Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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Mas, debemos preguntarnos: el establecer que la cabeza del tribunal es Dios ¿nos resguarda de supuestas manipulaciones de la conciencia? ¿Cómo precavernos de que efectivamente es Dios quien manda y quien falla, sin que haya de nuestra parte ninguna manipulación. Decidor es aquí lo que plantea Jaspers a propósito de Oliver Cromwell, quien antes de acometer una acción decisiva, se dirigía a Dios, resultando de este modo que esas acciones, por muy atroces que fueran, quedaban refrendadas por un supuesto beneplácito divino. "Cromwell rezaba la noche completa ante decisiones que, de acuerdo a su conciencia, le eran imposibles. Él encontraba en la oración la aprobación y a partir de ello la certeza, gracias a la cual se permitía hacer lo que políticamente era necesario" (p. 274). Pero, a ello le sigue inmediatamente la interesante crítica jaspersiana: "El que experimenta indicaciones objetivas en la oración, tiene que resultarnos dudoso. Para quien la conciencia y la oración le resultan idénticas en sus efectos, con el resultado de extraer derechos de ello, está abismalmente separado del hombre que intenta en una comunicación sin límite en el mundo ir a los orígenes de la conciencia, y sostenerse sólo en ese límite en la más profunda soledad sin ningún derecho ante la trascendencia, que él llama Dios" (ib.). Ello lo podemos relacionar con el modo como Meister Eckhart entiende la oración, esto es, en el sentido del "desasimiento", lo que quiere decir que el que auténticamente ora es aquél que lo hace "desasido", vale decir sin esperar nada. Y bien, en general y sin considerar que se puede llegar a manipular atribuyéndole aprobaciones o reprobaciones al supuesto Dios ¿cómo precavernos de las manipulaciones de la conciencia? Tengamos aquí en cuenta además aquella frase, en la que se revela como la manipulación de la conciencia puede ser llevada al extremo: “Yo no tengo conciencia; mi conciencia es Adolf Hitler” (Göring). Y, sin embargo, igual queda al final la duda: si acaso efectivamente podemos manipular o engañar de algún modo nuestra conciencia. ¿Acaso por más que pretendamos que lo hacemos, al final nunca lo conseguimos? Es cierto que puedo perdonarme o permitirme muchas cosas con demasiada facilidad, mas igual ¿será que con eso burlo a mi conciencia y a mí mismo? Probablemente no. 66.¿Supone límites una ética autonómica? Desde Kant en adelante lo que prima en la historia de la ética es el desarrollo de concepciones autonómicas de la ética. El paso que se dio con Kant fue decisivo y podría decirse que tuvo también su justificación histórica. Al siglo al cual él perteneció, el siglo XVIII, el siglo de las Luces, el siglo de la Ilustración, pero también a él como pensador ilustrado y pensador que reflexionó y escribió sobre la Ilustración, no podía parecerle suficiente que los parámetros éticos vinieran dados e impuestos por la religión. Por el contrario, si la razón era la llamada a iluminar los fenómenos del universo, también tendría que ser capaz
de iluminarnos en lo que se refiere a nuestras convicciones y principios éticos, de tal modo que el hombre pudiera darse a sí mismo no sólo sus propias leyes jurídicas, sino, antes bien, su propios valores. Mas, una ética autonómica ¿no debería tener también límites? Supongamos hoy cuando se trata de abordar temas tan controvertidos, como el de la energía nuclear – lo que concierne particularmente a nuestro país – o de la posibilidad de la clonación no sólo animal, sino humana; o que no se trate únicamente de la aprobación del matrimonio gay, sino de una anexa adopción de hijos, todos estos temas nos hacen ver que la autonomía humana nos puede llevar en cualquier dirección. Es cierto que si consideramos, por ejemplo, que una ética como la de la “acción comunicativa” de Habermas, la de “después de la virtud” de MacIntyre, del “principio responsabilidad” de Jonas, de la “justicia” de John Rawls, son cierta y rotundamente más autónomas que la ética kantiana, y en todas ellas encontramos respuestas suficientemente claras respecto de los excesos del desarrollo científico-tecnológico, del economicismo, de la depredación del medio-ambiente o de una juridicidad que termina aprobando controvertidas leyes. Mas, me atrevería a agregar que no hay en estas distintas concepciones éticas una clara toma de conciencia de lo que significa una autonomía sin límite, y tal vez ello se debe a que se arranca del supuesto de que la autonomía será capaz de autorregularse y que la llamada a hacerlo sigue siendo la razón, aunque concebida de renovada forma, y no más como razón instrumental. 