documento: 03. historia de la iglesia en américa - icergua

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09.05.2013 Views

De la plaza, trazadas a cordel, salían las calles, y en filas paralelas se ordenaban las casas de los guaraníes, cosa común a las ciudades hispanas de América. Manzanas de seis o siete casas quedaban unidas por pórticos, que protegían del sol y de la lluvia; por estas galerías podía recorrerse a cubierto toda la ciudad. Los jesuitas, no pocos de ellos procedentes de ilustres familias europeas o criollas, hicieron con los indios de albañiles, carpinteros, tejeros y arquitectos. En fin, los visitantes que llegaban a las reducciones, después de días de camino por lugares agrestes y selváticos, quedaban realmente asombrados al ver, sobre todo, aquellas iglesias, algunas, como la de Santa Rosa o la de Corpus, verdaderas catedrales, los edificios sin duda más hermosos de toda la región del Plata. 14. Gobierno interior En la comunidad reduccional los caciques, que en cada poblado eran 20 o 30, tuvieron al comienzo bastantes atribuciones, pero poco a poco fueron relegados a la condición decorativa de nobles, en tanto que se desarrolló una organización electiva de todos los cargos y ministerios. Los cargos en general solían ser anuales, de modo que se veían frecuentemente renovados. El Corregidor, en cambio, era autoridad constituída por cinco años, y sólo el Superior general de la federación de reducciones, jesuita, podía deponerle. Con él, venía en importancia el Cabildo o consejo elegido, compuesto de alcaldes, fiscales y otros ministros. El Cura, jesuita, asistía, hacía observaciones, que normalmente eran acogidas, y tenía en ciertas cuestiones un poder que podríamos llamar de veto, pero en general su mayor trabajo era asistir a los indios para que asumieran sus responsabilidades y las ejercitaran. Piensa Lugon que «es por las elecciones y por el ejercicio de las funciones públicas por lo que los guaraníes adquieren un sentimiento tan vivo de su autonomía nacional y de su responsabilidad frente al bien común» (62). En realidad, aquella gran autonomía que, respecto de las autoridades civiles y eclesiásticas locales, habían conseguido de la Corona las reducciones, ocasionó en éstas muchas ventajas, pero dió lugar también a no pocas sospechas y odiosidades. En todo caso, es evidente que en el régimen comunitario de las reducciones una de las claves más decisivas fue precisamente el aislamiento del mundo hispano americano. Los indios, por este aislamiento autónomo, no sólamente se vieron libres de muchos vicios y tentaciones, escándalos y abusos, sino que también tuvieron ocasión de cobrar conciencia nacional, identidad propia de pueblo guaraní, directamente vinculado a la Corona española. En todo caso, como decía el padre Cardiel, «todo este concierto es instituído por los Padres: que el indio de su cosecha no pone orden, economía ni concierto alguno. El Padre es el alma de todo: y hace en el pueblo lo que el alma en el cuerpo. Si descuida algo en velar, todo va de capa caída. Dios nuestro Señor, por su altísima providencia, dio a estos pobrecitos indios un respeto y obediencia muy especial para con los Padres; de otra manera era imposible gobernarlos» (70). Por lo demás, ya entonces, como ahora, había intelectuales progresistas que, a mil o diez mil kilómetros de distancia, sin