documento: 03. historia de la iglesia en américa - icergua

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Para valorar la repercusión social de este hecho se debe además tener en cuenta el cambio profundo que durante este proceso se fue operando en la misma concepción jurídica de la propiedad, y particularmente en lo referente a la propiedad de gran número de bienes que pertenecieron a los comunales de los pueblos o a la Iglesia, y que procedían, al paso de los años, de legados y donaciones. Estos bienes, de ser bienes vinculados, no vendibles, «de mano muerta», protegidos así para cumplir su función esencial al servicio del bien común -mantenimiento del culto y de doctrinas, de escuelas, hospitales y asilos, de tierras de pastos y de cultivos comunales o arrendadas para ayuda de los más necesitados-, pasaron en la «desamortización», durante la revolución liberal del XIX, a ser propiedades de libre disposición, con nuevos dueños que comerciaron con ellas, obtuvieron notables enriquecimientos, y consiguieron una acumulación progresiva de grandes propiedades. Este proceso ya fue parcialmente anticipado por la política ilustrada del XVIII, como se ve, por ejemplo, en la extinción de las reducciones jesuíticas. En efecto, la expulsión de los jesuitas (1768), inspirada por esa política, trajo consigo el empobrecimiento y la dispersión de los indios, cuando los padres de la Compañía de Jesús fueron sustituídos por administradores, y éstos más tarde por propietarios privados. De este modo, en el transcurso de algunas generaciones, gran número de tierras fueron pasando a manos de muy reducidos grupos oligárquicos, con lo cual los ricos se enriquecieron más y los pobres se quedaron más pobres. De ahí suelen proceder muchos de los grandes propietarios que han llegado hasta nuestros días. Es cierto, sin embargo, y conviene recordarlo, que algunos de estos nuevos grandes propietarios, manteniendo la conciencia católica y la tradición hispana, permanecieron en sus tierras, y administraron sus fundos con un cierto sentido benéfico hacia los trabajadores -procurando casas y escuelas, velando por su seguridad social, organizando misiones, etc.-; pero los más, integrándose en la alta burguesía de las capitales, cayeron de lleno en la dureza del capitalismo liberal. Pues bien, mientras la encomienda estuvo vigente, tuvo formas concretas, e incluso jurídicas, bastante diversas según las regiones de América. Frecuentemente restringida en el XVI, su extinción legal se fue preparando a lo largo del XVII -por ejemplo, con gravámenes desventajosos para los encomenderos-. Y por último, cambiadas ya las circunstancias sociales y laborales, la encomienda fue suprimida prácticamente en todas las Indias en 1718. Buena parte de los debates jurídicos y teológicos del XVI giraron en torno a la encomienda y el repartimiento, que fueron viéndose como un mal menor. A medida que se fue creando una opinión generalizada en cuanto a la inevitabilidad de la encomienda, la indignación de Las Casas fue creciendo, pues en ellas él veía algo, por decirlo así, intrínsecamente perverso. No era para él la encomienda un tema social y político discutible, sobre el cual varones prudentes y sinceramente amantes de los indios se dividían en sus opiniones, sino que era algo malo per se. Por eso cuando, ya muy anciano, supo que sus mismos hermanos dominicos de Guatemala informaban favorablemente de la situación de los indios, les envió en 1563 una carta amarga, llena de reproches. Pero hablemos del padre Las Casas más detenidamente, pues en el siglo XVI él fue sin duda el eje principal de todo el debate moral hispano sobre las Indias. 9. Fray Bartolomé de Las Casas (1484-1566) Bartolomé de Las Casas nació en Sevilla hacia 1484, y ha tenido múltiples biógrafos, el más reciente y uno de los mejores, Pedro Borges. Tuvo Las Casas una instrucción elemental, y después de ser en 1500 auxiliar de las milicias que sofocaron la insurrección morisca en Granada, pasó a las Indias, a La Española, en 1502, en la escuadra de Ovando. Fracasó buscando oro en el Haina, y tampoco le fue bien luego en las minas de Cibao, al frente de una cuadrilla de indios que le dieron. Participó en campañas contra los indios en 1503 y 1505, y con los esclavos que recibió en premio explotó una estancia junto al río Janique de Cibao, extrayendo también oro. Se ordenó sacerdote en Roma en 1506, siguió sin demasiado éxito su explotación de Cibao, y en 1510 celebró su primera misa, aunque todavía no se ocupaba de ministerios espirituales. En 151l -el año del sermón de Montesinos- se alistó para la conquista de Cuba, y participó como capellán en la dura campaña de Pánfilo de Narváez contra los indios. Con los muchos indios que le tocaron en repartimiento, fue encomendero en Canarreo, hasta 1514, en que se produce su primera conversión, y renuncia a la encomienda. En 1515 gestiona la causa de los indios ante el rey Fernando y ante los cardenales Cisneros y Adriano de Utrecht. Cisneros le encarga que, con el padre Montesinos y el doctor Palacios Rubios, prepare un memorial sobre los problemas de las Antillas, y le nombra protector de los indios. En 1516 volvió a La Española con un equipo de jerónimos. Autorizados éstos como virtuales gobernadores, pronto dieron de lado al control de Las Casas, ya que ellos, lo mismo que los franciscanos, aceptaron las encomiendas como un sistema entonces necesario, tratando de humanizarlas. En 1517 inicia Las Casas un período de planes utópicos de población pacífica -la Utopía de Moro es de 1516-. Colonos honestos y piadosos formarían una «hermandad religiosa», vestirían hábito blanco con cruz dorada al pecho, provista de unos ramillos que la harían «muy graciosa y adornada» -el detallismo es frecuente en el pensamiento utópico-, serían armados por el Rey «caballeros de espuela dorada», y esclavos negros colaborarían a sus labores. Estos planes no llegaron a realizarse, y el que se puso en práctica en Tierra Firme, en Cumaná, Venezuela, fracasó por distintas causas. Por esos años, inspirándose quizá Las Casas en la práctica portuguesa del Brasil, y para evitar los sufrimientos de los indios en un trabajo organizado y duro, que no podían soportar, sugirió la importación de esclavos negros a las Indias. El mismo dice que «este aviso de que se diese licencia para traer esclavos negros a estas tierras dio primero el clérigo Th 6 – DOCUMENTO 03. 6

