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Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

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catedral: si el rey o el cardenal. Y ello se refleja en iguales portales por los<br />

lados de la Iglesia, como también dos tronos: uno detrás del altar y el otro al<br />

extremo opuesto, que eran exactamente iguales, para el rey y el cardenal.<br />

Desde un punto de vista retórico interesa considerar cómo enfrentamos<br />

posibles incompatibilidades, en este caso en lo relativo al derecho de prelación,<br />

en que simplemente se trata de quién entra primero, si el cardenal o el rey, y<br />

ello naturalmente está en el contexto de la antigua no-separación que había<br />

entre iglesia y estado. Su separación será recién un fenómeno de los tiempos<br />

modernos.<br />

Si bien atendemos a esto, estamos siempre enfrentando<br />

incompatibilidades, y sin la estricta necesidad de seguir un curso de retórica,<br />

improvisamos salidas o soluciones para salir del paso, las cuales<br />

frecuentemente resultan. Así por ejemplo, si tenemos un invitado en nuestra<br />

casa que tiene ideas políticas en extremo opuestas a las nuestras, es probable<br />

que para no tornar desagradable el encuentro, sobre todo si hay más invitados,<br />

no toquemos ningún tema político, sabiendo por lo demás de antemano que<br />

seguramente ninguno de los dos cederá a sus respectivas posiciones. Ello<br />

tiene que ver naturalmente no sólo con cierto tacto diplomático, sino también –<br />

cómo no – con el fingimiento, de modo similar al ejemplo que pone Perelman,<br />

cuando al entrar a un baño nos encontramos con una mujer desnuda, nuestra<br />

manera de salir de esa incompatibilidad inesperada que se ha presentado,<br />

suele ser fingiendo que no hemos visto nada.<br />

108.Es curioso: hay argumentos que se devoran a sí mismos.<br />

Chaim Perelman en su por él llamada “nueva retórica” distingue unos<br />

argumentos que denomina de retorsión y cuya característica es que son de<br />

“autofagia”, es decir argumentos que se devoran a sí mismos, se autofagocitan.<br />

El primero y tal vez más sobresaliente de la tradición que cabría mencionar es<br />

el que corresponde al principio de no-contradicción formulado por Aristóteles, y<br />

que de acuerdo a como él lo plantea en el Libro Gamma de su Metafísica, este<br />

principio es irrefutable, ya que quien lo contradice tiene que asumirlo, si no<br />

quiere a su vez contradecirse a sí mismo respecto de su propia refutación.<br />

Lo mismo cabría decir de la negación de la verdad que hace Nietzsche.<br />

Resulta que ello supone que eso mismo que él está sosteniendo en su<br />

negación de la verdad, tendría que ser verdadero.<br />

También cabe citar a Heidegger criticando el principio de razón<br />

suficiente de Leibniz, que establece que todo lo que es y todo lo que sucede<br />

debe tener razones siquiera suficientes para que sea como es. De acuerdo con<br />

ello, todo el universo del pasado, del presente y del futuro, queda sometido a<br />

este principio. Mas que todo tenga un fundamento o razón suficiente, supone,<br />

siguiendo a Heidegger, que lo único que carece de ello es el fundamento<br />

mismo.<br />

También hacia finales de El ser y la nada de Sartre leemos que al<br />

hombre le cabe una responsabilidad sobre todas las cosas humanas que<br />

ocurren, pero de lo único que no sería responsable es de que es responsable.<br />

Aquí la responsabilidad se muerde la cola, como antes lo hacía el fundamento<br />

o la verdad.<br />

Si bien es cierto que estos argumentos técnicamente corresponden a<br />

argumentos de retorsión y autofagia, al mismo tiempo se pueden ver como

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