposan en el Atlántico, en el corazón de Dios y en la memoria agradecida de la Santa Iglesia Católica. Los jesuitas sobrevivientes sufrieron en Europa el grave síndrome de abstinencia de América, que muchos padecemos. 21. Algunas verdades sobre las reducciones -1. Las reducciones guaraníes produjeron una verdadera nación, lo que algunos historiadores han llamado la República Guaraní, un cuasiestado, con grandes autonomías, ligado en muchas cosas de modo directo a la Corona de España. Cuestión difícil de precisar es la cifra de población, ya que los informes dan a veces cifras dispares, quizá porque el impuesto de la Corona se fijaba en función del censo, y también porque los jesuitas, temiendo provocar al mundo criollo con la grandeza de las reducciones, procuraron siempre empequeñecerlas en la apariencia. Algunos autores opinan que llegaron a tener unos 150.000 habitantes, y Anton Sepp hablaba de 200.000. Lo que estas cifras significan no puede apreciarse debidamente si no se tiene una idea, ni siquiera aproximada, de la demografía americana de la época. Sirva, pues, como un dato orientador señalar que en 1725 Buenos Aires tenía unos 5.000 habitantes, y que hacia 1800 las provincias de Buenos Aires y de Paraguay, juntas, incluyendo indios, negros y mestizos, apenas llegaban a los 270.000 habitantes. Otro dato: el obispo de Buenos Aires, tras una visita pastoral realizada en 1681, escribía al Rey acerca de los indios de las reducciones, y afirmaba que sobrepasaban con mucho en población y en armas a todo el resto de las provincias, y que vivían muy independientes, pues «penden solo de su arbitrio». Así pues, lo que destruyó el rey Carlos III no fue un insignificante conjunto de pintorescas reservas de indios norteamericanos, sino una nación fuerte y perfectamente organizada. -2. Las reducciones del Paraguay tuvieron una vida próspera y durable. Y es de notar en esto que, en general, las comunidades utópicas cristianas, estimuladas por ideales religiosos, han mostrado una perfección y perduración mucho mayor que las comunidades utópicas socialistas o románticas, impulsadas puramente por ideales humanitarios. Diversos estudios sociológicos, como el de HenriCharles Desroches, así lo muestran (Sociologie des sectes). Las comunidades utópicas creadas por el socialismo de Owen, Cabet o Fourier, aunque a veces mostraron una cierta prosperidad económica, nunca pudieron durar. Ninguno de los treinta falansterios de Fourier, que fueron uno de los intentos utópicos de mayor duración, duró más de doce años. Eran cuerpos sociales ideológicos, voluntaristas, sin alma, y que por tanto estaban destinados a ser muy pronto cadáveres. Tampoco el utopismo de los kibutzim israelitas pudo, tras varios decenios, mantener los heróicos planteamientos de su origen, y se fueron aburguesando más y más, configurándose progresivamente al mundo tópico. Es un dato cierto, reconocido por muchos autores, que las reducciones guaraníes han sido las comunidades utópicas más perfectas y durables de la historia. Ellas, en este sentido, y en general muchas de las poblaciones misionales de América, aparecen como un milagro moral obrado por Cristo Salvador a través de los hechos de los apóstoles de América. La instantaneidad en la curación de los indios y la perduración de sus efectos sanantes son las notas que caracterizan un milagro genuino. A los cinco o diez años, los guaraníes, que antes eran aquello, han venido ahora en las reducciones a ser esto, lo que no es posible sin un milagro de la gracia de Dios. -3. Las reducciones guaraníes terminaron por la violencia de factores exteriores. En efecto, después de siglo y medio de feliz existencia, si no hubieran sido destruídas por factores externos y violentos, las reducciones hubieran podido continuar su vida indefinidamente, con las evoluciones históricas normales, hasta venir a dar quizá en una nación india soberana y autónoma. De hecho, en el momento de su extinción, las reducciones se hallaban en plena prosperidad económica, como puede apreciarse en los datos proporcionados por Fernández Ramos. Al ser expulsados los jesuitas, se hizo un censo del ganado existente en las estancias misionales, y en él no se incluyeron las dos mayores, San Miguel y Yapeyú, de las que se señala que las cabezas eran innumerables. En el resumen sobre el conjunto de las Misiones se dan estas cifras: cabezas de ganado bovino, 769.869; ovino, 38.141; caballos, mulas y burros, 139.634. En la no continuidad de las reducciones, expulsados ya los jesuitas, pudo influir precisamente su extraordinaria peculiaridad formal, tan diversa de los poblaciones hispanas o indias del entorno. Comparándolas, por ejemplo, con las comunidades misionales de indios regidas por los franciscanos, señala Rubén Bareiro Saguier: «A diferencia de los jesuitas, aquéllos lo intentaron en pueblos de indios, relativamente abiertos, sin que se estableciera el sistema de control estricto ni de organización minuciosa vigente en las Misiones. Los pueblos de indios gobernados por los franciscanos conservaban, posiblemente para bien y para mal, ciertas características propias de la cultura indígena en su modo antiguo de vida. Pero en otros aspectos los franciscanos permitieron la hispanización mucho más que los jesuitas; así los pueblos de indios estaban más occidentalizados que los de las Misiones» (Tentación 47-48). Th 6 – DOCUMENTO 03. 76