haber pisado jamás la selva, ni conocer siquiera sea de vista a los indios guaraníes, «decían que todo este gobierno era errado», que aquellos indios para hacerse realmente adultos necesitaban tener sus propiedades privadas, su trato con los españoles y su capacidad libre de comerciar; «y los Padres sólo enseñar la Doctrina cristiana». A lo que responde Cardiel: «Qué más quisiéramos nosotros, que poder conseguir esto, por estar libres de tanto cuidado temporal. Muchas pruebas se han hecho para conseguir algo de esto en diversos tiempos: mas nada se ha podido alcanzar. Si estos indios fueran como los españoles, o como los indios del Perú y Méjico, que antes de la conquista vivían con gobierno de Reyes y leyes, con economía y concierto, con abundancia de víveres, adquiridos labrando sus tierras, en pueblos y ciudades: si fueran de esta raza, casta y calidad, se podía decir eso. Pero son muy diversos. Eran en su gentilismo fieras del campo como se ha dicho. La experiencia ha mostrado que el cultivo de 150 años, que ha que empezaron sus primeras conversiones, sólo ha podido conseguir el amansarlos y reducirlos a concierto, como se ha dicho, de que se admiran mucho los Obispos y otros, considerando lo que eran, teniendo por mucho lo que se ha hecho y conseguido» (92). Téngase, por lo demás, en cuenta que los mismos jesuitas usaban por esos años de una pedagogía pastoral muy diversa en otras regiones de América, lo que demuestra que la política seguida en las reducciones guaraníes no procedía tanto de principios ideológicos de la Compañía de Jesús, como de la necesidad impuesta por la misma realidad de aquellos indios. 15. Economía Siguiendo las instrucciones primeras del padre Torres, las reducciones se centraron económicamente en la agricultura y la ganadería. Los indios hasta entonces conocían sólo un cultivo itinerante: quemaban parte del bosque, se establecían unos años en esas tierras, hasta que las abandonaban al perder la fertilidad. En cambio en las reducciones pudieron perfeccionar mucho la agricultura, no sólo el uso de arados y animales de tracción, sino con la diversificación de cultivos, entre los cuales sobresalió la yerba mate. También la ganadería alcanzó también un desarrollo muy notable en cantidad y calidad, marcando la fisonomía del país hasta nuestros días. Yapeyú, por ejemplo, llegó a tener más de 200.000 cabezas de ganado. De este modo, el autoabastecimiento era prácticamente completo, y la dieta media de los indios bastante superior a la del mundo circundante. El jesuita José Cardiel da cuenta de las estancias inmensas de ganado, y prevé que para quien no haya conocido directamente las reducciones todos esos datos le parecerán increíbles: «se le hará imposible estancia de cincuenta leguas [unos 280 kilómetros]: gasto de diez mil vacas al año en un pueblo de mil setecientos vecinos: precio de ellas de solo tres reales de plata, etc. Pero es otro mundo aquél. La misma admiración nos causaba a nosotros a los principios. O pensará que las vacas son chicas como carneros: y otras cosas a este modo. Son tan grandes como las de España, o más. Ni las leguas son chicas. Las estancias de Yapeyú [50 leguas por 30] y San Miguel [40 por 20] son las mayores [y a ellas llevaban ganado de varias reducciones]; las demás son de ocho, diez, o a lo más veinte leguas de largo» (79). Th 6 – DOCUMENTO 03. 72

