Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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En Las palabras y las cosas Michel Foucault observa esta idea de simpatía presente en la antigüedad y el medioevo, lo cual le lleva a hablar de una “época de la semejanza”, durante la cual se suponía que el sentido de cuanto hay estaba en las cosas mismas (no era proyectado por el hombre), y entonces, la magna tarea era descifrarlo. Ello explica que el hombre de aquel tiempo desarrolló el arte de la adivinación, la magia, la cábala, la numerología, la mántica, la astrología, con la idea de que hay un mensaje secreto a descifrar en las nubes, en un cristal o en los astros. Así César antes de partir a una batalla, le ordena a sus adivinos echar a volar sus halcones, y los adivinos, según el vuelo que tracen en el cielo, vaticinan si habrá victoria o derrota. 93. “Ser como un promontorio contra el que se estrellan las olas”. Así es como el filósofo Marco Aurelio le da expresión a uno de los conceptos claves del estoicismo: la ataraxía, que podríamos traducir como ‘imperturbabilidad’. En otras palabras se trata de atenerse al lema de que nada te perturbe, nada te derribe, tienes que mantenerte fuerte y de pie sobre todo de cara al infortunio. De este modo la sentencia: “Ser como un promontorio contra el que se estrellan las olas” deja de significar un indiferentismo y un cerrado egoísmo, y debe entenderse en el sentido de ser tan fuerte como un promontorio que nada lo derrumbará. Ello nos lleva a pensar que se malentiende normalmente a la filosofía, cuando se la ve como la construcción de un pensamiento. Más bien, lo propio de la filosofía es hablar sobre lo que es, y en el caso del estoicismo en particular, sobre como es el ser humano. Es cierto que en cada una de sus propuestas hay un desafío; nada garantiza que realicemos esa ataraxía, esa imperturbabilidad, y mucho menos que tengamos más encima la fortaleza, la entereza, el aplomo para ello, y, sin embargo, cómo no, esa es una posibilidad claramente presente en el ser humano, que en cualquier momento se activa, y, por lo demás se activa, precisamente ante el infortunio. Y, sucede muchas veces que como quienes nos rodean nos ven vacilar, o nos ven incluso derrotados, anonadados en esos momentos, son ellos los que nos incitan precisamente a ser como aquel promontorio. Así, por ejemplo, cuando se trata de quien tiene que afrontar una grave enfermedad. Es, en esas ocasiones pues en que podemos advertir que el ser estoico surge de este modo espontáneamente en el ser humano, y que no se requiere haber leído a Marco Aurelio, Epicteto, Séneca, Cicerón o al fundador del estoicismo: Zenón de Ctio. Y ello explica no solamente por qué el estoicismo logró durante siglos ser una filosofía de vida, sino que, más que eso, haya sido una filosofía que se hizo práctica, es decir, que hubo muchas personas que, desde entonces, supieron conducir sus vidas estoicamente. En segundo lugar, el estado anímico e intelectual que acompaña a la ataraxía, la imperturbabilidad, es la apatheia, lo que podemos traducir como ‘desapasionamiento’. Precisamente contribuye a alcanzar la imperturbabilidad el ejercicio de un auténtico des-ilusionarse de las cosas, en el sentido de evitar proyectar expectativas que van más allá de lo que estrictamente son. Así Marco Aurelio nos llama la atención sobre el sexo, considerando justamente toda la ilusión y el constructo que hacemos normalmente más allá de su materialización. Escuchemos el siguiente pasaje con un sabor de crudo realismo y alcances científicos respecto de la cópula tiempo ha superados:
“Al igual que se tiene un concepto de las carnes y pescados y comestibles semejantes, sabiendo que esto es un cadáver de pez, aquello cadáver de un pájaro o de un cerdo; y también que el Falerno es zumo de uva, y la toga pretexta lana de oveja teñida con sangre de marisco; y respecto a la relación sexual, que es una fricción del intestino y eyaculación de un moquillo acompañada de cierta convulsión. ¡Cómo, en efecto, estos conceptos alcanzan sus objetos y penetran en su interior, de modo que se puede ver lo que son! De igual modo es preciso actuar a lo largo de la vida entera, y cuando las cosas te dan la impresión de ser dignas de crédito en exceso, desnúdalas y observa su nulo valor, y despójalas de la ficción por la cual se vanaglorian” (S, VI, 13, p. 114-115). 