Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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sin duda alguna que hay matrimonios en que la motivación principal es la conveniencia, pero, con apoyo en Foucault y su Historia de la sexualidad, podemos decir que nuestra situación tiene una especificidad muy propia: sucede en ella que de pronto yo me puedo estar casando a futuro con la mujer que casualmente se ha sentado a mi lado en el metro, y será nuestra decisión absolutamente autónoma el hacerlo; mas, ésta es una experiencia reciente que apenas tiene poco más de un siglo. Pues bien, es contra las uniones por supuestas conveniencias que Stendhal protesta, y en relación a las cuales, según ya se entrevé, justifica la infidelidad femenina. Escuchémoslo en otro pasaje: "Que una mujer se acueste con un hombre al que sólo se ha visto dos veces, después de tres palabras latinas dichas en la iglesia, es mucho más impúdico que ceder a pesar suyo a un hombre al que adora desde hace dos años" (p. 133). En este auténtico rechazo y repulsa moral, Stendhal, como hijo de su época, deja ver un toque de romanticismo: él se muestra como un "enamorado del amor", alguien que procura salvaguardar el genuino amor a como dé lugar. Y esto implica a la par respetarlo como quizás lo más precioso que hemos conocido. Esto involucra un respeto a todas las formas de amor: amor de pareja, amor filial, amor paternal y maternal, amor al prójimo, amor a la vida, amor a la naturaleza, amor a lo divino. Mas, de todo ese conjunto de variaciones del amor nos interesa mirar el amor hacia dentro, y descubrir que el verdadero, grande, profundo e infinito amor, el que quiere trasponer toda frontera, el que se deja rozar por la muerte, tanto en su entrega total, como cuando está amenazado, ése es el que Stendhal llama “amor-pasión”. Pues bien, es precisamente este amor, que es el verdadero, el que puede desaparecer y con ello hacer sucumbir al amor mismo. Una sociedad que por cansancio o por excesos de materialidad y consumismo diera este paso fatal hacia esa desaparición del amor, indudablemente sería una sociedad atrozmente deshumanizada. 307.Amor y amistad. Una de las discusiones interesantes que hubo en la Grecia clásica fue en torno a supuestas prerrogativas del amor o de la amistad. En Platón claramente la balanza se inclina hacia la amistad. La filía, la amistad, él la puso en un sitial más alto que al amor. Podemos suponer que ello se debe en gran medida al carácter de equilibrio, equidad, justicia, concordia, prudencia y sensatez que la acompañan, y que la hacen aparecer como una elevada virtud. Probablemente la amistad es de este modo el más grande ideal ético y político que permite y alienta la construcción de la sociedad. Y algo similar cabe decir de Aristóteles. Mas, nos quedaríamos sin entender realmente de qué estamos hablando, si no tenemos en cuenta que esto que llamamos “amor” nosotros lo vivimos primero bajo la influencia del amor cortés del siglo XII y luego del romanticismo, que se inicia en las postrimerías del siglo XVIII. Si no se tiene en cuenta este antecedente no se puede entender bien esa predilección por la amistad. Aun así, cabe reconocer que la vivencia del amor ya se encuentra muy madura en Grecia y Roma. Si no se entiendera así no se entendería el rapto de Helena, la espera de Penélope, la poetisa Safo, la desesperación de Dido por la partida de Eneas, como la obra de Ovidio.
Más allá de Aristóteles, recuerda Octavio Paz, que ha sido Plutarco, Cicerón y posteriormente Montaigne quienes han reflexionado muy especialmente acerca de la amistad. Michel Eyquem de Montaigne, filósofo francés del siglo XVI, que fuera entre otras cosas, parlamentario y alcalde de Bordeaux, tiene el mérito indiscutible de haber sido quien impuso el género literario del ensayo, como forma de reflexión y de escritura. Al mismo tiempo, puede considerársele como el fundador del escepticismo moderno. Pues bien, con Montaigne se recapitula la helénica predilección de la amistad. Escuchemos cómo se manifiesta esto en sus Ensayos: "aunque el amor nace también de la elección, ocupa un lugar distinto al de la amistad...Su fuego, lo confieso, es más activo, punzante y ávido; pero es un fuego temerario y voluble...un fuego febril" (p. 113). En cambio (sigue Montaigne): "la amistad es un calor parejo y universal, templado y a la medida...un calor constante y tranquilo, todo pulimento y sin asperezas..." (ib.). HAM La amistad, como ya decía Aristóteles, está en una cercanía con la concordia y la justicia y es así un "calor parejo y universal", mientras que el amor está siempre expuesto a conflictos, lo que queda claro al tenor de estas palabras del filósofo de Estagira: "La amistad es necesaria. Más aún: es admirable; nosotros no escatimamos nuestros elogios a los que tienen el culto de ella, y un gran número de amigos constituye uno de los bienes más envidiables y honrosos; algunos incluso opinan que es una misma cosa ser un hombre honesto y un amigo fiel" (1155 a). HAA Sin embargo, ninguna de estas consideraciones constituye razón suficiente para justificar una supuesta superioridad de la amistad o del amor. Si la amistad es más apacible y probablemente permite más el desarrollo de ciertas virtudes morales, en lo que coinciden Aristóteles y Montaigne, lo que revela el amor y sus posiblidades de apertura del sentir a lo infinito, a lo que bordea los abismos y la muerte, por su parte, la amistad no lo puede. 