Con todo esto, en opinión del francés Clovis Lugon, «ninguna región de América conoció en la época una prosperidad tan general ni un desarrollo económico tan sano y equilibrado» (92), y eso que la jornada laboral con horas limitadas - más reducida en el caso de labores más penosas-, ya se había establecido en las reducciones, con una anticipación de dos o tres siglos respecto de los países más adelantados del Occidente. Por lo demás, el régimen económico era mixto, privado y comunal, tanto en la propiedad como en el trabajo, tanto en la agricultura como en la ganadería. Muchos europeos y criollos veían mal este excesivo comunismo establecido por los jesuitas, y a veces éstos pretendieron modificarlo en algo, como en la posesión de ganado, pero sin éxito. El padre José Cardiel, escribe: «Hemos hecho en todos tiempos muchas pruebas para ver si les podemos hacer tener y guardar algo de ganado mayor y menor y alguna cabalgadura, y no lo hemos podido conseguir» (71). 16. Industrias Pronto se instalaron en las reducciones molinos de viento o de agua, fábricas de azúcar y de aceite, de ladrillos y de tejidos, así como naves para el secado y preparación de la yerba mate. En las herrerías y fundiciones, modestas, pues la región era pobre en metales, se produjeron en seguida campanas, con mineral importado de Conquimbo o de Chile, y en cuanto hubo autorización para armar a los indios, también se fabricaron armas y municiones. Los funcionarios o misioneros que llegaban a las reducciones quedaban asombrados al ver relojes, órganos y toda suerte de instrumentos musicales o esferas astronómicas, fabricados completamente por los indios. En la reducción de San Juan tenían un reloj en el que iban saliendo los doce apóstoles al dar las campanadas del mediodía. En el río Uruguay y en el Paraná tuvieron también astilleros donde construían naves, bien adaptadas y extremadamente resistentes, para el transporte de sus productos. Roa Bastos recuerda que «ochenta años antes que en Buenos Aires, capital de la gobernación y luego del virreinato del Río de la Plata, se establecieron en las Misiones las primeras imprentas» (Tentación 34). En ellas se publicaron muchos textos, gramáticas, catecismos y libros espirituales, en lengua guaraní, como la obra Temporal y eterno, publicada en 1705 en las prensas de Loreto, con 67 viñetas y 43 láminas grabadas por artesanos guaraníes. También tenían imprentas Santa María Mayor, San Javier y Candelaria. Este cultivo del lenguaje guaraní, ya iniciado por el franciscano Bolaños, fue decisivo para que la lengua haya podido conservarse viva hasta nuestros días. El provincial Ruiz de Montoya decía que los guaraníes «tanto estiman su lengua, y con razón, porque es digna de alabanza y de celebrarse entre las de fama» (Tentaciones 70). También en las reducciones se imprimieron los mapas geográficos de América más exactos de la época. Por otra parte, la orientación profesional se practicaba en aquellos poblados misionales dos o tres siglos antes que en el Occidente culto. Y así en los relatos del jesuita Charlevoix, publicados en París en 1747, se dice que en las reducciones «desde que los niños están en edad de poder iniciarse en el trabajo, se les lleva a los talleres y se les coloca en aquellos para los que parecen mostrar más inclinación, ya que se estima que el arte debe estar guiado por la naturaleza» (Lugon 98). Y lo mismo que sucedió a los misioneros de Nueva España ocurrió también aquí a los jesuitas, que quedaban impresionados al ver la habilidad manual de los indios, y sobre todo su prodigiosa capacidad de imitación. El jesuita tirolés Anton Sepp, en 1696, observaba: «No pueden inventar ni idear absolutamente nada por su propio entendimiento, aunque sea la más simple labor manual, sino siempre debe estar presente el padre y guiarlos; debe darles sobre todo un modelo y ejemplo. Si tienen uno, él puede estar seguro de que imitarán la labor exactamente. Son indescriptiblemente talentosos para la imitación. Por ejemplo: queríamos tener hermosas puntillas grandes para un altar. ¿Qué hace la india? Toma una puntilla de un palmo de ancha traída de Europa, coge los hilos con la aguja, deshace un poco la puntilla, ve cómo está tejida o tramada y de inmediato hace otra. La nueva es tan parecida a la vieja que no puedes reconocer cuál es la puntilla holandesa o española, y cuál la indígena. Y así es con todas las cosas. Tenemos dos órganos, de los cuales uno fue traído de Europa, mientras el otro ha sido hecho por los indios tan idénticamente, que al principio yo mismo me confundí, tomando el indígena por el europeo. Aquí hay un misal, una impresión de Amberes, de la mejor calidad; allí hay un misal copiado por un indio: no se puede reconocer cuál es el misal impreso y cuál el copiado. Las trompetas son idénticas a las de Nüremberg, los relojes no ceden en nada a los de Augsburgo, famosos en el mundo entero. Hay pinturas que parecen haber sido pintadas por Rubens. En una palabra, los indios imitan todo, mientran tenga un modelo o ejemplo» (Tentación 122). El talento natural de los indios, en el orden de una vida estable y pacífica, y la organización del trabajo, daba lugar a estas industrias sorprendentes. Así las cosas, bien puede afirmarse que la federación de reducciones guaraníes formó en su tiempo la única nación industrializada de América del Sur (Lugon 98). 17. Música Los indios de América, en general, con sus pobres instrumentos ancestrales, no conocían apenas las maravillas del mundo de la música, y quedaban absolutamente fascinados cuando entraban en él. El sonido de las campanas, del violín o del órgano creaban para ellos un mundo mágico, apenas creíble. Esta fuerza misionera de la música fue conocida desde un principio, como ya lo vimos en los franciscanos de México. Cuando los dominicos del padre Las Casas entraron en la Verapaz, habían enseñado a cuatro indios cristianos unas coplas, que cantaron ante los paganos acompañándose de un teneplaste (madero hueco), sonajas y cascabeles. Éstos quedaron tan encantados «que tuvieron que cantarlas durante ocho días» (MH 6,1949, 503). Y en las reducciones guaraníes, quizá de un modo especial, la música tuvo una extraordinaria importancia, gracias en buena parte a los jesuitas europeos no españoles. Th 6 – DOCUMENTO 03. 73