-4. El sistema misionero de las reducciones y poblaciones de indios fue el más frecuente en América hispana. Cuando hoy se habla de las reducciones en América suele pensarse en las reducciones de los jesuitas en el Paraguay. Pero la verdad es que, como ya hemos dicho, desde el comienzo mismo de la conquista y evangelización de América la norma de concentrar a los indios fue clara y general. En Guatemala, para 1550, la mayoría de los indios vivía en pueblos nuevos. En México, la política reduccional fue intensamente procurada por el virrey Velasco (1550-1564), y el virrey Montesclaro se esforzó en completarla (1603- 1605), afectando así a gran parte de la población indígena. En el Perú, como ya vimos, a partir de 1573 el virrey Toledo impulsó con gran empeño y eficacia la reducción de los indios. Y en 1602 intentó lo mismo en Nueva Granada el visitador Henríquez, aunque con escaso éxito. Ciertamente no siempre es fácil, por otra parte, distinguir en cada caso si una población indígena es un poblado misional, una doctrina o una reducción. En todo caso, sí ha de afirmarse que en el mundo misional de la América hispana hubo muchísimas doctrinas, reducciones y poblaciones misionales de indios. Citaremos algunos ejemplos. La misión entre los indios mojos, en el actual departamento de Beni, al norte de Bolivia, fue realizada por un pequeño grupo de jesuitas, entre los que se distinguió, como hemos dicho, el padre Cipriano Barace. Ya hacia 1700, a los quince años de apostolado, había en ella 20.000 indios en 8 reducciones. Varias décadas más tarde, en 1734, las reducciones en esta zona eran ya 20, con unos 35.000 indios. Y si se consulta el mapa actual, podrá verse que la mayoría de las ciudades de esa zona, Trinidad, San Borja, Santa Ana, San Joaquín, etc., nacieron como poblados misionales. La misión entre los indios chiquitos y otras tribus del Alto Perú ofrece una fisonomía semejante. Llevada también en esos años por los jesuitas, llegó a formar 10 reducciones. La expulsión de los jesuitas, realizada tan bruscamente en 1768, produjo gravísimos daños en éstas y en muchas otras reducciones que hasta entonces vivían con indudable prosperidad material y espiritual. Las 7 reducciones dependientes del obispado de Santa Cruz de la Sierra, en el Chaco merecen ser igualmente recordadas: San Francisco Javier, de 1692; San Rafael, 1696; San José, 1697; San Juan Bautista, 1699; la Concepción, 1699; San Miguel, 1718, y San Ignacio, 1724. No siempre estos poblados misionales eran tan perfectos como las reducciones guaraníes, pero en todo caso constituían muy notables realizaciones comunitarias de civilización y religiosidad. En el siglo XVIII la Corona española no insistió ya en la congregación de los indios en poblados, salvo en las fronteras. La fundación entonces de poblados indígenas, en lugares que hasta entonces se habían mantenido en un aislamiento rebelde, solía ser hecha casi siempre por misioneros, y casi siempre en condiciones extremadamente duras y peligrosas. Pedro Borges, sin la pretensión de ofrecer una lista completa, enumera para esa época las siguientes poblaciones misionales (AV, Iberoamérica 365) CAPÍTULO VI: EVANGELIZACIÓN DEL BRASIL 1. Portugal, potencia cristiana misionera Bastante antes que España, Portugal había concluído la reconquista de sus territorios ocupados por los árabes. Y, antes también que los españoles, logró formar un gran imperio, extendido a lo largo de diversos mares por «la ruta de las especias». En efecto, desde comienzos del siglo XV hasta las primeras décadas del XVI, los marinos portugueses lograron abrirse ruta marina hacia la India, sólo alcanzada en aquella época por tierra, en interminables viajes de caravanas, que habían de atravesar desiertos y peligrosas tierras de musulmanes y tártaros. Las naves portuguesas descubrieron los archipiélagos de Madera, Azores y Cabo Verde, así como las costas del Sáhara y del Senegal. Poco después alcanzaron el golfo de Guinea y la costa del Congo. Finalmente en 1488, Bartolomé Díaz rodeaba el cabo de Buena Esperanza, y abría así por el sur de Africa la navegación hacia el Oriente. Diez años después, Vasco de Gama arribaba a la India. Después del descubrimiento de la ruta al Oriente, los portugueses conquistaron varios puestos estratégicos, para asegurar el paso de sus marinos y el abastecimiento de las factorías. Arabes y egipcios perdieron así su tradicional hegemonía sobre el comercio de las especias. Y en 1506, al derrotar los portugueses a la flota egipcia, quedaron como dueños únicos del Indico. Pudieron así establecerse en Goa y Malaca, arribar a las Molucas -las Islas de las especias- y a las costas del Mar de la China. Esta epopeya marinera de los portugueses, junto al espíritu de aventura y de lucro, reveló también su formidable espíritu apostólico y misionero, encarnado sobre todo en los miembros de la Orden de Cristo. Bajo el reinado de Juan I, su hijo Enrique el Navegante (1394-1460), gran maestre de esta Orden militar, fundó en Segres la primera escuela naval del mundo, y alentó a la Corona y a su pueblo en los viajes y descubrimientos, así como en las luchas contra el Islam y en la difusión misionera de la fe. Desde su convento de Thomar, abierto al Atlántico, en directa dependencia del Papa y sin mediación de ningún obispo, Enrique rigió las iglesias locales de todos los territorios descubiertos y evangelizados. 2. Entre España y Portugal Siendo también España un pueblo de gran empuje navegante, se hizo pronto necesario regular las empresas marítimas hispanas y lusitanas de manera que no hubiera interferencias enojosas. Así fue como el Tratado de Th 6 – DOCUMENTO 03. 77

