Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

“El Hijo de Dios nació: no hay vergüenza porque es vergonzoso. Y el
Hijo de Dios murió: es completamente creíble porque es inapropiado. Y
enterrado, Él resucitó: es cierto porque imposible”.
Advirtamos lo fuerte que es esto. Y además se trata de un modo de
pensar que contiene argumentos que se repelen y se concilian a la vez. Ello se
advierte en que, de un lado nos muestra la irracionalidad de la fe y sus
contenidos, y del otro, no sólo que porque son irracionales, tenemos que creer
en ellos, sino al mismo tiempo se agudiza en esas palabras la propia razón, ya
que nos hace tomar conciencia que todas esas cosas que normalmente
creemos, cuando bien las miramos, para la razón no serían sino desvarío: que
el Hijo de Dios haya nacido, que haya muerto y luego resucitado.
Y lo cierto es que con Tertuliano y su “Creo porque es absurdo” se
desbroza una senda en la tradición que seguirán varios otros notables filósofos
y teólogos. En esta línea, pienso que se pueden nombrar claramente a tres: a
Pascal, para quien la fe sería una apuesta, a favor de la cual es mejor jugar, ya
que si ganamos lo ganamos todo – la vida eterna – y si perdemos, no
perdemos nada. Hay que mencionar luego a Kierkegaard para quien, así como
lo plantea en Temor y temblor, los contenidos de la fe son para la razón locura.
Y no podemos olvidar también a Miguel de Unamuno y su notabilísima obra Del
sentimiento trágico de la vida, de acuerdo a la cual lo trágico está justamente
señalado por el conflicto entre razón y fe.
117.En torno al así llamado “hilozoísmo”.
El pensamiento de Nietzsche en relación a la vida, como que todo es vida – y
para él tan viva está una mariposa como un río o una estrella, rompiendo con
ello con la definición biológica del concepto de vida que la adscribe únicamente
a lo orgánico – puede parecer original, mas él es tan sólo original dentro de
ciertos límites temporales. Ya los filósofos mañaneros, los llamados “presocráticos”,
fueron conocidos como hilozoístas, lo que quiere decir que
conciben el ser de las cosas como un compuesto de ‘hylle’, ‘materia’ y ‘zoé’,
‘vida’. Así, por ejemplo, Tales de Mileto que sostiene que el origen, el arjé de
todo es el agua, no está pensando el agua como algo exclusivamente material.
El agua es algo animado que está no solamente dotado de vida, sino que
además es capaz de otorgarla. De este modo, Tales no sería en absoluto un
“materialista”.
Y pensemos al respecto que, a pesar de la distancia que en apariencia
este planteamiento tiene con la ciencia, sin embargo no deja de llamar la
atención que hoy en día cuando se pregunta, por ejemplo, si acaso habría vida
en el Planeta Marte, la clave que se estima en relación con ello es si
eventualmente habría agua o no.
Por otra parte, se habla también de la “sopa primordial”, vale decir, de
algo líquido que habría en el origen de la vida, y esta vez desde un punto de
vista biológico.
Y ¿cómo no considerar también en este punto que nuestro primer
Planeta en el que hemos habitado – la placenta – es ante todo un hogar
líquido?
Es de hacer notar a la vez que esta intuición que encontramos en el
inicio mismo de la filosofía occidental en el siglo VI a.C., coincide con las
creencias de las más diversas culturas del hombre arcaico, para las cuales