Casas» (Historia de las Indias III,102). Al dar este consejo, con un curioso sentido selectivo de los derechos humanos, cometió un grave error, del que sólo muy tarde se hizo consciente, hacia 1559, cuando revisaba la edición de la Historia de las Indias (III,129). López de Gómara resume la acción de Las Casas en Cumaná diciendo: «No incremenlas rentas del rey, no ennobleció a los campesinos, no envió perlas a los flamencos y se hizo hermano dominico» (Historia 203b). Efectivamente, gracias al fracaso de sus intenciones concretas, tuvo una segunda conversión y llegó a descubrir su vocación más genuina. En 1522, después de todos estos trajines, ingresó dominico en Santo Domingo, y vivió siempre en la Orden como buen religioso. Allí inició sus obras De unico vocationis modo (1522) e Historia de las Indias (1527), y se mantuvo «enterrado», según su expresión, hasta 1531. Tuvo éxito, en 1533, al conseguir la rendición del cacique Enriquillo, sublevado desde años antes. Un viaje al Perú, que el mar torció a Nicaragua, le llevó a México en 1536. También tuvo éxito cuando, contando con el apoyo de los obispos de México, Tlaxcala y Guatemala, realizó con sus hermanos dominicos una penetración pacífica en Tezulutlán o Tierra de Guerra, región guatemalteca, de la que surgieron varias poblaciones nuevas. No estuvo allí muchos meses, y en 1540 partió para España, intervino en la elaboración de las Leyes Nuevas (1542), así como en su corrección al año siguiente, y reclutó misioneros para las Indias. Su obra Brevísima relación de la destruición de las Indias es de 1542. En ese mismo año, rechazó de Carlos I el nombramiento de obispo de la importante sede del Cuzco, aceptando en cambio al año siguiente la sede episcopal de Chiapas, en Guatemala. Con 37 dominicos llegó en 1545 a su sede, en Ciudad Real, donde su ministerio duró un año y medio. La población española estaba predispuesta contra él porque conocía su influjo en la elaboración de las Leyes Nuevas. Y tampoco el obispo Las Casas se dio mucha maña en su nuevo ministerio. Comenzó pidiendo a los fieles que denunciaran a sus sacerdotes si su conducta era mala, a todos éstos les quitó las licencias de confesar, menos a uno, encarceló al deán de la catedral, y excomulgó al presidente de la Audiencia, Maldonado... Poco después, el alzamiento contra él de los vecinos de su sede le hizo partir a la ciudad de México, donde había una junta de obispos que le dio de lado. De entonces son sus Avisos y reglas para los confesores, en donde escribe cosas como ésta: «Todo lo hecho hasta ahora en las Indias ha sido moralmente injusto y jurídicamente nulo». Se comprende, pues, bien que todos cuantos en mayor o menor grado aborrecen la obra de España en las Indias hayan considerado en el pasado y estimen hoy a Las Casas como una figura gigantesca. Nadie, desde luego, ha dicho sobre las Indias enormidades del tamaño de las suyas. Sin licencia previa para ello, abandonó Las Casas su diócesis y regresó en 1547 a la Corte, en donde siempre se movió con mucha más soltura que en las Indias. Polemizó entonces duramente en Alcalá con el sacerdote humanista Juan Ginés de Sepúlveda, y logró que Alcalá