Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

presenta como un criterio para reconocer los valores: por ejemplo, la virtud no es
ser tacaños ni botarates, sino generosos.
Así también la amistad es una virtud, o, agrega Aristóteles, "va
acompañada de virtud", y continúa:
"Además, es absolutamente indispensable para la vida: sin amigos, nadie
querría vivir, aun viéndose saciado de todos los demás bienes. Incluso los ricos,
los que están en posesión de los cargos y del poder supremo, tienen, al parecer,
una especial necesidad de tener amigos" (1154 b).
Luego agrega la decisiva importancia que tiene la amistad en lo que atañe
a la política, la organización de la sociedad y de la polis:
"La amistad parece incluso ser el lazo de las ciudades, y parece atraer la
atención de los legisladores más incluso que la justicia. La concordia, que se
parece en alguna medida a la amistad, parece ser el objeto de su primordial
solicitud, mientras que procura eliminar de alguna manera la discordia, enemiga
de la amistad. Por otra parte, si los ciudadanos practicaran entre sí la amistad, no
tendrían en manera alguna necesidad de la justicia; pero, aun suponiéndolos
justos, tendrían necesidad de la amistad, y la justicia, en el punto máximo de su
perfección, parece tener la naturaleza de la amistad" (1155 a).
¡Qué extraordinario planteamiento éste de Aristóteles! Que la justicia está
muy próxima a la amistad, que parece incluso que la justicia en su máxima
perfección sería como la amistad.
Este carácter - diríamos "político" de la amistad, en el buen sentido de la
palabra - lleva a Octavio Paz a hacer la siguiente comparación entre amor y
amistad:
"El amor se presenta, casi siempre, como una ruptura o violación del
orden social; es un desafío a las costumbres y a las instituciones de la
comunidad. Es una pasión que, al unir a los amantes, los separa de la sociedad.
Una república de enamorados sería ingobernable; el ideal político de una
sociedad civilizada - nunca realizado - sería una república de amigos" (p. 114).
304.Schopenhauer reflexiona sobre la decisión.
Cuando Arthur Schopenhauer tiene apenas 14 años, en 1802, se ve obligado a
tomar una decisión entre la carrera empresarial a la que le insta su padre
Heinrich Floris, cuando la familia está radicada en Hamburgo, o el camino de las
humanidades. Como el hijo, todavía en edad de la pubertad, se atreve a
manifestarle al padre su inclinación a seguir el camino de las humanidades, el
padre lo pone en la encrucijada, y ante la expectativa de un viaje cultural por
Europa, le plantea que o bien viaja con él y su esposa Johanna por Europa y
luego sigue la carrera empresarial, o bien no viaja con ellos y opta desde ya por
el camino de las humanidades. Como Arthur todavía es muy joven, no se atreve
del todo a zanjar de una vez y de modo prematuro esta situación optando por el
que será en definitiva su camino: las humanidades y en particular la filosofía, y
entonces opta por el viaje, pero en secreto en ese largo viaje estará madurando
lentamente su vocación humanística. Habrá en el mismo viaje harto tiempo
disponible para ello, especialmente cuando el padre lo deja durante unos meses
en un Instituto en Wimbledon, Inglaterra, con el fin de que aprenda inglés,
mientras él y su mujer siguen viajando a Escocia. Y sin duda, esta decisión entre
la carrera comercial y empresarial, y las humanidades que finalmente se hará
efectiva tres años más tarde tras la muerte del padre, será – cómo no – la
decisión de su vida que habrá de trazar el rumbo hasta la muerte. En el libro