Con todo esto, <strong>en</strong> opinión <strong>de</strong>l francés Clovis Lugon, «ninguna región <strong>de</strong> América conoció <strong>en</strong> <strong>la</strong> época una prosperidad<br />

tan g<strong>en</strong>eral ni un <strong>de</strong>sarrollo económico tan sano y equilibrado» (92), y eso que <strong>la</strong> jornada <strong>la</strong>boral con horas limitadas -<br />

más reducida <strong>en</strong> el caso <strong>de</strong> <strong>la</strong>bores más p<strong>en</strong>osas-, ya se había establecido <strong>en</strong> <strong>la</strong>s reducciones, con una anticipación<br />

<strong>de</strong> dos o tres siglos respecto <strong>de</strong> los países más a<strong>de</strong><strong>la</strong>ntados <strong>de</strong>l Occi<strong>de</strong>nte.<br />

Por lo <strong>de</strong>más, el régim<strong>en</strong> económico era mixto, privado y comunal, tanto <strong>en</strong> <strong>la</strong> propiedad como <strong>en</strong> el trabajo, tanto <strong>en</strong><br />

<strong>la</strong> agricultura como <strong>en</strong> <strong>la</strong> gana<strong>de</strong>ría. Muchos europeos y criollos veían mal este excesivo comunismo establecido por<br />

los jesuitas, y a veces éstos pret<strong>en</strong>dieron modificarlo <strong>en</strong> algo, como <strong>en</strong> <strong>la</strong> posesión <strong>de</strong> ganado, pero sin éxito. El padre<br />

José Cardiel, escribe: «Hemos hecho <strong>en</strong> todos tiempos muchas pruebas para ver si les po<strong>de</strong>mos hacer t<strong>en</strong>er y<br />

guardar algo <strong>de</strong> ganado mayor y m<strong>en</strong>or y alguna cabalgadura, y no lo hemos podido conseguir» (71).<br />

16. Industrias<br />

Pronto se insta<strong>la</strong>ron <strong>en</strong> <strong>la</strong>s reducciones molinos <strong>de</strong> vi<strong>en</strong>to o <strong>de</strong> agua, fábricas <strong>de</strong> azúcar y <strong>de</strong> aceite, <strong>de</strong> <strong>la</strong>drillos y <strong>de</strong><br />

tejidos, así como naves para el secado y preparación <strong>de</strong> <strong>la</strong> yerba mate. En <strong>la</strong>s herrerías y fundiciones, mo<strong>de</strong>stas, pues<br />

<strong>la</strong> región era pobre <strong>en</strong> metales, se produjeron <strong>en</strong> seguida campanas, con mineral importado <strong>de</strong> Conquimbo o <strong>de</strong> Chile,<br />

y <strong>en</strong> cuanto hubo autorización para armar a los indios, también se fabricaron armas y municiones.<br />

Los funcionarios o misioneros que llegaban a <strong>la</strong>s reducciones quedaban asombrados al ver relojes, órganos y toda<br />

suerte <strong>de</strong> instrum<strong>en</strong>tos musicales o esferas astronómicas, fabricados completam<strong>en</strong>te por los indios. En <strong>la</strong> reducción<br />

<strong>de</strong> San Juan t<strong>en</strong>ían un reloj <strong>en</strong> el que iban sali<strong>en</strong>do los doce apóstoles al dar <strong>la</strong>s campanadas <strong>de</strong>l mediodía. En el río<br />

Uruguay y <strong>en</strong> el Paraná tuvieron también astilleros don<strong>de</strong> construían naves, bi<strong>en</strong> adaptadas y extremadam<strong>en</strong>te<br />

resist<strong>en</strong>tes, para el transporte <strong>de</strong> sus productos.<br />

Roa Bastos recuerda que «och<strong>en</strong>ta años antes que <strong>en</strong> Bu<strong>en</strong>os Aires, capital <strong>de</strong> <strong>la</strong> gobernación y luego <strong>de</strong>l virreinato<br />