y Salamanca vetaran su libro Democrates alter, que no fue impreso hasta 1892. Sepúlveda, devolviéndole el golpe, consiguió que el Consejo Real reprendiera duramente a Las Casas por sus Avisos a confesores, cuyas copias manuscritas fueron requisadas. De la gran polémica oficial entre Sepúlveda y Las Casas, celebrada en Valladolid en 1550-1551, y que terminó en tablas, hablaremos en seguida. En 1550, a los 63 años, renunció al obispado de Chiapas. Ya no regresó a las Indias, en las que su labor misionera fue realmente muy escasa. Como señala el franciscano Motolinía en su carta de 1555 al Emperador sobre Las Casas, acá «todos sus negocios han sido con algunos desasosegados para que le digan cosas que escriba conformes con su apasionado espíritu contra los españoles... No tuvo sosiego en esta Nueva España [ni en La Española, ni en Nicaragua, ni en Guatemala], ni aprendió lengua de indios ni se humilló ni aplicó a les enseñar» (Xirau, Idea 72, 7475). Retirado en el convento de Sevilla, su ciudad natal, tuvo entonces años de más quietud, en los que pudo escribir la Apologética historia sumaria, sobre las virtudes de los indios (1559); Historia de las Indias, iniciada en 1527 y en 1559 terminada, si así puede decirse, pues quedó como obra inacabada; De thesauris indorum, en la que condena la búsqueda indiana de tesoros sepulcrales (1561); De imperatoria seu regia potestate, sobre el derecho de autodeterminación de los pueblos (1563); y el Tratado de las doce dudas, contestando ciertas cuestiones morales sobre las Indias. Aparte de componer estas obras, consiguió también en esos años que el Consejo de Indias negara permiso a su adversario el dominico fray Vicente Palatino de Curzola para imprimir su obra De iure belli adversus infideles Occidentalis Indiæ. En sus últimos años, aunque no llegó a negar «el imperio soberano y principado universal de los reyes de Castilla y León en Indias», sus tesis fueron cobrando renovada dureza e intransigencia. Le atormentó mucho en esta época, en que estaba completamente sordo, comprobar que en asuntos tan graves como el de la encomienda, hombres de la categoría de Vasco de Quiroga, obispo de Michoacán, o sus mismos compañeros dominicos de Chiapas y Guatemala, se habían pasado al bando de la transigencia. Murió en 1566 en el convento dominico de Atocha, en Madrid, a los 82 años, después de haber escrito y actuado más que nadie -unas veces bien y otras mal- en favor de los indios. 10. Fray Francisco de Vitoria (1492-1546) A mediados del XVI, con el padre Las Casas, fueron el padre Vitoria y Ginés de Sepúlveda las figuras más importantes en el tema de la justificación de la presencia y acción de España en las Indias. Francisco de Vitoria, nacido en Burgos en 1492, ingresó muy joven en los dominicos, dando muestras extraordinarias de inteligencia. A los 18 años fue a París para estudiar filosofía y teología. Regresó en 1523, enseñó teología en Valladolid, y a partir de 1526 tuvo la cátedra de prima en Salamanca, en torno a la cual se formó aquella Escuela de Salamanca, que tan notable influjo habría de tener en el concilio de Trento y en la renovación de los estudios Th 6 – DOCUMENTO 03. 7