-4. El sistema misionero <strong>de</strong> <strong>la</strong>s reducciones y pob<strong>la</strong>ciones <strong>de</strong> indios fue el más frecu<strong>en</strong>te <strong>en</strong> América hispana. Cuando<br />

hoy se hab<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong>s reducciones <strong>en</strong> América suele p<strong>en</strong>sarse <strong>en</strong> <strong>la</strong>s reducciones <strong>de</strong> los jesuitas <strong>en</strong> el Paraguay. Pero <strong>la</strong><br />

verdad es que, como ya hemos dicho, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el comi<strong>en</strong>zo mismo <strong>de</strong> <strong>la</strong> conquista y evangelización <strong>de</strong> América <strong>la</strong><br />

norma <strong>de</strong> conc<strong>en</strong>trar a los indios fue c<strong>la</strong>ra y g<strong>en</strong>eral.<br />

En Guatema<strong>la</strong>, para 1550, <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong> los indios vivía <strong>en</strong> pueblos nuevos. En México, <strong>la</strong> política reduccional fue<br />

int<strong>en</strong>sam<strong>en</strong>te procurada por el virrey Ve<strong>la</strong>sco (1550-1564), y el virrey Montesc<strong>la</strong>ro se esforzó <strong>en</strong> completar<strong>la</strong> (1603-<br />

1605), afectando así a gran parte <strong>de</strong> <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción indíg<strong>en</strong>a. En el Perú, como ya vimos, a partir <strong>de</strong> 1573 el virrey<br />

Toledo impulsó con gran empeño y eficacia <strong>la</strong> reducción <strong>de</strong> los indios. Y <strong>en</strong> 1602 int<strong>en</strong>tó lo mismo <strong>en</strong> Nueva Granada<br />

el visitador H<strong>en</strong>ríquez, aunque con escaso éxito.<br />

Ciertam<strong>en</strong>te no siempre es fácil, por otra parte, distinguir <strong>en</strong> cada caso si una pob<strong>la</strong>ción indíg<strong>en</strong>a es un pob<strong>la</strong>do<br />

misional, una doctrina o una reducción. En todo caso, sí ha <strong>de</strong> afirmarse que <strong>en</strong> el mundo misional <strong>de</strong> <strong>la</strong> América<br />

hispana hubo muchísimas doctrinas, reducciones y pob<strong>la</strong>ciones misionales <strong>de</strong> indios. Citaremos algunos ejemplos.<br />