<strong>de</strong>l Río <strong>de</strong> <strong>la</strong> P<strong>la</strong>ta, se establecieron <strong>en</strong> <strong>la</strong>s Misiones <strong>la</strong>s primeras impr<strong>en</strong>tas» (T<strong>en</strong>tación 34). En el<strong>la</strong>s se publicaron<br />

muchos textos, gramáticas, catecismos y libros espirituales, <strong>en</strong> l<strong>en</strong>gua guaraní, como <strong>la</strong> obra Temporal y eterno,<br />

publicada <strong>en</strong> 1705 <strong>en</strong> <strong>la</strong>s pr<strong>en</strong>sas <strong>de</strong> Loreto, con 67 viñetas y 43 láminas grabadas por artesanos guaraníes. También<br />

t<strong>en</strong>ían impr<strong>en</strong>tas Santa María Mayor, San Javier y Can<strong>de</strong><strong>la</strong>ria. Este cultivo <strong>de</strong>l l<strong>en</strong>guaje guaraní, ya iniciado por el<br />

franciscano Bo<strong>la</strong>ños, fue <strong>de</strong>cisivo para que <strong>la</strong> l<strong>en</strong>gua haya podido conservarse viva hasta nuestros días. El provincial<br />

Ruiz <strong>de</strong> Montoya <strong>de</strong>cía que los guaraníes «tanto estiman su l<strong>en</strong>gua, y con razón, porque es digna <strong>de</strong> a<strong>la</strong>banza y <strong>de</strong><br />

celebrarse <strong>en</strong>tre <strong>la</strong>s <strong>de</strong> fama» (T<strong>en</strong>taciones 70). También <strong>en</strong> <strong>la</strong>s reducciones se imprimieron los mapas geográficos <strong>de</strong><br />

América más exactos <strong>de</strong> <strong>la</strong> época.<br />

Por otra parte, <strong>la</strong> ori<strong>en</strong>tación profesional se practicaba <strong>en</strong> aquellos pob<strong>la</strong>dos misionales dos o tres siglos antes que <strong>en</strong><br />

el Occi<strong>de</strong>nte culto. Y así <strong>en</strong> los re<strong>la</strong>tos <strong>de</strong>l jesuita Charlevoix, publicados <strong>en</strong> París <strong>en</strong> 1747, se dice que <strong>en</strong> <strong>la</strong>s<br />

reducciones «<strong>de</strong>s<strong>de</strong> que los niños están <strong>en</strong> edad <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r iniciarse <strong>en</strong> el trabajo, se les lleva a los talleres y se les<br />

coloca <strong>en</strong> aquellos para los que parec<strong>en</strong> mostrar más inclinación, ya que se estima que el arte <strong>de</strong>be estar guiado por<br />

<strong>la</strong> naturaleza» (Lugon 98).<br />

Y lo mismo que sucedió a los misioneros <strong>de</strong> Nueva España ocurrió también aquí a los jesuitas, que quedaban<br />

impresionados al ver <strong>la</strong> habilidad manual <strong>de</strong> los indios, y sobre todo su prodigiosa capacidad <strong>de</strong> imitación.<br />

El jesuita tirolés Anton Sepp, <strong>en</strong> 1696, observaba: «No pue<strong>de</strong>n inv<strong>en</strong>tar ni i<strong>de</strong>ar absolutam<strong>en</strong>te nada por su propio<br />

<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to, aunque sea <strong>la</strong> más simple <strong>la</strong>bor manual, sino siempre <strong>de</strong>be estar pres<strong>en</strong>te el padre y guiarlos; <strong>de</strong>be<br />

darles sobre todo un mo<strong>de</strong>lo y ejemplo. Si ti<strong>en</strong><strong>en</strong> uno, él pue<strong>de</strong> estar seguro <strong>de</strong> que imitarán <strong>la</strong> <strong>la</strong>bor exactam<strong>en</strong>te.<br />

Son in<strong>de</strong>scriptiblem<strong>en</strong>te tal<strong>en</strong>tosos para <strong>la</strong> imitación. Por ejemplo: queríamos t<strong>en</strong>er hermosas puntil<strong>la</strong>s gran<strong>de</strong>s para<br />

un altar. ¿Qué hace <strong>la</strong> india? Toma una puntil<strong>la</strong> <strong>de</strong> un palmo <strong>de</strong> ancha traída <strong>de</strong> Europa, coge los hilos con <strong>la</strong> aguja,<br />

