Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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El estoicismo fue una filosofía que dominó en occidente por los menos 8 siglos,<br />
considerando primero el estoicismo griego fundado por Zenón de Ctio (actual<br />
Chipre), y luego el estoicismo romano. Mas, no sólo esta larga duración explicaría<br />
que el término ‘estoico’ haya pasado al lenguaje común en distintas lenguas, sino<br />
ante todo la fuerza que se esconde tras este pensamiento que puede tocar muy<br />
decididamente la raíces de lo humano. En efecto, ser estoico significa en distintas<br />
lenguas de raíz indoeuropea tanto ser austero como ser capaz de enfrentar las<br />
más adversas vicisitudes que nos depara la vida, como cualquier clase de<br />
infortunios, ya sea aquellos de la enfermedad, la estrechez económica, la muerte,<br />
incluso cuando ésta es de carácter trágico. El Diccionario de la Real Academia<br />
Española dice bajo el término ‘estoicismo’, entre varias acepciones: “Fortaleza o<br />
dominio sobre la propia sensibilidad” y bajo ‘estoico’: “Fuerte, ecuánime ante la<br />
desgracia”.<br />
Podría decirse que a su vez gran parte de la fuerza que tiene el<br />
pensamiento de los estoicos radica en su “amor al destino”, su “amor fati”, amor al<br />
fatum o destino.<br />
El fatum corresponde a una de las singularidades del pensamiento estoico, en lo<br />
que se reafirma el sentido trágico griego, ya que implica justamente aceptar y<br />
asumir afirmativamente el acontecer, en cierto modo, hacerse uno con él, sin<br />
pretender lo imposible: torcer su rumbo o hacerse ilusiones de premios terrenos o<br />
ultraterrenos. En concordancia con ello leemos en Marco Aurelio, uno de los más<br />
destacados estoicos romanos: “Confíate gustosamente a Cloto y déjala tejer la<br />
trama con los sucesos que quiera” (S, IV, 34, p. 91). (Cloto es una de las parcas<br />
que cardan, tejen y cortan el hilo de la vida).<br />
Y continúa Marco Aurelio:<br />
“Porque enojarse con algún suceso de los que se presentan es una<br />
separación de la naturaleza, en cuya parcela se albergan las naturalezas de cada<br />
uno de los restantes seres” (S, II, 16, p. 65).<br />
O también en expresiones metafóricas, dice el filósofo estoico que al<br />
mismo tiempo fuera emperador de Roma:<br />
“Amargo es el pepino. Tíralo. Hay zarzas en el camino. Desvíate. ¿Basta<br />
eso? No añadas: “¿Por qué sucede eso en el mundo?”” (S, VIII, 50, p. 157).<br />
Y el filósofo-emperador finalmente sentencia:<br />
“Amar únicamente lo que te acontece y lo que es tramado por el destino”.<br />
Ellos nos trae a la memoria los versos de Goethe:<br />
"¿Cómo?, ¿cuándo? y ¿dónde? ¡Siguen callados los dioses! / Tú atente al<br />
porque y no preguntes: ¿por qué?"<br />
El mentado “amor fati” aparece con nuevos bríos nuevamente en<br />
Nietzsche. Ama el destino, ama la vida tal cual es. Así en Así habló Zaratustra<br />
corresponde destacar esa atractiva idea de la reserva para un gran destino,<br />
algo así como que en la vida acaso la copa se vacía de una vez y sólo una vez,<br />
y ya..., agregando a esto que si te equivocas y vacías tu copa a destiempo,<br />
perdiste. Pero hay más: y es que Nietzsche concibe el destino de un modo<br />
único y muy sugerente: como que su propia voluntad es el destino. En<br />
concordancia con ello, dice Nietzsche a través de su Zaratustra:<br />
“Y tu última grandeza, voluntad mía, resérvatela para tu último instante, -<br />
¡para ser inexorable en tu victoria! ¡Ay, quien no ha sucumbido a su victoria! /<br />
Ay, a quién no se le oscurecieron los ojos en ese crepúsculo ebrio! ¡Ay, a quién