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Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

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ello, desarrolla una concepción también autonómica de la conciencia moral.<br />

Ella es representada como un tribunal en el que no solamente está el juez, sino<br />

también el fiscal acusador, el abogado defensor, así como por cierto también<br />

comparece en el tribunal un acusado. Y resulta que todas esas personas<br />

somos cada uno de nosotros, o más bien, la conciencia en cada uno de<br />

nosotros.<br />

Como en este tribunal, inevitablemente somos juez y parte, Kant tiene<br />

serias dificultades con esta representación, ya que un tribunal de esa índole<br />

salta a la vista que es cuestionable. Es por ello que Kant se esfuerza al mismo<br />

tiempo por distinguir limpiamente la figura del juez de las otras partes,<br />

especialmente del acusado. Ello permite entender la razón por la cual él<br />

plantea que el juez es Dios, o más precisamente, una representación ideal de<br />

Dios al interior de nuestra conciencia que cada cual forja a su manera.<br />

Explícitamente se trata, según Kant, de suponer como-si estuviera Dios<br />

presente en nuestra conciencia y de que fuera el juez. Únicamente de este<br />

modo este tribunal sería aceptable, ya que entonces no habría la confusión y la<br />

representación muy cuestionable de que yo me juzgo a mí mismo y por<br />

supuesto me puedo perdonar, a veces con ligereza y demasiada facilidad,<br />

cosas que no debería perdonarme, y también por supuesto del mismo modo<br />

fácil y ligero, me puedo permitir cosas que no debería permitirme.<br />

Podríamos suponer a su vez nosotros que la razón que ha tenido Kant<br />

para suponer que el juez en nuestra conciencia sigue siendo Dios se debe a<br />

que él estaría convencido de que si no es así, el hombre simplemente se<br />

descarría. Y entonces puede perfectamente suceder que surjan individuos o<br />

grupos, como la mafia, por ejemplo, que enfrentan no solamente el orden<br />

establecido, sino los valores que rigen la sociedad, como el respeto que se<br />

debe a los otros seres humanos, el no afectar su integridad física, mental y<br />

espiritual.<br />

De la época de Kant es la obra “Los ladrones” de Friedrich Schiller,<br />

como un poco posterior es “Michael Kohlhaas” de Heinrich von Kleist. En<br />

ambos casos se trata de ladrones o guerrilleros que desafían a la sociedad de<br />

su época, aunque, cabe agregar, en ambos se trata de panegíricos de la<br />

insurrección, en que ambos dramaturgos plantean que la causa por la que ellos<br />

luchan es justa. En todo caso, estos ejemplos sirven como para reflexionar<br />

sobre el punto, por cuanto cabe hacerse la pregunta acerca de quién en<br />

definitiva juzga sobre esas acciones. Y parece en ellas que el juicio de los<br />

hombres, de la sociedad o del estado no fuera suficiente.<br />

65.Nuestra conciencia moral: ¿puede ser manipulada?<br />

Kant concibe nuestra conciencia como tribunal, mas a la cabeza de este<br />

tribunal está el juez y éste sigue siendo Dios para Kant. El filósofo está, al<br />

parecer, convencido de que si no suponemos que al interior de nuestra<br />

conciencia hay una instancia absoluta con todos los poderes en la Tierra y en<br />

el cielo que nos juzga, el hombre se descarría, ya que al ser él su propio juez,<br />

se puede perdonar o permitir cosas muy ligeramente.

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