<strong>de</strong>shace un poco <strong>la</strong> puntil<strong>la</strong>, ve cómo está tejida o tramada y <strong>de</strong> inmediato hace otra. La nueva es tan parecida a <strong>la</strong><br />

vieja que no pue<strong>de</strong>s reconocer cuál es <strong>la</strong> puntil<strong>la</strong> ho<strong>la</strong>n<strong>de</strong>sa o españo<strong>la</strong>, y cuál <strong>la</strong> indíg<strong>en</strong>a. Y así es con todas <strong>la</strong>s<br />

cosas. T<strong>en</strong>emos dos órganos, <strong>de</strong> los cuales uno fue traído <strong>de</strong> Europa, mi<strong>en</strong>tras el otro ha sido hecho por los indios tan<br />

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impresión <strong>de</strong> Amberes, <strong>de</strong> <strong>la</strong> mejor calidad; allí hay un misal copiado por un indio: no se pue<strong>de</strong> reconocer cuál es el<br />

misal impreso y cuál el copiado. Las trompetas son idénticas a <strong>la</strong>s <strong>de</strong> Nüremberg, los relojes no ce<strong>de</strong>n <strong>en</strong> nada a los<br />

<strong>de</strong> Augsburgo, famosos <strong>en</strong> el mundo <strong>en</strong>tero. Hay pinturas que parec<strong>en</strong> haber sido pintadas por Rub<strong>en</strong>s. En una<br />

pa<strong>la</strong>bra, los indios imitan todo, mi<strong>en</strong>tran t<strong>en</strong>ga un mo<strong>de</strong>lo o ejemplo» (T<strong>en</strong>tación 122).<br />

El tal<strong>en</strong>to natural <strong>de</strong> los indios, <strong>en</strong> el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> una vida estable y pacífica, y <strong>la</strong> organización <strong>de</strong>l trabajo, daba lugar a<br />

estas industrias sorpr<strong>en</strong><strong>de</strong>ntes. Así <strong>la</strong>s cosas, bi<strong>en</strong> pue<strong>de</strong> afirmarse que <strong>la</strong> fe<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> reducciones guaraníes formó<br />

<strong>en</strong> su tiempo <strong>la</strong> única nación industrializada <strong>de</strong> América <strong>de</strong>l Sur (Lugon 98).<br />

17. Música<br />

Los indios <strong>de</strong> América, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, con sus pobres instrum<strong>en</strong>tos ancestrales, no conocían ap<strong>en</strong>as <strong>la</strong>s maravil<strong>la</strong>s <strong>de</strong>l<br />

mundo <strong>de</strong> <strong>la</strong> música, y quedaban absolutam<strong>en</strong>te fascinados cuando <strong>en</strong>traban <strong>en</strong> él. El sonido <strong>de</strong> <strong>la</strong>s campanas, <strong>de</strong>l<br />

violín o <strong>de</strong>l órgano creaban para ellos un mundo mágico, ap<strong>en</strong>as creíble. Esta fuerza misionera <strong>de</strong> <strong>la</strong> música fue<br />

conocida <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un principio, como ya lo vimos <strong>en</strong> los franciscanos <strong>de</strong> México.<br />

Cuando los dominicos <strong>de</strong>l padre Las Casas <strong>en</strong>traron <strong>en</strong> <strong>la</strong> Verapaz, habían <strong>en</strong>señado a cuatro indios cristianos unas<br />

cop<strong>la</strong>s, que cantaron ante los paganos acompañándose <strong>de</strong> un t<strong>en</strong>ep<strong>la</strong>ste (ma<strong>de</strong>ro hueco), sonajas y cascabeles.<br />

Éstos quedaron tan <strong>en</strong>cantados «que tuvieron que cantar<strong>la</strong>s durante ocho días» (MH 6,1949, 503). Y <strong>en</strong> <strong>la</strong>s<br />

reducciones guaraníes, quizá <strong>de</strong> un modo especial, <strong>la</strong> música tuvo una extraordinaria importancia, gracias <strong>en</strong> bu<strong>en</strong>a<br />

parte a los jesuitas europeos no españoles.<br />

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