Relatos y pensamientos - cristobal holzapfel
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pobre y al enemigo (que no supone el eros o la filía griega) ya es constitutivo<br />
de nuestra cultura, al menos en su calidad de ideal. En cambio, el griego<br />
miraba los otros pueblos como bárbaros y a los esclavos no se les reconocía<br />
como seres humanos, de tal manera que relativamente a ellos no podía haber<br />
semejanza que justificara la amistad o el amor.<br />
Pero, en lo fundamental, el criterio aristotélico de la semejanza es<br />
certero, en cuanto que en cualquier caso se cumple que si hay una<br />
desemejanza grande entre dos personas, para que sean amigos, al menos<br />
tiene que haber una compensación: uno es rico pero malhumorado, y el otro<br />
pobre pero bienhumorado. Pero ¿ocurrirá lo mismo con el amor?<br />
En este plano parece incluso que la sociedad avanzara en términos<br />
democráticos en la medida en que los contrarios – los que son de distinta<br />
procedencia racial, religiosa, social, política, econonómica y cultural – se<br />
encuentran, convirtiéndose así en émulos a los que otros habrán de seguir.<br />
287.Fatalidad-libertad.<br />
Uno de los binomios de los que se vale Ocavio Paz para abordar el fenómeno del<br />
amor es el de fatalidad-libertad. ¿Qué hay tras la expresión “yo te amo”? ¿Qué yo<br />
he elegido libremente amarte o que yo no puedo sino amarte y estoy destinado a<br />
hacerlo? Ya tan sólo en este dilema existencial podemos adivinar la fuerza que<br />
puede tener el binomio aludido – fatalidad-libertad – para abordar el fenómeno<br />
del amor. Y, como podemos observar, esto lo puede vivir cada cual y no es<br />
necesario recurrir a la metafísica occidental para encontrarle a ello un sustento.<br />
Más aún, confrontados nuevamente al mencionado binomio, por lo general en<br />
nuestro sentir del amor se hace más presente algo próximo al destino o fatalidad<br />
que una sensación de libertad. Y ello encuentra una explicación muy simple: el<br />
amor es ante todo algo que nos llega, que se apodera de nosotros, no es algo<br />
que de ninguna manera elegimos propiamente. La elección que puede haber en<br />
ello es necesariamente ulterior: una vez que aquel sentir se apodera de mí<br />
intento elegir y decidir algo, mas cabe agregar aquí que incluso esta elección y<br />
posterior decisión palidecen, casi no se sienten, ya que más bien se manifesta en<br />
nosotros un impulso irrefrenable, sin elección ni decisión consciente.<br />
Octavio Paz relaciona el binomio con diferencias entre Oriente y<br />
Occidente, y ello se expresa al modo de un amor de destino oriental, versus un<br />
amor libre occidental. Paz destaca cómo esto tiene que ver con la religión.<br />
Escuchemos:<br />
"/.../ en Oriente el amor fue pensado dentro de una tradición religiosa; no<br />
fue un pensamiento autónomo sino una derivación de esta o aquella doctrina. En<br />
cambio, en Occidente, desde el principio, la filosofía del amor fue concebida y<br />
pensada fuera de la religión oficial y, a veces, frente a ella" (p. 37).<br />
El ejemplo más deslumbrante es sin duda Platón y su pensamiento en<br />
torno al amor desarrollado en El Banquete, como, por otra parte, recuerda Paz<br />
que el "amor cortés" "/.../ fue visto por la Iglesia no sólo con inquietud sino con<br />
reprobación" (p. 37).<br />
Y es justamente sobre la base de una concepción religiosa que una idea<br />
como la del destino y de la predestinación se puede hacer más fuerte. Este es<br />
también el terreno fecundo para la idea del karma, que, por apoyarse a su vez en<br />
la doctrina de la reencarnación, está vinculado incluso con una predestinación<br />
que nos viene de vidas anteriores.