94.En torno a la propuesta del desapasionamiento de los estoicos. Los estoicos de la antigüedad greco-romana se percatan muy claramente del poder de la ilusión en el hombre que los induce a engañarse con muchas cosas creyendo que son mucho más de lo que en verdad son. Hoy en día hablaríamos en términos del poder del Imaginario, lo cual es ciertamente una clave importante para los publicistas, entre otros. Y ciertamente la televisión sabe manejar y manipular de manera en general muy certera con distintos Imaginarios colectivos. Así nos dice el estoico Marco Aurelio que cuando se trata de comidas que pueden gustarnos muchísimo y que despiertan ansiedad en nosotros, que no nos olvidemos que esto es un cadáver de pez, aquello cadáver de ave, eso otro cadáver de vaca, y demás. Lo mismo en relación a la toga que a él como emperador romano que fue, le correspondía usar; pues bien la toga es lana teñida con sangre de marisco (nos dice). De tal manera que parte sustancial del estoico es deapasionarse, quitarle a cada cosa su cuota de ilusión y de ese modo viviremos más en concordancia con la naturaleza y podremos a la vez – y esto es lo decisivo para el estoico – vivir más serenamente. Se trata pues de aplicar un análisis racional a nuestras usuales motivaciones: es como ver títeres, ilusionarse con la ficción que ahí se nos muestra, pero luego des-ilusionarse al observar al titiritero en acción. (Algo similar encontramos en El teatro de marionetas (Das Marionettentheater) de Heinrich von Kleist). Tenemos que ir de detrás de las cosas que provocan ilusión, ir tras bambalinas y advertir qué es en verdad aquello que tiene tales poderes de encantamiento. Únicamente así podremos a la vez que desengañarnos, desapasionarnos. Marco Aurelio aplica este criterio analítico incluso a la música, así nos dice: “/.../si divides la tonada melodiosa en cada uno de sus sones/.../” (S, XI, 2, p. 194), insinuando con ello que de este modo te puedes desencantar para evitar que la música te atrape. De todos modos, cabe señalar que estos conceptos estéticos (al menos los que encontramos en los Soliloquios de Marco Aurelio) son discutibles, ya que es más que probable que al aplicar el criterio de la des-ilusión, nos quedemos sin goce estético (por ejemplo, viendo al titiritero como hace su representación), como también sin el goce de la música, y cómo no, también de comidas y bebidas. Sin embargo, éste es ni más ni menos el punto que le interesa al estoico: que formes tu alma de manera tan pura, practicando una perpetua catarsis, precisamente una purificación de ella, que tendrás que desapasionarte de tantas cosas de este mundo que te atrapan y confunden.
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semejantes, sabiendo que esto es un cadáver de pez, aquello cadáver de un<br />
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lana de oveja teñida con sangre de marisco; y respecto a la relación sexual, que<br />
es una fricción del intestino y eyaculación de un moquillo acompañada de cierta<br />
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actuar a lo largo de la vida entera, y cuando las cosas te dan la impresión de ser<br />
dignas de crédito en exceso, desnúdalas y observa su nulo valor, y despójalas de<br />
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Los estoicos de la antigüedad greco-romana se percatan muy claramente del<br />
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creyendo que son mucho más de lo que en verdad son. Hoy en día hablaríamos<br />
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Así nos dice el estoico Marco Aurelio que cuando se trata de comidas que<br />
pueden gustarnos muchísimo y que despiertan ansiedad en nosotros, que no nos<br />
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cadáver de vaca, y demás. Lo mismo en relación a la toga que a él como<br />
emperador romano que fue, le correspondía usar; pues bien la toga es lana<br />
teñida con sangre de marisco (nos dice).<br />
De tal manera que parte sustancial del estoico es deapasionarse, quitarle<br />
a cada cosa su cuota de ilusión y de ese modo viviremos más en concordancia<br />
con la naturaleza y podremos a la vez – y esto es lo decisivo para el estoico –<br />
vivir más serenamente.<br />
Se trata pues de aplicar un análisis racional a nuestras usuales<br />
motivaciones: es como ver títeres, ilusionarse con la ficción que ahí se nos<br />
muestra, pero luego des-ilusionarse al observar al titiritero en acción. (Algo similar<br />
encontramos en El teatro de marionetas (Das Marionettentheater) de Heinrich von<br />
Kleist). Tenemos que ir de detrás de las cosas que provocan ilusión, ir tras<br />
bambalinas y advertir qué es en verdad aquello que tiene tales poderes de<br />
encantamiento. Únicamente así podremos a la vez que desengañarnos,<br />
desapasionarnos.<br />
Marco Aurelio aplica este criterio analítico incluso a la música, así nos dice:<br />
“/.../si divides la tonada melodiosa en cada uno de sus sones/.../” (S, XI, 2, p.<br />
194), insinuando con ello que de este modo te puedes desencantar para evitar<br />
que la música te atrape. De todos modos, cabe señalar que estos conceptos<br />
estéticos (al menos los que encontramos en los Soliloquios de Marco Aurelio) son<br />
discutibles, ya que es más que probable que al aplicar el criterio de la des-ilusión,<br />
nos quedemos sin goce estético (por ejemplo, viendo al titiritero como hace su<br />
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comidas y bebidas.<br />
Sin embargo, éste es ni más ni menos el punto que le interesa al estoico:<br />
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precisamente una purificación de ella, que tendrás que desapasionarte de tantas<br />
cosas de este mundo que te atrapan y confunden.