Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

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uscas tierras y huertas fértiles, que también sean frescas y deleitosas, están bajo estas ventanas; si quieres caballos y mulas, y aves y perros para la caza y para tu diversión, y hasta juglares para que te acompañen y distraigan; si buscas casa suntuosa, bien equipada con camas y estrados y cuantas cosas son necesarias, de todo esto no te falta nada. Y pues no te das por satisfecha con tantos bienes ni quieres gozar de ellos, es evidente que no los deseas. Si prefieres ir en busca de lo desconocido, vete con la ira de Dios, que será muy necio quien se aflija por el mal que te venga”. A lo que sigue la asociación con la situación del Conde, que hace Patronio, diciendo: “Y vos, señor Conde Lucanor, pues gracias a Dios estáis en paz, con bien y con honra, pienso que no será de buen juicio arriesgar todo lo que ahora poseéis para iniciar la empresa que os aconsejan” Y el Ejemplo concluye, como siempre, con el seguimiento del buen consejo de Patronio y que al autor de estos Ejemplos, Juan Manuel, le pareció digno de recopilar, agregando también, como en los otros Ejemplos, un refrán, en este caso muy difunddido entre las viejas de Castilla, y que dice simplemente así: “El que esté bien sentado, no se levante”. 313.Quinto Ejemplo de los Cuentos del Conde de Lucanor. En la Colección de Cuentos del Conde de Lucanor de Juan Manuel, del siglo 14, el Quinto Ejemplo tiene que ver con la preocupación que tiene el Conde por las alabanzas que le dirige una persona, después de lo cual le propone un negocio, lo cual se lo comunica a su consejero Patronio. Este da respuesta a su inquietud por medio del siguiente relato en torno a un cuervo y una zorra: “Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, el cuervo encontró una vez un gran pedazo de queso y se subió a un árbol para comérselo con tranquilidad, sin que nadie le molestara. Estando así el cuervo, acertó a pasar la zorra debajo del árbol y, cuando vio el queso, empezó a urdir la forma de quitárselo. Con ese fin le dijo: / Don Cuervo, desde hace mucho tiempo he oído hablar de vos, de vuestra nobleza y de vuestra gallardía, pero aunque os he buscado por todas partes, ni Dios ni mi suerte me han permitido encontraros antes. Ahora que os veo, pienso que sois muy superior a lo que me decían. Y para que veáis que no trato de lisonjearos, no sólo os diré vuestras buenas prendas, sino también los defectos que os atribuyen. Todos dicen que, como el color de vuestras plumas, ojos, patas y garras es negro, y como el negro no es tan bonito como otros colores, el ser vos tan negro os hace muy feo, sin darse cuenta de su error pues, aunque vuestras plumas son negras, tienen un tono azulado, como las del pavo real, que es la más bella de las aves. Y pues vuestros ojos son para ver, como el negro hace ver mejor, los ojos negros son los mejores y por ello todos alaban los ojos de la gacela, que los tiene más oscuros que ningún animal. Además, vuestro pico y vuestras uñas son más fuertes que los de ninguna otra ave de vuestro tamaño. También quiero deciros que voláis con tal ligereza que podéis ir contra el viento, aunque sea muy fuerte, cosa que otras muchas aves no pueden hacer tan fácilmente como vos. Y así creo que, como Dios todo lo hace bien, no habrá consentido que vos, tan perfecto en todo, no pudieseis cantar mejor que el resto de las aves, y porque Dios me ha otorgado la dicha de veros y he podido comprobar que sois más bello de lo que dicen, me sentiría muy dichosa de oír vuestro canto”.

Y el relato continúa más adelante: “Cuando el cuervo se vio tan alabado por la zorra, como era verdad cuanto decía, creyó que no lo engañaba y, pensando que era su amiga, no sospechó que lo hacía por quitarle el queso. Convencido el cuervo por sus palabras y halagos, abrió el pico para cantar, por complacer a la zorra. Cuando abrió la boca, cayó el queso a tierra, lo cogió la zorra y escapó con él. Así fue engañado el cuervo por las alabanzas de su falsa amiga, que le hizo creerse más hermoso y más perfecto de lo que realmente era”. A este Ejemplo le sigue el consejo: “Y vos, señor Conde Lucanor, pues veis que, aunque Dios os otorgó muchos bienes, aquel hombre os quiere convencer de que vuestro poder y estado aventajan en mucho la realidad, creed que lo hace por engañaros. Y, por tanto, debéis estar prevenido y actuar como hombre de buen juicio”. 314.El trasfondo cósmico de la amistad en Aristóteles. Iniciando su excursión en la amistad, Aristóteles, como buen filósofo, tiene en consideración cierto fondo metafísico que la explicaría ya en el sentido de una afinidad entre los semejantes, como en Empédocles, o basándose en Heráclito, en tanto afinidad entre los contrarios. Para concebir adecuadamente la amistad se trata por lo tanto de partir por algo de orden cósmico. Esto es característico del pensamiento aristotélico: que al abordar un fenómeno, el parámetro es de carácter cosmológico. Así lo ha hecho también en relación con la justicia en el Libro V de la Ética a Nicómaco. La mirada se dirige al cosmos para encontrar en él la armonía que se expresa como proporcionalidad, por ejemplo entre lo que da un agente, a saber calor y luz del Sol y lo que puede recibir el paciente, a saber la Tierra, para que sea posible la vida en ella; si no hay esta proporción, vale decir, hay demasiado calor y luz, o muy poco, ello significa muerte. En el caso de la amistad, se trata del trasfondo cósmico de la afinidad que habría por semejanza entre los fenómenos (así como la proporcionalidad lo es en el caso de la justicia). Cabe reconocer aquí que en cada especie, cada miembro de ella busca a sus semejantes, y esto tanto en el reino vegetal como animal. En el reino mineral también es así, por cuanto unas montañas se agrupan con otras para formar una cordillera o una serranía, la arena se junta con más arena y forma una playa, unas dunas o un desierto. Pero, si bien es así, que lo semejante atrae lo semejante, cabe agregar que así se da en el orden de lo esencial, como es el caso de los ejemplos que hemos puesto, sin embargo al mismo tiempo se da lo contrario: que hay atracción entre lo que es desemejante. Aparentemente esto es así en un segundo plano, que ya no es el esencial. La explicación de ello estaría en el hecho de que es la desemejanza, la diferencia, incluso lo que genera cierto desequilibrio, lo que permite que haya devenir, movimiento, cambio, proceso. Aristóteles también reconoce la acción de la desemejanza, y en particular en el caso de la amistad; ella permite la complementación, la compensación. Los ejemplos que da al respecto son del tenor que si uno de los amigos, pongamos el caso, es locuaz y a la vez temeroso, el otro es parco y a la vez osado, ocurriendo que uno se complementa con el otro. Semejanza y desemejanza se presentan a la vez como las fuerzas de la concordia y la discordia que, ante todo, actúan en el cosmos, antes de manifestarse de manera restrictiva en las relaciones humanas. Concordia y discordia, Eros y Eris, así se presentan en la "Teogonía" de Hesíodo, es decir, por