La misión <strong>en</strong>tre los indios mojos, <strong>en</strong> el actual <strong>de</strong>partam<strong>en</strong>to <strong>de</strong> B<strong>en</strong>i, al norte <strong>de</strong> Bolivia, fue realizada por un pequeño<br />

grupo <strong>de</strong> jesuitas, <strong>en</strong>tre los que se distinguió, como hemos dicho, el padre Cipriano Barace. Ya hacia 1700, a los<br />

quince años <strong>de</strong> aposto<strong>la</strong>do, había <strong>en</strong> el<strong>la</strong> 20.000 indios <strong>en</strong> 8 reducciones. Varias décadas más tar<strong>de</strong>, <strong>en</strong> 1734, <strong>la</strong>s<br />

reducciones <strong>en</strong> esta zona eran ya 20, con unos 35.000 indios. Y si se consulta el mapa actual, podrá verse que <strong>la</strong><br />

mayoría <strong>de</strong> <strong>la</strong>s ciuda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> esa zona, Trinidad, San Borja, Santa Ana, San Joaquín, etc., nacieron como pob<strong>la</strong>dos misionales.<br />

La misión <strong>en</strong>tre los indios chiquitos y otras tribus <strong>de</strong>l Alto Perú ofrece una fisonomía semejante. Llevada también <strong>en</strong><br />

esos años por los jesuitas, llegó a formar 10 reducciones. La expulsión <strong>de</strong> los jesuitas, realizada tan bruscam<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />

1768, produjo gravísimos daños <strong>en</strong> éstas y <strong>en</strong> muchas otras reducciones que hasta <strong>en</strong>tonces vivían con indudable<br />

prosperidad material y espiritual.<br />

Las 7 reducciones <strong>de</strong>p<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes <strong>de</strong>l obispado <strong>de</strong> Santa Cruz <strong>de</strong> <strong>la</strong> Sierra, <strong>en</strong> el Chaco merec<strong>en</strong> ser igualm<strong>en</strong>te<br />

recordadas: San Francisco Javier, <strong>de</strong> 1692; San Rafael, 1696; San José, 1697; San Juan Bautista, 1699; <strong>la</strong><br />

Concepción, 1699; San Miguel, 1718, y San Ignacio, 1724. No siempre estos pob<strong>la</strong>dos misionales eran tan perfectos<br />

como <strong>la</strong>s reducciones guaraníes, pero <strong>en</strong> todo caso constituían muy notables realizaciones comunitarias <strong>de</strong><br />

civilización y religiosidad.<br />

En el siglo XVIII <strong>la</strong> Corona españo<strong>la</strong> no insistió ya <strong>en</strong> <strong>la</strong> congregación <strong>de</strong> los indios <strong>en</strong> pob<strong>la</strong>dos, salvo <strong>en</strong> <strong>la</strong>s fronteras.<br />

La fundación <strong>en</strong>tonces <strong>de</strong> pob<strong>la</strong>dos indíg<strong>en</strong>as, <strong>en</strong> lugares que hasta <strong>en</strong>tonces se habían mant<strong>en</strong>ido <strong>en</strong> un ais<strong>la</strong>mi<strong>en</strong>to<br />

rebel<strong>de</strong>, solía ser hecha casi siempre por misioneros, y casi siempre <strong>en</strong> condiciones extremadam<strong>en</strong>te duras y<br />

peligrosas. Pedro Borges, sin <strong>la</strong> pret<strong>en</strong>sión <strong>de</strong> ofrecer una lista completa, <strong>en</strong>umera para esa época <strong>la</strong>s sigui<strong>en</strong>tes<br />

pob<strong>la</strong>ciones misionales (AV, Ibero<strong>américa</strong> 365)<br />

CAPÍTULO VI: EVANGELIZACIÓN DEL BRASIL<br />

1. Portugal, pot<strong>en</strong>cia cristiana misionera<br />

Bastante antes que España, Portugal había concluído <strong>la</strong> reconquista <strong>de</strong> sus territorios ocupados por los árabes. Y,<br />

antes también que los españoles, logró formar un gran imperio, ext<strong>en</strong>dido a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong> diversos mares por «<strong>la</strong> ruta <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong>s especias».<br />

