Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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95.Marco Aurelio dice: “Todo lo que acontece es tan habitual y bien conocido<br />
como la rosa en primavera y los frutos en verano”.<br />
Una noción fundamental en el estoicismo es la del destino y una buena parte de<br />
la fuerza de su propuesta radica en amarlo, lo que se expresa como amor fati,<br />
amor al destino. Es más, toda la más elevada sabiduría que puede alcanzar el<br />
hombre es la de procurar siempre saber hacia dónde se dirige el destino. Es en<br />
ello en lo que el hombre puede realizar su libertad, y esto significa que somos<br />
libres para no sólo amar el destino, sino hacernos unos con él. Y si en ello por<br />
cierto que hay riesgo de error, la formación rigurosamente estoica debería<br />
contribuir a evitarlo.<br />
En ello advertimos que se trata sobre todo de una mirada dirigida al<br />
porvenir: que sepamos encauzar nuestra libertad con las elecciones que<br />
hacemos y las decisiones que tomamos en la dirección del destino, ya que éste<br />
fatalmente se cumplirá.<br />
Es por ello que sucede que cuando dirigimos nuestra mirada al pasado<br />
reconocemos que todo estaba determinado, que la suerte ya había sido echada.<br />
Por eso nos dice también Marco Aurelio:<br />
“Todo lo que te sucede estaba determinado por el conjunto desde el<br />
principio y estaba tramado” (S, IV, 26, p. 88),<br />
o también dicho más bellamente aun:<br />
“Todo lo que acontece es tan habitual y bien conocido como la rosa en<br />
primavera y los frutos en verano; algo parecido ocurre con la enfermedad, la<br />
muerte, la difamación, la conspiración y todo cuanto alegra o aflige a los necios”<br />
(S, pág.93).<br />
Y, en efecto, tan sólo somos libres con respecto al presente y el futuro,<br />
pero no respecto del pasado; éste ya no lo podemos modificar.<br />
En verdad, cabe reconocer que lo que dijera el filósofo-emperador acerca<br />
del destino está a la misma altura de lo que pudiéramos decir hoy de él,<br />
apoyándonos en nuestro desarrollo científico. En el filósofo hay un maduro sentir<br />
nuestro planeta (y sus continentes) como un punto en la inmensidad, y ello en el<br />
marco de la idea de un determinismo macrocósmico:<br />
“Asia, Europa, rincones del mundo; el mar entero, una gota de agua; el<br />
Atos, un pequeño terrón del mundo; todo el tiempo presente, un instante de la<br />
eternidad; todo es pequeño, mudable, caduco. / Todo procede de allá,<br />
arrancando de aquel común principio guía o derivado de él” (S, VI, 36, p. 122).<br />
Y, en cuanto a la relación que se puede establecer entre la noción<br />
aureliana de destino y el concepto de ‘determinismo’, vinculado hoy con las<br />
ciencias naturales (en particular con la física atómica):<br />
“Todas las cosas se hallan entrelazadas entre sí y su común vínculo es<br />
sagrado y casi ninguna es extraña a la otra, porque todas están coordinadas y<br />
contribuyen al orden del mismo mundo” (op. cit., VII, 9, p. 131).<br />
96.El destino como “azar atascado” según Jean Baudrillard.<br />
Está claro que para la mentalidad racional y científica que nos domina lo que<br />
para el hombre arcaico, antiguo o medieval era el destino, no tiene cabida ni<br />
justificación. De hecho, filosóficamente no sabríamos en principio como