Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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pensar: la maldición de la ley. Con ella quiere decir que toda vez que se<br />
propone una ley, al mismo tiempo se “crea” el mal, pues lo que hasta ese<br />
momento no era todavía prohibido ni malo, ahora pasa a serlo. Pensemos más<br />
que en leyes, en normas de comportamiento, por ejemplo, en prohibiciones,<br />
como la relativa a relaciones pre-matrimoniales, que tenía notoria vigencia más<br />
o menos hasta los sesenta del siglo XX. Ello nos hace ver que lo que en<br />
principio no es ni bueno ni malo, al haber la prohibición, a saber, una norma<br />
que sanciona, literalmente se “crea” el mal. Y lo mismo cabría decir desde<br />
luego de la ley positiva que históricamente legisla estableciendo todo tipo de<br />
prohibiciones en un plano racial, genérico, sexual, social, económico, político,<br />
religioso, u otro.<br />
Y si además consideramos que con este ya inveterado enfrentamiento<br />
del mal que hacemos a través de normas y leyes no nos ha ido tan bien, si<br />
consideramos además que los mayores crímenes cometidos a lo largo de la<br />
historia de la humanidad fueron cometidos de manera fría e impersonal en el<br />
siglo XX, entonces quedamos al final ante una tremenda incógnita: ¿si acaso<br />
no se justificaría más la estrategia del hombre arcaico de enfrentar el mal, de<br />
acuerdo a la cual sucedía que alguien en particular podía haber cometido el<br />
crimen más atroz en la tribu, se estimaba que había sido presa de un mal que<br />
venía de fuera, debido a algún incumplimiento respecto del cual, a lo más<br />
sucedía que la tribu completa asumía una culpa colectiva.<br />
57.Sócrates como “padre de la ética occidental.<br />
Si nos preguntamos a continuación acerca de la conciencia, cabe sostener que<br />
la palabra ‘conciencia’, así como la palabra latina correspondiente ‘conscientia’<br />
y la palabra griega ‘syneidesis’ se refieren originalmente a un saber, en rigor<br />
con-saber, entendido éste como una ‘saber que acompaña’ a lo que sucede en<br />
general, a nuestros actos y los de los otros. A partir de ello se puede distinguir<br />
entre la conciencia llamada ‘psicológica’, en cuanto el estar consciente de algo,<br />
por ejemplo, de que estamos despiertos o que es de día. Y la conciencia<br />
llamada ‘moral’, en cuanto a que ese saber que acompaña a nuestros actos y<br />
los de otros se convierte en juicio. En todo caso, en Platón o Aristóteles este<br />
término ‘syneidesis’, ‘conciencia’, no juega ningún rol significativo.<br />
El filósofo que enseñara en la Universidad de Johannesburgo, Gehardus<br />
Stoker, estudioso del fenómeno de la conciencia, sostiene que recién más<br />
tarde con Filón de Alejandría (que viviera entre el 15/10 a.C. y el 40/50 d.C.)<br />
recibe la palabra ‘syneidesis’ su impronta moral, en tanto él entiende en su<br />
teología la syneidesis como testigo, acusador, juez, que enseña, reprende,<br />
advierte, prevé.<br />
Pero, si syneidesis no se entiende moralmente en la antigua Grecia, ello<br />
no significa que los griegos no hayan tenido experiencias de la conciencia.<br />
Cuando Orestes es perseguido por la erinias que lo atormentan, o cuando<br />
Edipo se ensarta los ojos, después de que se da cuenta de sus acciones<br />
cometidas, da esto testimonio de una manifiesta experiencia de la conciencia,<br />
que en este respecto no se puede separar de una experiencia de la culpa.<br />
Por otra parte, tengamos en cuenta también respecto de la experiencia<br />
de la conciencia moral al daimon de que nos habla Sócrates. La voz<br />
premonitoria del daimonion de Sócrates le advierte desde su niñez acerca de lo<br />
que debe hacer, según nos cuenta él mismo en su Apología, su Defensa ante