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Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

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está traspasado por la seducción. Sin embargo, al parecer, no nos hemos<br />

preocupado de reflexionar suficientemente en torno a ella. Más aún, nos advierte<br />

Baudrillard, como incluso el psicoanálisis con su teoría de la líbido, en lo<br />

fundamental, la ha dejado fuera. El primer Freud comenzó con una preocupación en<br />

torno a este fenómeno – la seducción – pero luego quedó está postergada y esta<br />

postergación y omisión a la vez ha persistido en el tiempo.<br />

Baudrillard nos habla de una tendencia a los excesos, característica de<br />

nuestro tiempo, con lo cual suministra un aciago balance del momento, por decir lo<br />

menos. En ello actúa la seducción. El filósofo-sociólogo nos muestra como la<br />

aparente autonomía del sujeto moderno, emprendedor de una pujante economía y<br />

de una deslumbrante tecnología, no es tal. En el fondo, este sujeto moderno está<br />

dominado por lo que él mismo ya no controla, como puede ser el que haya<br />

desarrollado un arsenal atómico tal, capaz de destruir miles de veces la vida del<br />

planeta. Aparte de ello, esta tendencia a los excesos se manifiesta en muy distintos<br />

planos. Por ejemplo: cuando ya no hay cánones estéticos definidos, la estética<br />

tiende a desaparecer bajo el imperio de la moda; cuando entramos en la sospecha<br />

de que nuestros sistemas de enseñanza deforman más bien al alumno (tema de<br />

notoria actualidad) nos congraciamos con la anti-pegagogía; cuando sospechamos<br />

también de que el mundo que estamos construyendo es literalmente una locura, y la<br />

psiquiatría comienza a ver a los que son supuestamente "cuerdos" como anormales,<br />

entramos en la anti-psiquiatría; cuando en lo sexual está todo permitido,<br />

nos acercamos al fin de lo sexual, que es a su vez su exceso - el porno; cuando la<br />

sociedad no tiene más unas metas políticas claras, y todo queda librado al<br />

economicismo, la sociedad se transforma en masa..<br />

339.El jóven Schopenhauer contemplando las galeras.<br />

El jóven Artthur Schopenhauer, cuando recién tenía unos 15 años fue invitado<br />

por su padre Heinrich Floris y su madre Johanna a emprender un viaje cultural<br />

por Europa. Después de haber estado unos meses en Inglaterra, en 1804<br />

recorren Francia y entonces visitan Bordeaux. Sorprendentemente, debido a<br />

ciertas relaciones familiares, aloja la familia unos días en la misma casa en que<br />

había estado el poeta Friedrich Hölderlin dos años antes, para ser instructor de<br />

los hijos del vinicultor Daniel Cristoph Meyer, que era a la vez el Cónsul<br />

General de Hamburgo. No se sabe bien por qué Hölderlin después de llegar a<br />

esa casa, y manifestarse como muy contento y agradecido por haber sido muy<br />

bien recibido, según carta a su madre, abandona el lugar tan sólo después de 3<br />

días. La razón de ello podría estar en que probablemente Hölderlin habría<br />

recibido allí una noticia de Susette Gontard, que agonizaba en Frankfurt, a la<br />

que él llamó Diotima, con quien tuvo una relación clandestina.<br />

En el “Diario de Vida” de Schopenhauer encontramos las siguientes<br />

observaciones sobre los hombres en las galeras, que Rüdiger Safranski cita en<br />

su obra sobre el filósofo. Al leer esas observaciones uno inmediatamente<br />

piensa en lo que la visión del espectáculo de las galeras puede haber influido<br />

en el pesimismo del futuro filósofo. Primero describe el jóven Schopenhauer<br />

que hay en las galeras distintas clases de delicuentes: en primer lugar, los que<br />

han cometido sólo pequeños delitos y están sólo poco tiempo allí; a ellos se les<br />

suman desertores y soldados insuboridinados; ellos tienen sólo un anillo de<br />

hierro en el pie y circulan libremente. La segunda clase está constituida por<br />

quienes han cometido delitos mayores; ellos trabajan de a dos con pesadas<br />

cadenas en los pies y que los unen a ambos. La tercera clase corresponde a la

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