Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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tropel de elefantes, y otros; los animales marcan sus huellas vitales en el<br />
paisaje, mas ellos son partes constitutivas del estado salvaje. De otro modo<br />
sucede con el hombre. Si bien, como todo ser viviente, él también es un hijo de<br />
la naturaleza — pero es el ente enigmático que se ha sustraído parcialmente al<br />
gran anatema y que se ha arrogado la libertad y se ha levantado contra la<br />
naturaleza. El tigre descuartizador permanece asimismo en el cautiverio de la<br />
naturaleza, al igual que el suave borrego, al que mata. Sólo el hombre rompe<br />
con el cautiverio de la naturaleza sin poder nunca sustraerse del todo a ella.<br />
Todavía en su libertad es él un cautivo. Pero de este modo llega a ser él el<br />
perturbador de la paz natural. El hombre no se inserta en el estado salvaje,<br />
avanza contra el estado salvaje, intenta reprimirlo, superarlo, por de pronto tan<br />
sólo en el pequeño espacio donde construye su cabaña, donde instala su<br />
horno, donde cultiva su barbecho – donde atrapa a los animales salvajes, los<br />
domestica y cría – donde explota el bosque, abre la tierra con el arado, injerta<br />
plantas, y otros; lo que le arranca al estado salvaje tiene que fatigosamente<br />
defenderlo contra él, y frecuentemente es sometido en este combate; pero la<br />
historia del hombre está llena de derrotas y victorias en la lucha con el estado<br />
salvaje, y cada vez mas crece el círculo de las cosas a las cuales el hombre le<br />
imprime su sello, el sello de su conmutación y transformación laboral. El trabajo<br />
tiene el sentido de la supresión del estado salvaje. El ente que hasta ahora ha<br />
sido abandonado a sí mismo tiene que ser “modificado” desde el hombre. En el<br />
estado salvaje no hay “historia”; los árboles crecen como hace milenios, caen<br />
durante la tormenta y se pudren; los astros siguen sus derroteros y sus órbitas<br />
regulan las estaciones del año, los períodos de crecimiento y de detención.<br />
Recién con la irrupción del hombre comienza el tiempo histórico: las cosas<br />
naturales portan formas humanas ocasionadas por el trabajo; el hombre<br />
paulatinamente toma posesión del entorno alcanzable para él, destruye el<br />
estado salvaje y lo transforma en paisaje cultural”.<br />
301.La apasionada vida de Stendhal.<br />
En verdad cuando uno lee acerca de una biografía, como la de Henri-Marie<br />
Beyle, apodado Stendhal, se encuentra con una perspectiva de la vida como algo<br />
apasionante, fascinante, y también llena de vicisitudes, reveses, bruscos cambios<br />
de la fortuna, de altibajos en todos los planos – en el trabajo, en el amor, en la<br />
política. En contraste con ello nuestras vidas semejan algo pálido y aburrido.<br />
Destaquemos de modo suscinto nada más que algunos pasajes de esta vida. Por<br />
de pronto, él nace en Grenoble en 1783, su alcanza apenas escasos 59 años, ya<br />
que muere en París en 1842, a consecuencia de un ataque de apoplejía en la<br />
calle. Con sólo 7 años de edad, muere su madre. Cuando tiene 12, su padre, que<br />
era abogado en la Audiencia Provincial, es encarcelado, durante el régimen del<br />
terror, debido a su defensa de la monarquía. Su abuelo materno, que era médico,<br />
pasa entonces a ser como un padre para Henri-Marie. Nuestro personaje se<br />
educa primero en Grenoble. Más tarde entra a trabajar en el Ministerio de<br />
Defensa en París y con eso inicia una carrera política y diplomática que corre<br />
paralela a su carrera como escritor. Alrededor del cambio de siglo ingresa en el<br />
Ejército y tiene lugar su primer viaje a Italia, en calidad de subteniente de<br />
dragones, como parte de la Campaña de Italia de Napoleón. Italia es el país que<br />
por sobre todo amará y al que le dedicará parte de sus escritos. Es el caso del<br />
libro Roma, Nápoles y Florencia de 1815, aparecido tras dos años en Milán. En<br />
Italia conoce también la música de Domenico Cimarosa y Gioacchino Rossini. De