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Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel

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En la época de Goethe Weimar era la meca de la cultura no sólo alemana, sino<br />

en gran medida europea. A comienzos del siglo XIX todavían residían allí Goethe,<br />

Herder, Wieland, todos nombres de primer orden en las letras alemanas. Ésta es<br />

también la razón por la cual la madre del filósofo Arthur Schopenhauer – Johanna<br />

– una vez muerto su marido – el empresario Heinrich Floris Schopenhauer – que<br />

hacia fines de su vida residía en Hamburgo, decide trasladarse a Weimar. Ella<br />

misma literata encontró ahí su lugar y apenas llegada allí en 1806 ya le expresa<br />

por carta a su hijo Arthur manifestaciones de alegría. En una carta del 28 de Abril<br />

de 1807, citada por Rüdiger Safranski en su obra sobre Schopenhauer, justifica<br />

Johanna a Arthur su decisión de haber escogido Weimar, en vez de haber<br />

regresado a Danzig, aquel puerto del Mar del Norte en la frontera entre Alemania<br />

y Polonia, diciendo que:<br />

“/…/ ella habría estado muy decidida a escoger entre dos caminos el<br />

aparentemente más maravilloso, como lo que hice con la determinación de mi<br />

lugar de residencia, en tanto que en vez de elegir mi ciudad natal, donde están<br />

mis amigos y parientes, como cualquier mujer lo hubiera hecho en mi lugar,<br />

escogí el para mí mi muy extraño Weimar” (109).<br />

Y allí ingresa Johanna, de apellido de soltera, Trosiener, en la sociedad de<br />

Weimar, incluso haciendo valer, por herencia de su marido, el título nobiliario del<br />

cual él nunca hizo uso: Hofrätin, consejera de la corte. La sociedad de Weimar<br />

era tan rígida que, según nos recuerda Safranski, en el Teatro, las butacas para<br />

la nobleza estaban limitadas sólo a 16 familias, y Weimar por aquel tiempo<br />

apenas sobrepasaba los 7.000 habitantes. Hasta el propio Goethe tuvo que<br />

enfrentar muchas situaciones conflictivas en vistas de su relación de amantes con<br />

Christiane Vulpius, mucho menor que él y de otra clase social. Ella había<br />

trabajado para prácticamente el único industrial de Weimar, el Señor Bertuch, y<br />

había estado a cargo de una fábrica de flores artificiales, que se contaba entre las<br />

propiedades de este señor.<br />

Quien años antes había sido actriz del teatro que formara Goethe en<br />

Weimar – Karoline Jagemann – y con la cual Goethe se indispusiera<br />

severamente, escribe en su biografía lo siguiente respecto de la mentada relación<br />

de amantes:<br />

“Cuando vine de Mannheim, la relación estaba públicamente establecida,<br />

y que la Vulpius vivía donde Goethe, era para la ciudad algo inaudito. Él fue el<br />

primero y único que se atrevió a despreciar la opinión pública sin remordimientos,<br />

y que se encontraba que esto era tanto más perjudicial dado que había en ello<br />

una violación del derecho que hasta cierto punto le otorgaba la amistad<br />

principesca”<br />

Y Goethe condujo esta situación a un extremo por cuanto más encima<br />

tuvo un hijo – Augusto – con Christiane.<br />

En contraste con el brillo de esta ciudad-luz de la cultura, con apoyo en<br />

varias crónicas de viaje de la época, Safranski muestra como en gran medida<br />

Weimar era una ciudad, por decir lo menos, opaca, con una pobre arquitectura,<br />

con escasísima vida social, con rutas de acceso en muy mal estado, todo ello<br />

naturalmente en comparación con las grandes ciudades de aquel entonces. El<br />

poeta Schiller, que había residido allí años antes, manifiesta su incomprensión de<br />

cómo su íntimo amigo, Goethe, continúa viviendo allí y se refiere a Weimar como<br />

“Schneckenhauswelt”, “el mundo de la casita de un caracol”.

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