67.Los problemas que plantea una ética autonómica a secas. La concepción del hombre sobre la base de una pretendida moderna autonomía sobre todo en el plano de una ética a la vez autonómica, nos deja ante numerosas incógnitas e inquietudes. Ante todo, por cierto, cabe reconocer que la razón humana es autónoma, mas la razón puede al parecer desvirtuarse y entrar en un proceso de raciocinar y argumentar sin límite, a partir de lo cual se puede justificar cualquier cosa: desde la realización de una guerra hasta proceder a la eliminación sistemática de una raza, y otros. Ya Max Weber reconoció que la razón puede ser instrumentalizada, lo cual pasó a ser un tema de relevancia en la Escuela de Frankfurt, con Apel, Horkheimer, Adorno y Habermas a la cabeza. Podemos enfrentar este problema sobre la base del análisis que hace Heidegger del principio de razón suficiente de Leibniz en La proposición del fundamento (texto de 1956). Por de pronto, cabe sostener que la razón es esencialmente razón suficiente, ya que, de acuerdo a Leibniz, tiene que ser razón siquiera suficiente que explique un fenómeno. Y esta razón suficiente se constituye en el principio de razón suficiente, de acuerdo al cual todo lo que sucede, cualquier fenómeno, es lo que es y se comporta como se comporta, porque hay razones suficientes que lo permiten y explican. Mas, para Heidegger que enfrenta a esta razón suficiente que concibiera Leibniz, ella no puede erigirse en última instancia justificadora y legitimadora de todo lo que es, del ser, del universo. Ella tendría, antes bien, que reconocerse como sin-fundamento ella misma. Siendo la ratio el Fundamento absoluto de
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Supongamos hoy cuando se trata de abordar temas tan controvertidos, como el<br />
de la energía nuclear – lo que concierne particularmente a nuestro país – o de<br />
la posibilidad de la clonación no sólo animal, sino humana; o que no se trate<br />
únicamente de la aprobación del matrimonio gay, sino de una anexa adopción<br />
de hijos, todos estos temas nos hacen ver que la autonomía humana nos<br />
puede llevar en cualquier dirección.<br />
Es cierto que si consideramos, por ejemplo, que una ética como la de la<br />
“acción comunicativa” de Habermas, la de “después de la virtud” de MacIntyre,<br />
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cierta y rotundamente más autónomas que la ética kantiana, y en todas ellas<br />
encontramos respuestas suficientemente claras respecto de los excesos del<br />
desarrollo científico-tecnológico, del economicismo, de la depredación del<br />
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éticas una clara toma de conciencia de lo que significa una autonomía sin<br />
límite, y tal vez ello se debe a que se arranca del supuesto de que la autonomía<br />
será capaz de autorregularse y que la llamada a hacerlo sigue siendo la razón,<br />
aunque concebida de renovada forma, y no más como razón instrumental.<br />
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La concepción del hombre sobre la base de una pretendida moderna<br />
autonomía sobre todo en el plano de una ética a la vez autonómica, nos deja<br />
ante numerosas incógnitas e inquietudes. Ante todo, por cierto, cabe reconocer<br />
que la razón humana es autónoma, mas la razón puede al parecer desvirtuarse<br />
y entrar en un proceso de raciocinar y argumentar sin límite, a partir de lo cual<br />
se puede justificar cualquier cosa: desde la realización de una guerra hasta<br />
proceder a la eliminación sistemática de una raza, y otros. Ya Max Weber<br />
reconoció que la razón puede ser instrumentalizada, lo cual pasó a ser un tema<br />
de relevancia en la Escuela de Frankfurt, con Apel, Horkheimer, Adorno y<br />
Habermas a la cabeza.<br />
Podemos enfrentar este problema sobre la base del análisis que hace<br />
Heidegger del principio de razón suficiente de Leibniz en La proposición del<br />
fundamento (texto de 1956). Por de pronto, cabe sostener que la razón es<br />
esencialmente razón suficiente, ya que, de acuerdo a Leibniz, tiene que ser<br />
razón siquiera suficiente que explique un fenómeno. Y esta razón suficiente se<br />
constituye en el principio de razón suficiente, de acuerdo al cual todo lo que<br />
sucede, cualquier fenómeno, es lo que es y se comporta como se comporta,<br />
porque hay razones suficientes que lo permiten y explican.<br />
Mas, para Heidegger que enfrenta a esta razón suficiente que concibiera<br />
Leibniz, ella no puede erigirse en última instancia justificadora y legitimadora de<br />
todo lo que es, del ser, del universo. Ella tendría, antes bien, que reconocerse<br />
como sin-fundamento ella misma. Siendo la ratio el Fundamento absoluto de