Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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todo está animado, lo que nos lleva a su vez a recordar la afirmación de<br />
Aristóteles de que “todo es alma”, psijé.<br />
Y como se trata de los orígenes de la filosofía, hay que destacar en el<br />
planteamiento de Tales, como de sus pares filósofos de aquellos tiempos, lo<br />
que podríamos llamar una suerte de “voluntad de concepto”, es decir, una<br />
voluntad de alcanzar un concepto unitario suficiente para cada clase de<br />
fenómenos y para todos los fenómenos en su conjunto. Ello quiere decir que<br />
aquí prevalece a la vez la idea de unidad, la remisión de todo lo disperso y<br />
diverso a la unidad.<br />
Con esta voluntad, con este impulso nace la filosofía y posteriormente<br />
las ciencias seguirán desbrozando este mismo camino.<br />
118.El más extremo escepticismo: el pirronismo.<br />
Probablemente en toda la historia de la filosofía – y me atrevería a agregar – de<br />
la humanidad, no ha habido un escéptico más extremo que Pirrón de Elis, el<br />
filósofo griego, por lo demás considerado como fundador del escepticismo.<br />
El filósofo argentino Adolfo Carpio en su notable obra – Principios de<br />
filosofía – se refiere a Pirrón en los siguientes términos:<br />
“Al escepticismo absoluto o sistemático se lo llama también pirroniano<br />
porque fue Pirrón de Elis (entre 360 y 270 a.C. aproximadamente) el que lo<br />
formuló. Si puede decirse que lo haya formulado, porque Pirrón era un<br />
escéptico absoluto, es decir, negaba la posibilidad de cualquier conocimiento,<br />
fuera de lo que fuese; y por lo mismo negaba que pudiera siquiera afirmarse<br />
esto, que “el conocimiento es imposible”, puesto que ello implicaría ya cierto<br />
conocimiento – el de que no se sabe nada. Pirrón, por tanto, consecuente con<br />
su pensamiento, prefería no hablar, y en última instancia, como recurso final,<br />
trataba de limitarse a señalar con el dedo. / Todo esto puede parecer<br />
extravagante, y en cierto sentido lo es; pero conviene observar dos cosas. En<br />
primer lugar, que Pirrón era hombre íntegro, en el sentido de que tomaba con<br />
toda seriedad lo que enseñaba, al revés de tantos personajes cuya conducta<br />
nada tiene que ver con sus palabras. A Pirrón hubieron de practicarle dos o tres<br />
operaciones quirúrgicas, en una época en que no existían los anestésicos;<br />
pues bien, Pirrón soportó las intervenciones sin exhalar un solo grito ni emitir<br />
una sola queja, ya que gritar hubiese sido lo mismo que decir “me duele”,<br />
hubiese sido afirmar algo, cosa que su escepticismo le prohibía”.<br />
Hasta ahí el relato de Carpio.<br />
Cabe destacar al respecto lo notable del hecho de que la filosofía<br />
comience con estas experiencias extremas, en este caso de la duda y el<br />
escepticismo conducido, sostenido y soportado no sólo en el plano teórico – en<br />
el que se pueden decir muchas cosas, que no se ajustan a lo que hacemos –<br />
sino en el plano práctico. Con ello, observamos como ya en el tiempo de Pirrón,<br />
entre los siglos IV y III a.C. el logos, la razón, ya se ha afirmado hasta tal punto<br />
que es capaz de sostener los más extremos planteamientos de manera<br />
autonómica. La razón se presenta así desafiante, enfrentando a todo lo que es,<br />
a todos los fenómenos del universo, y en cuanto a Pirrón, para poner en duda<br />
su existencia o que pudiere establecerse alguna supuesta verdad.<br />
Si se quiere, en definitiva esto viene a ser lo relevante, y más todavía, lo<br />
decisivo: que la razón, el pensamiento se atreva a todo, en su búsqueda de la<br />
verdad.