Para valorar <strong>la</strong> repercusión social <strong>de</strong> este hecho se <strong>de</strong>be a<strong>de</strong>más t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta el cambio profundo que durante<br />

este proceso se fue operando <strong>en</strong> <strong>la</strong> misma concepción jurídica <strong>de</strong> <strong>la</strong> propiedad, y particu<strong>la</strong>rm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> lo refer<strong>en</strong>te a <strong>la</strong><br />

propiedad <strong>de</strong> gran número <strong>de</strong> bi<strong>en</strong>es que pert<strong>en</strong>ecieron a los comunales <strong>de</strong> los pueblos o a <strong>la</strong> Iglesia, y que<br />

procedían, al paso <strong>de</strong> los años, <strong>de</strong> legados y donaciones.<br />

Estos bi<strong>en</strong>es, <strong>de</strong> ser bi<strong>en</strong>es vincu<strong>la</strong>dos, no v<strong>en</strong>dibles, «<strong>de</strong> mano muerta», protegidos así para cumplir su función<br />

es<strong>en</strong>cial al servicio <strong>de</strong>l bi<strong>en</strong> común -mant<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to <strong>de</strong>l culto y <strong>de</strong> doctrinas, <strong>de</strong> escue<strong>la</strong>s, hospitales y asilos, <strong>de</strong> tierras<br />

<strong>de</strong> pastos y <strong>de</strong> cultivos comunales o arr<strong>en</strong>dadas para ayuda <strong>de</strong> los más necesitados-, pasaron <strong>en</strong> <strong>la</strong><br />

«<strong>de</strong>samortización», durante <strong>la</strong> revolución liberal <strong>de</strong>l XIX, a ser propieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> libre disposición, con nuevos dueños<br />

que comerciaron con el<strong>la</strong>s, obtuvieron notables <strong>en</strong>riquecimi<strong>en</strong>tos, y consiguieron una acumu<strong>la</strong>ción progresiva <strong>de</strong><br />

gran<strong>de</strong>s propieda<strong>de</strong>s.<br />

Este proceso ya fue parcialm<strong>en</strong>te anticipado por <strong>la</strong> política ilustrada <strong>de</strong>l XVIII, como se ve, por ejemplo, <strong>en</strong> <strong>la</strong> extinción<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong>s reducciones jesuíticas. En efecto, <strong>la</strong> expulsión <strong>de</strong> los jesuitas (1768), inspirada por esa política, trajo consigo el<br />

empobrecimi<strong>en</strong>to y <strong>la</strong> dispersión <strong>de</strong> los indios, cuando los padres <strong>de</strong> <strong>la</strong> Compañía <strong>de</strong> Jesús fueron sustituídos por<br />

administradores, y éstos más tar<strong>de</strong> por propietarios privados.<br />

De este modo, <strong>en</strong> el transcurso <strong>de</strong> algunas g<strong>en</strong>eraciones, gran número <strong>de</strong> tierras fueron pasando a manos <strong>de</strong> muy<br />

reducidos grupos oligárquicos, con lo cual los ricos se <strong>en</strong>riquecieron más y los pobres se quedaron más pobres. De<br />

ahí suel<strong>en</strong> proce<strong>de</strong>r muchos <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s propietarios que han llegado hasta nuestros días.<br />

Es cierto, sin embargo, y convi<strong>en</strong>e recordarlo, que algunos <strong>de</strong> estos nuevos gran<strong>de</strong>s propietarios, mant<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do <strong>la</strong><br />

conci<strong>en</strong>cia católica y <strong>la</strong> tradición hispana, permanecieron <strong>en</strong> sus tierras, y administraron sus fundos con un cierto<br />

s<strong>en</strong>tido b<strong>en</strong>éfico hacia los trabajadores -procurando casas y escue<strong>la</strong>s, ve<strong>la</strong>ndo por su seguridad social, organizando<br />

misiones, etc.-; pero los más, integrándose <strong>en</strong> <strong>la</strong> alta burguesía <strong>de</strong> <strong>la</strong>s capitales, cayeron <strong>de</strong> ll<strong>en</strong>o <strong>en</strong> <strong>la</strong> dureza <strong>de</strong>l<br />

capitalismo liberal.<br />

Pues bi<strong>en</strong>, mi<strong>en</strong>tras <strong>la</strong> <strong>en</strong>comi<strong>en</strong>da estuvo vig<strong>en</strong>te, tuvo formas concretas, e incluso jurídicas, bastante diversas según<br />