308.El trabajo y la transformación del entorno. El trabajo, como ya lo viera Hegel, conlleva un momento de negación, ya que aquello a lo cual se aplica – el bosque, el agua, el aire, el animal – es precisamente negado, para imprimirle una nueva forma. Y considerando nuestros problemas inconmensurables problemas ecológicos, nos ayuda considerar esta relación con la materia que estamos in-formando, dándole forma (para decirlo así con Aristóteles), el entorno que transformamos, y prestar mucha atención en cada caso respecto del grado de negación de aquello que in-formamos o transformamos. Eugen Fink piensa esto a partir del cambio que se genera en lo que llama “estado salvaje” con el trabajo. Escuchemos: “El trabajo queda siempre referido al “estado salvaje”, es una lucha con lo salvaje. El esfuerzo del trabajo apunta a delimitar el estado salvaje, arrancarle su terreno, relegarlo cada vez más al borde del mundo humano – para finalmente convertirlo en un humanum, al modo de un museum, de una “reserva forestal”. El hombre celebra, al parecer, su victoria más orgullosa sobre el estado salvaje cuando lo exhibe en una jaula cercada, cuando puede convertirlo en sensacionalismo turístico. Él se convierte entonces en un campo aparte, en una “reserva”. Hoy parece estar casi todo el globo terráqueo
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Más allá de Aristóteles, recuerda Octavio Paz, que ha sido Plutarco,<br />
Cicerón y posteriormente Montaigne quienes han reflexionado muy<br />
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Michel Eyquem de Montaigne, filósofo francés del siglo XVI, que fuera<br />
entre otras cosas, parlamentario y alcalde de Bordeaux, tiene el mérito<br />
indiscutible de haber sido quien impuso el género literario del ensayo, como<br />
forma de reflexión y de escritura. Al mismo tiempo, puede considerársele como el<br />
fundador del escepticismo moderno. Pues bien, con Montaigne se recapitula la<br />
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Ensayos:<br />
"aunque el amor nace también de la elección, ocupa un lugar distinto al de<br />
la amistad...Su fuego, lo confieso, es más activo, punzante y ávido; pero es un<br />
fuego temerario y voluble...un fuego febril" (p. 113).<br />
En cambio (sigue Montaigne):<br />
"la amistad es un calor parejo y universal, templado y a la medida...un<br />
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La amistad, como ya decía Aristóteles, está en una cercanía con la<br />
concordia y la justicia y es así un "calor parejo y universal", mientras que el amor<br />
está siempre expuesto a conflictos, lo que queda claro al tenor de estas palabras<br />
del filósofo de Estagira:<br />
"La amistad es necesaria. Más aún: es admirable; nosotros no<br />
escatimamos nuestros elogios a los que tienen el culto de ella, y un gran número<br />
de amigos constituye uno de los bienes más envidiables y honrosos; algunos<br />
incluso opinan que es una misma cosa ser un hombre honesto y un amigo fiel"<br />
(1155 a). HAA<br />
Sin embargo, ninguna de estas consideraciones constituye razón<br />
suficiente para justificar una supuesta superioridad de la amistad o del amor. Si la<br />
amistad es más apacible y probablemente permite más el desarrollo de ciertas<br />
virtudes morales, en lo que coinciden Aristóteles y Montaigne, lo que revela el<br />
amor y sus posiblidades de apertura del sentir a lo infinito, a lo que bordea los<br />
abismos y la muerte, por su parte, la amistad no lo puede.<br />
308.El trabajo y la transformación del entorno.<br />
El trabajo, como ya lo viera Hegel, conlleva un momento de negación, ya que<br />
aquello a lo cual se aplica – el bosque, el agua, el aire, el animal – es<br />
precisamente negado, para imprimirle una nueva forma. Y considerando nuestros<br />
problemas inconmensurables problemas ecológicos, nos ayuda considerar esta<br />
relación con la materia que estamos in-formando, dándole forma (para decirlo así<br />
con Aristóteles), el entorno que transformamos, y prestar mucha atención en<br />
cada caso respecto del grado de negación de aquello que in-formamos o transformamos.<br />
Eugen Fink piensa esto a partir del cambio que se genera en lo que<br />
llama “estado salvaje” con el trabajo. Escuchemos:<br />
“El trabajo queda siempre referido al “estado salvaje”, es una lucha con<br />
lo salvaje. El esfuerzo del trabajo apunta a delimitar el estado salvaje,<br />
arrancarle su terreno, relegarlo cada vez más al borde del mundo humano –<br />
para finalmente convertirlo en un humanum, al modo de un museum, de una<br />
“reserva forestal”. El hombre celebra, al parecer, su victoria más orgullosa<br />
sobre el estado salvaje cuando lo exhibe en una jaula cercada, cuando puede<br />
convertirlo en sensacionalismo turístico. Él se convierte entonces en un campo<br />
aparte, en una “reserva”. Hoy parece estar casi todo el globo terráqueo