uscas tierras y huertas fértiles, que también sean frescas y deleitosas, están<br />

bajo estas ventanas; si quieres caballos y mulas, y aves y perros para la caza y<br />

para tu diversión, y hasta juglares para que te acompañen y distraigan; si<br />

buscas casa suntuosa, bien equipada con camas y estrados y cuantas cosas<br />

son necesarias, de todo esto no te falta nada. Y pues no te das por satisfecha<br />

con tantos bienes ni quieres gozar de ellos, es evidente que no los deseas. Si<br />

prefieres ir en busca de lo desconocido, vete con la ira de Dios, que será muy<br />

necio quien se aflija por el mal que te venga”.<br />

A lo que sigue la asociación con la situación del Conde, que hace<br />

Patronio, diciendo:<br />

“Y vos, señor Conde Lucanor, pues gracias a Dios estáis en paz, con<br />

bien y con honra, pienso que no será de buen juicio arriesgar todo lo que ahora<br />

poseéis para iniciar la empresa que os aconsejan”<br />

Y el Ejemplo concluye, como siempre, con el seguimiento del buen<br />

consejo de Patronio y que al autor de estos Ejemplos, Juan Manuel, le pareció<br />

digno de recopilar, agregando también, como en los otros Ejemplos, un refrán,<br />

en este caso muy difunddido entre las viejas de Castilla, y que dice<br />

simplemente así:<br />

“El que esté bien sentado, no se levante”.<br />

313.Quinto Ejemplo de los Cuentos del Conde de Lucanor.<br />

En la Colección de Cuentos del Conde de Lucanor de Juan Manuel, del siglo<br />

14, el Quinto Ejemplo tiene que ver con la preocupación que tiene el Conde por<br />

las alabanzas que le dirige una persona, después de lo cual le propone un<br />

negocio, lo cual se lo comunica a su consejero Patronio. Este da respuesta a<br />

su inquietud por medio del siguiente relato en torno a un cuervo y una zorra:<br />

“Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, el cuervo encontró una vez un<br />

gran pedazo de queso y se subió a un árbol para comérselo con tranquilidad,<br />

sin que nadie le molestara. Estando así el cuervo, acertó a pasar la zorra<br />

debajo del árbol y, cuando vio el queso, empezó a urdir la forma de quitárselo.<br />

Con ese fin le dijo: / Don Cuervo, desde hace mucho tiempo he oído hablar de<br />

vos, de vuestra nobleza y de vuestra gallardía, pero aunque os he buscado por<br />

todas partes, ni Dios ni mi suerte me han permitido encontraros antes. Ahora<br />

que os veo, pienso que sois muy superior a lo que me decían. Y para que veáis<br />

que no trato de lisonjearos, no sólo os diré vuestras buenas prendas, sino<br />

también los defectos que os atribuyen. Todos dicen que, como el color de<br />

vuestras plumas, ojos, patas y garras es negro, y como el negro no es tan<br />

bonito como otros colores, el ser vos tan negro os hace muy feo, sin darse<br />

cuenta de su error pues, aunque vuestras plumas son negras, tienen un tono<br />

azulado, como las del pavo real, que es la más bella de las aves. Y pues<br />

vuestros ojos son para ver, como el negro hace ver mejor, los ojos negros son<br />

los mejores y por ello todos alaban los ojos de la gacela, que los tiene más<br />

oscuros que ningún animal. Además, vuestro pico y vuestras uñas son más<br />

fuertes que los de ninguna otra ave de vuestro tamaño. También quiero deciros<br />

que voláis con tal ligereza que podéis ir contra el viento, aunque sea muy<br />

fuerte, cosa que otras muchas aves no pueden hacer tan fácilmente como vos.<br />

Y así creo que, como Dios todo lo hace bien, no habrá consentido que vos, tan<br />

perfecto en todo, no pudieseis cantar mejor que el resto de las aves, y porque<br />

Dios me ha otorgado la dicha de veros y he podido comprobar que sois más<br />

bello de lo que dicen, me sentiría muy dichosa de oír vuestro canto”.

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