<strong>la</strong>s regiones <strong>de</strong> América. Frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te restringida <strong>en</strong> el XVI, su extinción legal se fue preparando a lo <strong>la</strong>rgo <strong>de</strong>l XVII<br />

-por ejemplo, con gravám<strong>en</strong>es <strong>de</strong>sv<strong>en</strong>tajosos para los <strong>en</strong>com<strong>en</strong><strong>de</strong>ros-. Y por último, cambiadas ya <strong>la</strong>s circunstancias<br />

sociales y <strong>la</strong>borales, <strong>la</strong> <strong>en</strong>comi<strong>en</strong>da fue suprimida prácticam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> todas <strong>la</strong>s Indias <strong>en</strong> 1718.<br />

Bu<strong>en</strong>a parte <strong>de</strong> los <strong>de</strong>bates jurídicos y teológicos <strong>de</strong>l XVI giraron <strong>en</strong> torno a <strong>la</strong> <strong>en</strong>comi<strong>en</strong>da y el repartimi<strong>en</strong>to, que<br />

fueron viéndose como un mal m<strong>en</strong>or.<br />

A medida que se fue creando una opinión g<strong>en</strong>eralizada <strong>en</strong> cuanto a <strong>la</strong> inevitabilidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>en</strong>comi<strong>en</strong>da, <strong>la</strong> indignación<br />

<strong>de</strong> Las Casas fue creci<strong>en</strong>do, pues <strong>en</strong> el<strong>la</strong>s él veía algo, por <strong>de</strong>cirlo así, intrínsecam<strong>en</strong>te perverso. No era para él <strong>la</strong><br />

<strong>en</strong>comi<strong>en</strong>da un tema social y político discutible, sobre el cual varones pru<strong>de</strong>ntes y sinceram<strong>en</strong>te amantes <strong>de</strong> los indios<br />

se dividían <strong>en</strong> sus opiniones, sino que era algo malo per se. Por eso cuando, ya muy anciano, supo que sus mismos<br />

hermanos dominicos <strong>de</strong> Guatema<strong>la</strong> informaban favorablem<strong>en</strong>te <strong>de</strong> <strong>la</strong> situación <strong>de</strong> los indios, les <strong>en</strong>vió <strong>en</strong> 1563 una<br />

carta amarga, ll<strong>en</strong>a <strong>de</strong> reproches. Pero hablemos <strong>de</strong>l padre Las Casas más <strong>de</strong>t<strong>en</strong>idam<strong>en</strong>te, pues <strong>en</strong> el siglo XVI él fue<br />

sin duda el eje principal <strong>de</strong> todo el <strong>de</strong>bate moral hispano sobre <strong>la</strong>s Indias.<br />

9. Fray Bartolomé <strong>de</strong> Las Casas (1484-1566)<br />

Bartolomé <strong>de</strong> Las Casas nació <strong>en</strong> Sevil<strong>la</strong> hacia 1484, y ha t<strong>en</strong>ido múltiples biógrafos, el más reci<strong>en</strong>te y uno <strong>de</strong> los<br />

mejores, Pedro Borges. Tuvo Las Casas una instrucción elem<strong>en</strong>tal, y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> ser <strong>en</strong> 1500 auxiliar <strong>de</strong> <strong>la</strong>s milicias<br />

que sofocaron <strong>la</strong> insurrección morisca <strong>en</strong> Granada, pasó a <strong>la</strong>s Indias, a La Españo<strong>la</strong>, <strong>en</strong> 1502, <strong>en</strong> <strong>la</strong> escuadra <strong>de</strong><br />

Ovando. Fracasó buscando oro <strong>en</strong> el Haina, y tampoco le fue bi<strong>en</strong> luego <strong>en</strong> <strong>la</strong>s minas <strong>de</strong> Cibao, al fr<strong>en</strong>te <strong>de</strong> una<br />

cuadril<strong>la</strong> <strong>de</strong> indios que le dieron. Participó <strong>en</strong> campañas contra los indios <strong>en</strong> 1503 y 1505, y con los esc<strong>la</strong>vos que<br />

recibió <strong>en</strong> premio explotó una estancia junto al río Janique <strong>de</strong> Cibao, extray<strong>en</strong>do también oro.<br />

