Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

Mas, he aquí que el yo termina también reclamando ahora, al percatarse
que si llevamos este argumento hasta las últimas consecuencias, él mismo
acaba diluyéndose en puras representaciones, las cuales son además cuasi
oníricas, ya que no necesariamente remiten a algo representado.
Por lo tanto, si asumimos que todo está determinado o si asumimos que
todo es representación, en ambos casos acabamos anulando el yo.
Si antes el yo (y es más que probable que sea el yo de Fichte) se
desesperaba por no ser nada, ya que todo en él estaría determinado, y ya
vimos como de esta situación lo salva el espíritu, ahora se trata más bien de
rabia y rebeldía, ya que el yo acaba igual anulado en el mar de
representaciones, habiendo generado así el espíritu falsas expectativas.
Mas, el yo ahora ha aprendido a valerse de sí mismo y el tercer paso,
que viene a ser la salida, lo dará solo.
Esta esperada salida a esta situación, a esta suerte de fracaso de la
razón teórica en su intento de explicar el ser de la plenitud, viene a ser para
aquel yo (nuestro pensador) el tránsito de la razón teórica a la razón práctica, y
junto con ello la acción a que nos conduce esta última modalidad de la razón.
En otras palabras, para Fichte la razón teórica, en la medida en que contiene
representaciones que no se hacen realidad, no se llevan a la práctica, tiene un
carácter puramente especulativo. Para él se trata pues de que nuestras
representaciones se hagan realidad, y en esto se cifrará para él el destino del
hombre. Escuchemos al propio Fichte:
“De la necesidad de la acción arranca la conciencia /Bewusstsein/ del
mundo real, no al revés, de la conciencia del mundo la necesidad de la acción;
esta última es la primera, no aquella; aquella es la derivada. No actuamos
porque conocemos, sino que conocemos porque estamos destinados a actuar;
la razón práctica es la raíz de toda razón” (Bdm, p. 263).
70.Para Fichte la conciencia es el oráculo de los grandes ideales de la
humanidad.
El filósofo Fichte, inaugurador el idealismo alemán, centra su atención en la
relación entre razón teórica, a cargo del pensar y conocer, y la razón práctica,
que nos induce a tomar decisiones y actuar. Y si tradicionalmente la razón
teórica se ha supuesto que tiene el privilegio de orientar a la razón práctica,
Fichte provocativamente invierte esta jerarquía. Para él será la razón práctica y
la acción la que recién le dará una justificación a la razón teórica y sus
representaciones.
Sabido es que Fichte tenía una personalidad eminentemente activa y a
la vez que destacado pensador era hombre de acción. Ello explica, por
ejemplo, sus célebres Discursos a la nación alemana, en los que llama al
pueblo alemán en Berlín para zafarse del yugo napoleónico que mantiene
invadido gran parte del territorio germánico. Es más, llega a formar incluso un
grupo para-militar para dar un más certero cumplimiento a este objetivo.
Desde luego todo ello se refleja en su pensamiento y justamente en lo
que tocamos aquí.
Para nuestro pensador no hemos venido a este mundo para sólo pensar,
cavilar, discurrir y especular, sino para actuar.