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Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

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Escuchemos primero a Dantón que, con sus palabras, claramente presagia su<br />

trágico final:<br />

“Muchas veces la frente que esperaba ceñir una corona de laurel se ve<br />

ensangrentada por una corona de espinas”.<br />

Estamos hablando de Georges-Jacques Danton, nacido en 1759 y<br />

guillotinado el 5 de Abril de 1794, con apenas 34 años de edad. El que fuera<br />

Ministro de Justicia y que en la Francia revolucionaria llegó en algún momento<br />

a detentar el mayor poder en la nación. El que hubiera firmado la sentencia a<br />

muerte de Luis XVI, aunque antes había sido partidario del destierro. El que<br />

fuera amigo y de la misma línea que Robespierre, y fue finalmente el propio<br />

Robespierre quien firmó su sentencia de muerte. Hacia 1793 Danton se había<br />

alineado con los así llamados “indulgentes” que procuraban una política<br />

moderada y acabar con el terror. Las últimas palabras de Danton, antes de<br />

subir al cadalso, fueron: “No olvidéis, sobre todo no olvidéis de mostrar mi<br />

cabeza al pueblo; merece la pena”.<br />

Escuchemos a continuación tres <strong>pensamientos</strong> de Goethe en torno a la<br />

fatalidad:<br />

“El bien y el mal acontecen siempre al hombre cuando menos lo piensa;<br />

ni aun al anunciársenos, creemos ni en uno ni en otro”.<br />

“A pesar de no tener pelo de tontos, hemos visto destruir todo aquello<br />

que más procurábamos conservar”.<br />

“Los hombres cuerdos y prudentes ceden a la ley imperiosa de lo que no<br />

tiene remedio. Sobre los espítirus de la generalidad de los mortales ejerce una<br />

fuerza incontratable el hecho consumado y lo que hasta ahora imposible<br />

parece, una vez realizado se impone a la generalidad”.<br />

Quizás en las palabras de Danton sobre el cambio de la corona de laurel<br />

por una corona de espinas pesa más la fatalidad, mientras que en Goethe más<br />

bien la idea de destino, considerando que este último es menos rígido y<br />

específico que la primera. Por lo mismo, probablemente el destino es más<br />

abierto y se eleva más a un plano espiritual que la fatalidad, la cual tiende más<br />

a materializarse y hacerse efectiva en algo muy particular y concreto.<br />

Y ahora unas reflexiones en torno al destino de Cervantes:<br />

“Deje caminar a su hijo por donde su estrella le llama”.<br />

“Y está muy puesto en razón; / que el quiere porfiar / contra su estrella,<br />

ha de dar / coces contra el aguijón”.<br />

“/…/ porque las desgracias / traen su corriente de lejos / y no existe<br />

ciencia humana / que prevenga su remedio”.<br />

También Cervantes reconoce la posibilidad del hombre como forjador de<br />

su propio destino. Y justo porque es así, reconocemos en ella diferencias entre<br />

destino y fatalidad (tengamos de todos modos en cuenta que Cervantes<br />

distingue a la vez entre destino y fortuna). Podríamos decir que esto se explica<br />

porque fatalidad y fortuna van de la mano. Ello se debe al hecho de estar más<br />

apegadas al acontecer concreto, pudiendo dar lugar ello a lo fasto y lo nefasto.<br />

El destino, al contrario, corresponde a los más altos designios. Escuchemos<br />

pues nuevamente a Cervantes decir brevemente que:<br />

“Cada cual se fabrica su destino, no tiene aquí Fortuna alguna parte”.<br />

324.Comenzamos hablando distinto y terminamos haciendo la guerra.<br />

Ya en el siglo XVIII el filólogo británico William Jones comenzó a plantear que<br />

habría un tronco común lingüístico indoeuropeo en función de semejanzas entre

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