En efecto, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> comi<strong>en</strong>zos <strong>de</strong>l siglo XV hasta <strong>la</strong>s primeras décadas <strong>de</strong>l XVI, los marinos portugueses lograron<br />

abrirse ruta marina hacia <strong>la</strong> India, sólo alcanzada <strong>en</strong> aquel<strong>la</strong> época por tierra, <strong>en</strong> interminables viajes <strong>de</strong> caravanas,<br />

que habían <strong>de</strong> atravesar <strong>de</strong>siertos y peligrosas tierras <strong>de</strong> musulmanes y tártaros. Las naves portuguesas <strong>de</strong>scubrieron<br />

los archipié<strong>la</strong>gos <strong>de</strong> Ma<strong>de</strong>ra, Azores y Cabo Ver<strong>de</strong>, así como <strong>la</strong>s costas <strong>de</strong>l Sáhara y <strong>de</strong>l S<strong>en</strong>egal. Poco <strong>de</strong>spués<br />

alcanzaron el golfo <strong>de</strong> Guinea y <strong>la</strong> costa <strong>de</strong>l Congo. Finalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> 1488, Bartolomé Díaz ro<strong>de</strong>aba el cabo <strong>de</strong> Bu<strong>en</strong>a<br />

Esperanza, y abría así por el sur <strong>de</strong> Africa <strong>la</strong> navegación hacia el Ori<strong>en</strong>te. Diez años <strong>de</strong>spués, Vasco <strong>de</strong> Gama<br />

arribaba a <strong>la</strong> India.<br />

Después <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scubrimi<strong>en</strong>to <strong>de</strong> <strong>la</strong> ruta al Ori<strong>en</strong>te, los portugueses conquistaron varios puestos estratégicos, para<br />

asegurar el paso <strong>de</strong> sus marinos y el abastecimi<strong>en</strong>to <strong>de</strong> <strong>la</strong>s factorías. Arabes y egipcios perdieron así su tradicional<br />

hegemonía sobre el comercio <strong>de</strong> <strong>la</strong>s especias. Y <strong>en</strong> 1506, al <strong>de</strong>rrotar los portugueses a <strong>la</strong> flota egipcia, quedaron<br />

como dueños únicos <strong>de</strong>l Indico. Pudieron así establecerse <strong>en</strong> Goa y Ma<strong>la</strong>ca, arribar a <strong>la</strong>s Molucas -<strong>la</strong>s Is<strong>la</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

especias- y a <strong>la</strong>s costas <strong>de</strong>l Mar <strong>de</strong> <strong>la</strong> China.<br />

Esta epopeya marinera <strong>de</strong> los portugueses, junto al espíritu <strong>de</strong> av<strong>en</strong>tura y <strong>de</strong> lucro, reveló también su formidable<br />

espíritu apostólico y misionero, <strong>en</strong>carnado sobre todo <strong>en</strong> los miembros <strong>de</strong> <strong>la</strong> Or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> Cristo. Bajo el reinado <strong>de</strong> Juan<br />

I, su hijo Enrique el Navegante (1394-1460), gran maestre <strong>de</strong> esta Or<strong>de</strong>n militar, fundó <strong>en</strong> Segres <strong>la</strong> primera escue<strong>la</strong><br />

naval <strong>de</strong>l mundo, y al<strong>en</strong>tó a <strong>la</strong> Corona y a su pueblo <strong>en</strong> los viajes y <strong>de</strong>scubrimi<strong>en</strong>tos, así como <strong>en</strong> <strong>la</strong>s luchas contra el<br />

Is<strong>la</strong>m y <strong>en</strong> <strong>la</strong> difusión misionera <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe. Des<strong>de</strong> su conv<strong>en</strong>to <strong>de</strong> Thomar, abierto al Atlántico, <strong>en</strong> directa <strong>de</strong>p<strong>en</strong><strong>de</strong>ncia<br />

<strong>de</strong>l Papa y sin mediación <strong>de</strong> ningún obispo, Enrique rigió <strong>la</strong>s <strong>iglesia</strong>s locales <strong>de</strong> todos los territorios <strong>de</strong>scubiertos y<br />

evangelizados.<br />

2. Entre España y Portugal<br />

Si<strong>en</strong>do también España un pueblo <strong>de</strong> gran empuje navegante, se hizo pronto necesario regu<strong>la</strong>r <strong>la</strong>s empresas<br />

marítimas hispanas y lusitanas <strong>de</strong> manera que no hubiera interfer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>ojosas. Así fue como el Tratado <strong>de</strong><br />

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