Se or<strong>de</strong>nó sacerdote <strong>en</strong> Roma <strong>en</strong> 1506, siguió sin <strong>de</strong>masiado éxito su explotación <strong>de</strong> Cibao, y <strong>en</strong> 1510 celebró su<br />

primera misa, aunque todavía no se ocupaba <strong>de</strong> ministerios espirituales. En 151l -el año <strong>de</strong>l sermón <strong>de</strong> Montesinos-<br />

se alistó para <strong>la</strong> conquista <strong>de</strong> Cuba, y participó como capellán <strong>en</strong> <strong>la</strong> dura campaña <strong>de</strong> Pánfilo <strong>de</strong> Narváez contra los<br />

indios. Con los muchos indios que le tocaron <strong>en</strong> repartimi<strong>en</strong>to, fue <strong>en</strong>com<strong>en</strong><strong>de</strong>ro <strong>en</strong> Canarreo, hasta 1514, <strong>en</strong> que se<br />

produce su primera conversión, y r<strong>en</strong>uncia a <strong>la</strong> <strong>en</strong>comi<strong>en</strong>da.<br />

En 1515 gestiona <strong>la</strong> causa <strong>de</strong> los indios ante el rey Fernando y ante los car<strong>de</strong>nales Cisneros y Adriano <strong>de</strong> Utrecht.<br />

Cisneros le <strong>en</strong>carga que, con el padre Montesinos y el doctor Pa<strong>la</strong>cios Rubios, prepare un memorial sobre los<br />

problemas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Antil<strong>la</strong>s, y le nombra protector <strong>de</strong> los indios. En 1516 volvió a La Españo<strong>la</strong> con un equipo <strong>de</strong><br />

jerónimos. Autorizados éstos como virtuales gobernadores, pronto dieron <strong>de</strong> <strong>la</strong>do al control <strong>de</strong> Las Casas, ya que ellos,<br />

lo mismo que los franciscanos, aceptaron <strong>la</strong>s <strong>en</strong>comi<strong>en</strong>das como un sistema <strong>en</strong>tonces necesario, tratando <strong>de</strong> humanizar<strong>la</strong>s.<br />

En 1517 inicia Las Casas un período <strong>de</strong> p<strong>la</strong>nes utópicos <strong>de</strong> pob<strong>la</strong>ción pacífica -<strong>la</strong> Utopía <strong>de</strong> Moro es <strong>de</strong> 1516-.<br />

Colonos honestos y piadosos formarían una «hermandad religiosa», vestirían hábito b<strong>la</strong>nco con cruz dorada al pecho,<br />

provista <strong>de</strong> unos ramillos que <strong>la</strong> harían «muy graciosa y adornada» -el <strong>de</strong>tallismo es frecu<strong>en</strong>te <strong>en</strong> el p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to<br />

utópico-, serían armados por el Rey «caballeros <strong>de</strong> espue<strong>la</strong> dorada», y esc<strong>la</strong>vos negros co<strong>la</strong>borarían a sus <strong>la</strong>bores.<br />

Estos p<strong>la</strong>nes no llegaron a realizarse, y el que se puso <strong>en</strong> práctica <strong>en</strong> Tierra Firme, <strong>en</strong> Cumaná, V<strong>en</strong>ezue<strong>la</strong>, fracasó<br />

por distintas causas.<br />

Por esos años, inspirándose quizá Las Casas <strong>en</strong> <strong>la</strong> práctica portuguesa <strong>de</strong>l Brasil, y para evitar los sufrimi<strong>en</strong>tos <strong>de</strong> los<br />

indios <strong>en</strong> un trabajo organizado y duro, que no podían soportar, sugirió <strong>la</strong> importación <strong>de</strong> esc<strong>la</strong>vos negros a <strong>la</strong>s Indias.<br />

El mismo dice que «este aviso <strong>de</strong> que se diese lic<strong>en</strong>cia para traer esc<strong>la</strong>vos negros a estas tierras dio primero el clérigo<br />

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